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Finalizando ya un verano de fastos olímpicos e incendios forestales, se adivina ya un otoño de fustas y conflictividad sin precedentes

Fastos y fustas

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El gobierno español, que ha hecho muy sus deberes y que como dice su boceras deben practicar con el ejemplo, se ha marchado de vacaciones a rascarse la barriga en alguna playa. Muy merecidas, eso sí. Entretanto, el país –perdón, los ciudadanos del país quiero decir, pues que España ya no es más- languidece en una miseria que está reuniendo a marchar forzadas todos los requisitos para todo reviente de punta a término como una santabárbara apenas se abra el ejercicio de final de año y los españoles se tengan que enfrentar a la realidad insoslayable de un país en liquidación y cierre.

Ahora todo el mundo que puede está de vacaciones, siguiendo el ejemplo aleccionador del gobierno. Que se detengan los conflictos y que la vida misma quede en suspensión, apenas sostenida en estado de hibernación por los JJOO ésos al que han mandado a nuestros deportistas vestidos de mamarrachos y en los que colaron de rondón a esa pandilla barriobajera de la Rojilla, y esos incendios que se han visto tan favorecidos por los muy oportunos e inteligentes recortes de nuestro insigne gobierno. Los que no pueden irse de vacaciones, que son la mayoría de los ciudadanos, o bien trabajan para sostenerse a flote como pueden, o bien asaltan supermercados o se extenúan alimentando la desesperación de no ser futuro de ninguna clase. Éstos odian tanto, pero tanto, que si supieran a quién en concreto o fueran capaces de unirse entre sí y aunar sus rencores, esto reventaba en un sólo día, en una suerte de revival de la noche de los cristales rotos.

Pero, en fin, todo se acaba, incluso los fastos, y, tras una ceremonia de clausura tan ridícula como chauvinista por parte de los súbditos de su muy graciosa majestad (me imaginaba una cosa semejante en España con entremeses musicales por parte de El Fary, Manolo Escobar, etc. –infumable, oiga usted-) y el que los incendios empiezan a remitir no por eficacia de las medidas gubernamentales, sino por la disminución de los calores y el regreso a los hogares de los turistas, se comienzan a vislumbrar lo bonito y movido que va a ser el otoño. Todo un espectáculo, oiga usted, si bien no tan hortera como el de Londres, pero en el que nadie va a quedar indiferente.

Los morbosos que tantas ganas tenían de un superatentado de falsa bandera en Londres, con miles de muertes y siendo éste la llave de apertura de la III Guerra Mundial, así como los alucinados (las drogas son malísimas por sus efectos) que esperaban que llegaran los pleyadianos con sus platillos volantes y su tecnología divina a resolvernos los problemas en plan salvadores de la humanidad y tal, se han quedado con dos palmos de narices de momento, y, aunque han podido dar rienda suelta a sus desvaríos más narcóticos con las gotitas masonas o satánicas que han desperdigado los anfitriones en sus ceremonias, no les parece lo bastante. Sin embargo, no deben desesperar, pues aunque no sea por causas alienígenas o por razones de hecatombe mundial o cósmica, en mi opinión tienen asegurado todo un festival escatológico en los próximos meses y les van a ser más que necesarios todas esas locuras de supervivencia que han estado preparando, porque lo que se viene encima puede ser épico.

En este país que hace apenas un par de años se ataban los perros con longanizas y en el que sus gentes tiraban la calderilla para que no les agujereara los bolsillos, se ha estabecido de forma indefinida y firmemente progresiva el hambre en crudo, en plan Somalia o Eritrea o Madagascar, y, con él, va a extenderse la violencia callejera y doméstica en su expresión más cruda. Cuestiones éstas que son consideradas muy interesantes y convenientes por nuestros próceres, quienes de otro modo no podrían entregar el país a manos extrañas o extranjeras sin una rebelión social en toda regla. Así, con un lío fenomenal asolando los solares patrios, pues todos tan contentos, porque otros serán los que tengan que arreglar esto.

Lo de los hurtos en supermercados y todo eso, ya lo verán, va a estar a la orden del día, y no sólo. La desesperación de los ciudadanos está alcanzando la masa crítica necesaria para condensar como real lo más impredecible, y el gobierno lo tiene todo tan controlado que se va de vacaciones, digo yo, y es una opinión, que porque este país le importa una santa kk, al menos no más allá de que ellos y sus choris puedan trincar a base de bien y darse la gran vida.

Pero es que si la ineptitud e inoperancia de esta execrable especie política produce vómitos tal y como están las cosas, esto no es nada comparado con lo que está por venir, según y como están advirtiendo ya las agencias internacionales de calificación, el BCE, el FMI y el BM, verdaderos señores en plan testaferro de esta añeja piel de toro (manso). El desempleo, según algunas de estas fuentes, puede no sólo alcanzar sino superar el 30% y los salarios recortarse de forma dramática, lo que facultará que el número de ciudadanos como unas pascuas aumente de forma exponencial y el que los bancos se hagan con un número tal de viviendas que la ciudadanía media de esta país va a tener que vivir, o en la calle o en un camping como en el veraneo.

Los ciudadanos eligieron de entre lo posible (PPSOE, partido único) a quienes consideraron que podían resolver mejor nuestros problemas, ignorando por sapiencia o ignorancia que ellos fueron y son los que producen el problema y no la solución, además de no querer dar el enterado a que las promesas electorales no suponen un contrato con la ciudadanía, sino el timo del toco-mocho. Y la cosa resultó como tenía que hacerlo: además de estar estupendamente mejor cada día, se nos van de vacaciones para descansar de su fatigas.

Pues bueno, ahora que se terminan los fastos llegan los tiempos de fustas, y que sea lo que Dios quiera. Prepárense un buen plan de supervivencia y búsquense un bunker o una buena cueva en la que refugiarse, o si lo prefieren confíense a los pleyadianos o a los círculos de las cosechas, porque así en el ámbito nacional como en el internacional (ya verán que lo Irán no pasa de septiembre) se va a poner esto como una feria. Leña, seguro, sí que a haber para todos, como en el mejor incendio.

Fastos y fustas

Finalizando ya un verano de fastos olímpicos e incendios forestales, se adivina ya un otoño de fustas y conflictividad sin precedentes
Ángel Ruiz Cediel
martes, 14 de agosto de 2012, 07:58 h (CET)
El gobierno español, que ha hecho muy sus deberes y que como dice su boceras deben practicar con el ejemplo, se ha marchado de vacaciones a rascarse la barriga en alguna playa. Muy merecidas, eso sí. Entretanto, el país –perdón, los ciudadanos del país quiero decir, pues que España ya no es más- languidece en una miseria que está reuniendo a marchar forzadas todos los requisitos para todo reviente de punta a término como una santabárbara apenas se abra el ejercicio de final de año y los españoles se tengan que enfrentar a la realidad insoslayable de un país en liquidación y cierre.

Ahora todo el mundo que puede está de vacaciones, siguiendo el ejemplo aleccionador del gobierno. Que se detengan los conflictos y que la vida misma quede en suspensión, apenas sostenida en estado de hibernación por los JJOO ésos al que han mandado a nuestros deportistas vestidos de mamarrachos y en los que colaron de rondón a esa pandilla barriobajera de la Rojilla, y esos incendios que se han visto tan favorecidos por los muy oportunos e inteligentes recortes de nuestro insigne gobierno. Los que no pueden irse de vacaciones, que son la mayoría de los ciudadanos, o bien trabajan para sostenerse a flote como pueden, o bien asaltan supermercados o se extenúan alimentando la desesperación de no ser futuro de ninguna clase. Éstos odian tanto, pero tanto, que si supieran a quién en concreto o fueran capaces de unirse entre sí y aunar sus rencores, esto reventaba en un sólo día, en una suerte de revival de la noche de los cristales rotos.

Pero, en fin, todo se acaba, incluso los fastos, y, tras una ceremonia de clausura tan ridícula como chauvinista por parte de los súbditos de su muy graciosa majestad (me imaginaba una cosa semejante en España con entremeses musicales por parte de El Fary, Manolo Escobar, etc. –infumable, oiga usted-) y el que los incendios empiezan a remitir no por eficacia de las medidas gubernamentales, sino por la disminución de los calores y el regreso a los hogares de los turistas, se comienzan a vislumbrar lo bonito y movido que va a ser el otoño. Todo un espectáculo, oiga usted, si bien no tan hortera como el de Londres, pero en el que nadie va a quedar indiferente.

Los morbosos que tantas ganas tenían de un superatentado de falsa bandera en Londres, con miles de muertes y siendo éste la llave de apertura de la III Guerra Mundial, así como los alucinados (las drogas son malísimas por sus efectos) que esperaban que llegaran los pleyadianos con sus platillos volantes y su tecnología divina a resolvernos los problemas en plan salvadores de la humanidad y tal, se han quedado con dos palmos de narices de momento, y, aunque han podido dar rienda suelta a sus desvaríos más narcóticos con las gotitas masonas o satánicas que han desperdigado los anfitriones en sus ceremonias, no les parece lo bastante. Sin embargo, no deben desesperar, pues aunque no sea por causas alienígenas o por razones de hecatombe mundial o cósmica, en mi opinión tienen asegurado todo un festival escatológico en los próximos meses y les van a ser más que necesarios todas esas locuras de supervivencia que han estado preparando, porque lo que se viene encima puede ser épico.

En este país que hace apenas un par de años se ataban los perros con longanizas y en el que sus gentes tiraban la calderilla para que no les agujereara los bolsillos, se ha estabecido de forma indefinida y firmemente progresiva el hambre en crudo, en plan Somalia o Eritrea o Madagascar, y, con él, va a extenderse la violencia callejera y doméstica en su expresión más cruda. Cuestiones éstas que son consideradas muy interesantes y convenientes por nuestros próceres, quienes de otro modo no podrían entregar el país a manos extrañas o extranjeras sin una rebelión social en toda regla. Así, con un lío fenomenal asolando los solares patrios, pues todos tan contentos, porque otros serán los que tengan que arreglar esto.

Lo de los hurtos en supermercados y todo eso, ya lo verán, va a estar a la orden del día, y no sólo. La desesperación de los ciudadanos está alcanzando la masa crítica necesaria para condensar como real lo más impredecible, y el gobierno lo tiene todo tan controlado que se va de vacaciones, digo yo, y es una opinión, que porque este país le importa una santa kk, al menos no más allá de que ellos y sus choris puedan trincar a base de bien y darse la gran vida.

Pero es que si la ineptitud e inoperancia de esta execrable especie política produce vómitos tal y como están las cosas, esto no es nada comparado con lo que está por venir, según y como están advirtiendo ya las agencias internacionales de calificación, el BCE, el FMI y el BM, verdaderos señores en plan testaferro de esta añeja piel de toro (manso). El desempleo, según algunas de estas fuentes, puede no sólo alcanzar sino superar el 30% y los salarios recortarse de forma dramática, lo que facultará que el número de ciudadanos como unas pascuas aumente de forma exponencial y el que los bancos se hagan con un número tal de viviendas que la ciudadanía media de esta país va a tener que vivir, o en la calle o en un camping como en el veraneo.

Los ciudadanos eligieron de entre lo posible (PPSOE, partido único) a quienes consideraron que podían resolver mejor nuestros problemas, ignorando por sapiencia o ignorancia que ellos fueron y son los que producen el problema y no la solución, además de no querer dar el enterado a que las promesas electorales no suponen un contrato con la ciudadanía, sino el timo del toco-mocho. Y la cosa resultó como tenía que hacerlo: además de estar estupendamente mejor cada día, se nos van de vacaciones para descansar de su fatigas.

Pues bueno, ahora que se terminan los fastos llegan los tiempos de fustas, y que sea lo que Dios quiera. Prepárense un buen plan de supervivencia y búsquense un bunker o una buena cueva en la que refugiarse, o si lo prefieren confíense a los pleyadianos o a los círculos de las cosechas, porque así en el ámbito nacional como en el internacional (ya verán que lo Irán no pasa de septiembre) se va a poner esto como una feria. Leña, seguro, sí que a haber para todos, como en el mejor incendio.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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