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Dos Passos

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Dos Passos
Manhattan Transfer
Traducción de José Robles

“El único elemento que puede sustituir la dependencia del pasado es la dependencia del futuro”
John Dos Passos

“Ya no se escriben novelas como estas” Comentario que me hizo un veterano lector hace muchos años. Y gracias a este toque de atención se debe mi primera lectura de Manhattan Transfer de John Dos pasos (1896-1970). La edición que conservo como oro en paño es de la desaparecida colección Bruguera-Libro Amigo, que siempre saludo cuando paso por donde reposa en la D de la estantería, igual me ocurre con traductor de esta joya literaria José Robles, gran amigo de Dos Passos, allá en 1929, siendo residente en Nueva York. Persona culta, honesta y comprometida, que volvió voluntariamente a su España para defender la República de Azaña, siendo canallescamente asesinado en este caso no por los fascistas. Ya les cuento,

Conviene preguntarse si este inmenso os Passos que fue buen conocedor y amante de España, talvez pueda estar volviendo a ser actualidad no sólo por su rica creación literaria, sino también, sin caer en la especulación de la mente, por quienes continuamos reconociendo su calidad literaria como escritor de la famosa “generación perdida”. De aquí considerar acertado, airearlo, releerlo, debido a su equilibrio experimental y voluntad creadora. Aunque resulte que en sus sentidas memorias expuestas en Años inolvidables duda de si “la imaginación literaria llegaría a ser estimada de verdad”. Si “un escritor que se tomara su trabajo en serio podía recibir más patadas que otras cosas”.

Dos Passos, con toda seriedad y mesura, desde su propio compromiso logró espacio preferente en la España literaria, histórica y política por aquellos años de la Segunda República a la que defendió con dignidad y coraje, como muy bien expone Ignacio Martínez de Pisón en su libro Enterrar a los muertos, donde nos habla del asesinato del español José Robles –el primero y mejor traductor de Manhattan Transfer y otros títulos del autor de USA, que en un importante y esclarecedor capítulo muestra su compromiso, amistad y enemistad entre Dos Passos y su admirado amigo Hemingway, ante el oscuro caso de asesinato de Robles por las checas comunistas en la guerra civil española. Manipulación de las iras y el odio de Stalin verdugo de verdades. Ignorando que, como escribía Emile Zola: “Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la explosión será terrible”

Porque, aunque Dos Passos en su vejez se volvió conservador, muy criticado, fruto de desencantos y traiciones, su libro de recuerdos Años inolvidables (Seix Barral) muestra con sencillez y veracidad todas sus vivencias como intelectual comprometido por la libertad y las causas juntas. Imposible borrar entonces su compromiso social y político que ya se ve en su novela “Tres soldados”, cuando cuenta sólo veintitrés años de edad. Manifestando un vehemente alegato antibélico, narrando con realismo las vicisitudes de un grupo de reclutas norteamericanos que combate desde Francia en la primera gran guerra europea. Con ella logra su puesta de largo literaria, al ser reconocida la firmeza crítica y la responsabilidad que caracterizaría toda la obra y personalidad pública como escritor.

En 1925 se edita Manhattan Transfer, novela que la hizo saltar a la fama, narración viva que no ha desmejorado en todos estos largos años la palpitante vida que adquiere ese mosaico por los que tantos y variados personajes luchan y se desviven en esa especie de cortos relatos que retratan un fresco palpitante de Nueva York El de la época de feroz desarrollo, donde se luchaba por salir de la mediocridad y las tragedia mediante la “fuga de lo quimérico”. Brillante emocional exposición, como pocas veces después de esta hermosa y vibrante narración “estuvo la narrativa del siglo XX tan cerca de la herencia tolstoiana”. Y tras ese apasionante logro literario de justificada fama, a partir de 1930 llegaría la primera parte de la trilogía USA, Paralelo 42, donde Dos Passos mostró la plenitud de su talento literario con una radiografía dura y transparente de la realidad norteamericana, desde principios de siglo hasta la Gran Depresión, con su múltiples y numerosos personajes, junto a su monólogo interior sobre “unos noticiarios que funcionan como voz de la actualidad”.

Su lectura se convierte noventa años después, en muestra conmovedora y transparente realidad exacta de la Gran Depresión que actualmente nos asola entre trapicheos de altura y mentiras de capitalismo salvaje, corrupciones y mediocridad, peligro de retroceder al pasado de charol y mosquetón, sotanas y uniformes hediondos bajo palios. Semejante a aquellos años aquellos de rica sinfonía literaria en los que Dos Passos dibuja con trazo firme el cuadro de una sociedad enloquecida por avidez de triunfo, donde resulta imposible detener tal desvarío social y especulativo.

Tomo un ligero ejemplo de la página 14 donde el propietario de un bar interviene en una conversación entre clientes para manifestar: “El ahorro no sirve para ná. Ya he estado ahorrando diez años, y el banco quebró y no me quedó más que un talonario de recuerdo” ¿Estamos en el asunto? Miles y miles de personas etiquetadas con el eufemismo de “Tercera edad”, que ahora se podría catalogar como “Víctimas maduras” han visto volatizados sus ahorros por la magia de cacos de guantes blancos ensangrentados, que además se suben los sueldos tras el fraude bajo la protección “legal” correspondiente.

La especulación es una fiebre incontenible hasta llegar precipicio por el que se desplomará, donde sus variados e interesantes protagonistas son los transmisores e interpretes de un mosaico de apariencia fragmentaria rebosante de circunstancias dada su propia y sorprendente densidad social. Y llega en 1936 El gran dinero, que cierra la famosa y perenne Trilogía, toda una crónica de la sociedad norteamericana, de la que España ha copiado la peor como modelo cínico y descarado, bajo la sumisión política al servicio de los poderes absolutos enloquecidos por la avaricia hacia el preciado metal, ese que no repara en devorar a sus propios hijos.

Todo por el imperio del dólar, hoy también, en esta gran crisis que hace temblar, por el euro, moneda que deja de ser decente según los manejos de quienes la controlan. Esta es la gran actualidad de tan perecedera obra literaria de este escritor de la denominada “generación pérdida”. Recordarlo, pues, no es un mero homenaje, sino el reconocimiento y la actualidad de vida y obra. Un espejo de buen azogue digno de cerrar con su visión política donde uno de sus personajes pregunta a un prestigioso consejero:” ¿Por qué no se mete usted en al política? Y este responde: “Para qué ir a Washington a enfangarme en aquella charca cuando precisamente estoy en el sitio donde se dan las órdenes”

Dos Passos

Francisco Vélez Nieto
lunes, 13 de agosto de 2012, 07:35 h (CET)
Dos Passos
Manhattan Transfer
Traducción de José Robles

“El único elemento que puede sustituir la dependencia del pasado es la dependencia del futuro”
John Dos Passos

“Ya no se escriben novelas como estas” Comentario que me hizo un veterano lector hace muchos años. Y gracias a este toque de atención se debe mi primera lectura de Manhattan Transfer de John Dos pasos (1896-1970). La edición que conservo como oro en paño es de la desaparecida colección Bruguera-Libro Amigo, que siempre saludo cuando paso por donde reposa en la D de la estantería, igual me ocurre con traductor de esta joya literaria José Robles, gran amigo de Dos Passos, allá en 1929, siendo residente en Nueva York. Persona culta, honesta y comprometida, que volvió voluntariamente a su España para defender la República de Azaña, siendo canallescamente asesinado en este caso no por los fascistas. Ya les cuento,

Conviene preguntarse si este inmenso os Passos que fue buen conocedor y amante de España, talvez pueda estar volviendo a ser actualidad no sólo por su rica creación literaria, sino también, sin caer en la especulación de la mente, por quienes continuamos reconociendo su calidad literaria como escritor de la famosa “generación perdida”. De aquí considerar acertado, airearlo, releerlo, debido a su equilibrio experimental y voluntad creadora. Aunque resulte que en sus sentidas memorias expuestas en Años inolvidables duda de si “la imaginación literaria llegaría a ser estimada de verdad”. Si “un escritor que se tomara su trabajo en serio podía recibir más patadas que otras cosas”.

Dos Passos, con toda seriedad y mesura, desde su propio compromiso logró espacio preferente en la España literaria, histórica y política por aquellos años de la Segunda República a la que defendió con dignidad y coraje, como muy bien expone Ignacio Martínez de Pisón en su libro Enterrar a los muertos, donde nos habla del asesinato del español José Robles –el primero y mejor traductor de Manhattan Transfer y otros títulos del autor de USA, que en un importante y esclarecedor capítulo muestra su compromiso, amistad y enemistad entre Dos Passos y su admirado amigo Hemingway, ante el oscuro caso de asesinato de Robles por las checas comunistas en la guerra civil española. Manipulación de las iras y el odio de Stalin verdugo de verdades. Ignorando que, como escribía Emile Zola: “Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la explosión será terrible”

Porque, aunque Dos Passos en su vejez se volvió conservador, muy criticado, fruto de desencantos y traiciones, su libro de recuerdos Años inolvidables (Seix Barral) muestra con sencillez y veracidad todas sus vivencias como intelectual comprometido por la libertad y las causas juntas. Imposible borrar entonces su compromiso social y político que ya se ve en su novela “Tres soldados”, cuando cuenta sólo veintitrés años de edad. Manifestando un vehemente alegato antibélico, narrando con realismo las vicisitudes de un grupo de reclutas norteamericanos que combate desde Francia en la primera gran guerra europea. Con ella logra su puesta de largo literaria, al ser reconocida la firmeza crítica y la responsabilidad que caracterizaría toda la obra y personalidad pública como escritor.

En 1925 se edita Manhattan Transfer, novela que la hizo saltar a la fama, narración viva que no ha desmejorado en todos estos largos años la palpitante vida que adquiere ese mosaico por los que tantos y variados personajes luchan y se desviven en esa especie de cortos relatos que retratan un fresco palpitante de Nueva York El de la época de feroz desarrollo, donde se luchaba por salir de la mediocridad y las tragedia mediante la “fuga de lo quimérico”. Brillante emocional exposición, como pocas veces después de esta hermosa y vibrante narración “estuvo la narrativa del siglo XX tan cerca de la herencia tolstoiana”. Y tras ese apasionante logro literario de justificada fama, a partir de 1930 llegaría la primera parte de la trilogía USA, Paralelo 42, donde Dos Passos mostró la plenitud de su talento literario con una radiografía dura y transparente de la realidad norteamericana, desde principios de siglo hasta la Gran Depresión, con su múltiples y numerosos personajes, junto a su monólogo interior sobre “unos noticiarios que funcionan como voz de la actualidad”.

Su lectura se convierte noventa años después, en muestra conmovedora y transparente realidad exacta de la Gran Depresión que actualmente nos asola entre trapicheos de altura y mentiras de capitalismo salvaje, corrupciones y mediocridad, peligro de retroceder al pasado de charol y mosquetón, sotanas y uniformes hediondos bajo palios. Semejante a aquellos años aquellos de rica sinfonía literaria en los que Dos Passos dibuja con trazo firme el cuadro de una sociedad enloquecida por avidez de triunfo, donde resulta imposible detener tal desvarío social y especulativo.

Tomo un ligero ejemplo de la página 14 donde el propietario de un bar interviene en una conversación entre clientes para manifestar: “El ahorro no sirve para ná. Ya he estado ahorrando diez años, y el banco quebró y no me quedó más que un talonario de recuerdo” ¿Estamos en el asunto? Miles y miles de personas etiquetadas con el eufemismo de “Tercera edad”, que ahora se podría catalogar como “Víctimas maduras” han visto volatizados sus ahorros por la magia de cacos de guantes blancos ensangrentados, que además se suben los sueldos tras el fraude bajo la protección “legal” correspondiente.

La especulación es una fiebre incontenible hasta llegar precipicio por el que se desplomará, donde sus variados e interesantes protagonistas son los transmisores e interpretes de un mosaico de apariencia fragmentaria rebosante de circunstancias dada su propia y sorprendente densidad social. Y llega en 1936 El gran dinero, que cierra la famosa y perenne Trilogía, toda una crónica de la sociedad norteamericana, de la que España ha copiado la peor como modelo cínico y descarado, bajo la sumisión política al servicio de los poderes absolutos enloquecidos por la avaricia hacia el preciado metal, ese que no repara en devorar a sus propios hijos.

Todo por el imperio del dólar, hoy también, en esta gran crisis que hace temblar, por el euro, moneda que deja de ser decente según los manejos de quienes la controlan. Esta es la gran actualidad de tan perecedera obra literaria de este escritor de la denominada “generación pérdida”. Recordarlo, pues, no es un mero homenaje, sino el reconocimiento y la actualidad de vida y obra. Un espejo de buen azogue digno de cerrar con su visión política donde uno de sus personajes pregunta a un prestigioso consejero:” ¿Por qué no se mete usted en al política? Y este responde: “Para qué ir a Washington a enfangarme en aquella charca cuando precisamente estoy en el sitio donde se dan las órdenes”

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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