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“¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario” Mario Moreno “Cantinflas”

Cuando los golpistas hablan de golpe de Estado

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No hay nadie peor, cuando se trata de mentir con convicción, de desbarrar sin freno o de salirse de sus casillas sin la menor contención, que esta pléyade de feministas extremistas que han invadido los partidos políticos de izquierdas o que forman parte de este movimiento revolucionario catalán que, durante estos días, está intentando poner en cuestión la unidad de la nación española. Escuchar la forma en la que se manifiesta la señora Forcadell, actual presidenta del Parlament catalá y antigua presidenta de la ANC, el partido que, junto al Omnium del señor Cuixart, ha venido contribuyendo, de la manera más obstinada y levantisca, a que la Generalitat fuera incumpliendo, una tras otra, las sentencias de los tribunales de Justicia españoles y se saltaran a la torera todas las leyes españolas que intentaban poner coto al desmadre separatista de los últimos años ( sin efecto alguno, por supuesto); cuando intenta justificarse y apoyar el movimiento secesionista que busca promover, en colaboración con los señores Mas, Puigdemont, Juncadella, Turull, Rull, Trapero y toda la colección de funcionarios y políticos, que no han tenido inconveniente en abjurar de sus promesas de observar y defender la Constitución española, con la que juraron sus cargos, y ponerse del lado de la ilegalidad; desgañitarse, acusando de golpistas al señor Rajoy, al Parlamento español, a los socialistas, al PP, al partido de Ciudadanos, a los directivos de todas las instituciones europeas y a todos los que han apoyado, sin ambages, la aplicación del Art.º 155 de la Constitución española. ¡¡Unos golpistas!!, señores, unos golpistas independentistas, acusando a quienes pretenden evitar que se salgan con la suya, acusa al Parlamento español, el Gobierno y la Justicia española de ¡actuar como golpistas!

Para esta gente, estos fanáticos tribales, que se creen que siguen viviendo en la edad de las cavernas neandertales y los que, como ellos, se levantan contra las leyes democráticas de una nación en la que existe plena libertad para votar, que se está bajo un régimen plenamente democrático y que se dio una Constitución, aprobada, por una gran mayoría de los votos del pueblo español y que ha servido para mantener la paz en esta nación, desde que se produjo la transición, dirigida por don Adolfo Suárez, y se aprobó la Carta Magna en el año 1978; resulta que, cuando las autoridades legítimamente elegidas para gobernar el país, aplican la ley, utilizan los medios constitucionales de los que se dotaron para evitar que unos mafiosos, extralimitándose en sus funciones, desacatando las leyes, prevaricando y pretendiendo conseguir la independencia, simplemente porque determinados políticos, faltando a su deber, han decidido sublevarse contra el orden establecido y desafiar el poder del Estado para salirse con la suya; se las califica de “golpistas”. ¿Habrá estupidez mayor?

Exaltan a las turbas que los siguen, exhiben banderolas separatistas, gritan en contra de la nación a la que vienen perteneciendo, desde hace más de 500 años, y se enfrentan a cara de perro con aquellas personas con las que han venido conviviendo, incluso con sus propios familiares, simplemente por el hecho de no opinar como ellos y querer seguir siendo, a la vez, españoles y catalanes como si, este noble sentimiento, fuera la lacra mayor en la que pudiera incurrir una persona, no dudan en enfrentarse, romper amistades y tachar de enemigos de Cataluña a quienes se atreven a declararse españoles.

Evidentemente, todos estos que están atizando los malos instintos populares, promoviendo la revolución, enfrentando a separatistas con el resto de ciudadanos o uniéndose a los comunistas de la CUP y los de B.en Comú, de la señora Colau ( otra que se ha metido en un lío del que le va a ser difícil salir, como cargo administrativo local que, con toda seguridad, es muy posible que esté comprendido dentro de los que van a quedar sometidos a la autoridad de los nuevos administradores interinos que sean nombrados por el Gobierno de la nación.), seguramente se están dando cuenta de que las posibilidades de salir indemnes del entuerto en el que, voluntariamente, se han metido, cada vez son más escasas y, en su desesperación, lo fían todo en que el populacho, como sucedió en julio de 1936, les haga el trabajo sucio y salga vencedor en su lucha contra el poder del Estado. No va a ocurrir porque, a diferencia de entonces, estamos en una democracia, con instituciones fuertes y capaces de hacerse respetar y con el respaldo, por si fuera preciso en última instancia y el problema catalán llegara a cotas que hicieran peligrar el mantenimiento del sistema democrático en España y, con ello, su unidad, de un Ejército que, bajo las órdenes del Rey, sin duda cumpliría con la función que le tiene asignada el Art.8º de la Constitución, para devolver las cosas a la legalidad de la que pudieran haber sido apartadas.

Aquí, señores, los únicos golpistas, peores que aquellos que, el 23F de 1981, asaltaron el Parlamento nacional, en un intento de que los comunistas no fueran admitidos en España, son estos que han estado urdiendo, desde los puestos de confianza en los que fueron colocados, para que administraran la autonomía catalana, abusando de ello, actuando subrepticiamente y con mala fe, empezaron por crear un sistema educativo distinto al del resto de España, desde donde se ha venido enseñando, a las nuevas generaciones, una historia completamente distorsionada, parecida a la que la famosa Ley de Memoria Histórica pretende imponer, de forma que nada de lo que verdaderamente ocurrió por aquellas fechas del 18 de Julio de 1936 sea explicado tal y como fue, sino desde el punto de vista de las izquierdas que, por mucho que lo intentaron y con la ayuda de la URSS, no consiguieron frenar al general Franco. Han imbuido, en los jóvenes catalanes, el odio al resto de España y la idea falsa de que son los catalanes los que, con su dinero, pagan los vicios a los ciudadanos del resto de España que, por añadidura, son acusados de despilfarrar el dinero que reciben.

Si Cataluña está pasando por uno de los momentos más difíciles de su historia, si los ciudadanos se encuentran enfrentados los unos con los otros, incluso dentro de una misma familia los hay que han dejado de hablarse y si se está empezando a experimentar lo que se venía anunciando, desde hace mucho tiempo, y que siempre ha sido negado por los dirigentes de la Generalitat; respecto a que, en caso de una hipotética separación de Cataluña de España, las empresas que, por miles, están ubicadas en esta autonomía, y en primer lugar las multinacionales, irían abandonando dicha comunidad, asustadas ante la evidencia de que, fuera de España, la nación catalana quedaría inmediatamente excluida del beneficio de seguir perteneciendo y recibiendo ayudas y créditos de la UE y de sus bancos. Tampoco es moco de pavo el hecho indiscutible de que, más de un 60% de la economía y las transacciones comerciales de Cataluña, tienen efecto con el resto de la nación española.

Es probable que, los que residimos en Cataluña, nos veamos obligados a pasar por tiempos difíciles, por situaciones desagradables y por momentos de desánimo pero, señores, todo lo vamos a dar por bien empleado si el Estado, y cuando hablo de Estado me refiero a la gran mayoría de la Cámara baja, que cree en la vigencia de la Constitución de 1978, se muestre firme, no desfallezca y aplique la cura, por los medios adecuados, que está precisando, en estos momentos de la historia, la comunidad catalana. No se puede desaprovechar la ocasión, aunque requiera sacrificios y apelar a medios excepcionales, de solventar con eficacia, inteligencia y mano firme, una situación que hay que evitar, por cualquier medio, que pudiera repetirse en el resto de nuestra patria. Todo lo que hagamos ahora para poner punto final, por difícil que ello sea y por muchas que sean las dificultades que intenten poner, al retorno de la legalidad. estas turbas que han sido aleccionadas para la sublevación, habrá sido en salvaguarda del futuro de España, de los españoles y de los propios catalanes, que esperamos sean mayoría, partidarios del orden, de la paz y de la seguridad que les garantice una vida digna dentro de una comunidad que dispone de todos los medios para que así sea.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, es preciso dejar claro, ahora que se habla de la aplicación del 155, que España sigue siendo una y que los españoles, vivamos donde vivamos y pensemos lo que pensemos, tenemos el derecho a ser respetados, a tener los mismos derechos y deberes que los otros y, por ello, a vivir en paz y concordia con nuestros vecinos, una circunstancia que, desde un tiempo a esta parte, cada día resulta más difícil en esta Cataluña, invadida por el sentimiento de odio y rechazo a todo lo que no sea catalán. Hay que poner remedio a ello.

Cuando los golpistas hablan de golpe de Estado

“¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario” Mario Moreno “Cantinflas”
Miguel Massanet
lunes, 23 de octubre de 2017, 07:37 h (CET)
No hay nadie peor, cuando se trata de mentir con convicción, de desbarrar sin freno o de salirse de sus casillas sin la menor contención, que esta pléyade de feministas extremistas que han invadido los partidos políticos de izquierdas o que forman parte de este movimiento revolucionario catalán que, durante estos días, está intentando poner en cuestión la unidad de la nación española. Escuchar la forma en la que se manifiesta la señora Forcadell, actual presidenta del Parlament catalá y antigua presidenta de la ANC, el partido que, junto al Omnium del señor Cuixart, ha venido contribuyendo, de la manera más obstinada y levantisca, a que la Generalitat fuera incumpliendo, una tras otra, las sentencias de los tribunales de Justicia españoles y se saltaran a la torera todas las leyes españolas que intentaban poner coto al desmadre separatista de los últimos años ( sin efecto alguno, por supuesto); cuando intenta justificarse y apoyar el movimiento secesionista que busca promover, en colaboración con los señores Mas, Puigdemont, Juncadella, Turull, Rull, Trapero y toda la colección de funcionarios y políticos, que no han tenido inconveniente en abjurar de sus promesas de observar y defender la Constitución española, con la que juraron sus cargos, y ponerse del lado de la ilegalidad; desgañitarse, acusando de golpistas al señor Rajoy, al Parlamento español, a los socialistas, al PP, al partido de Ciudadanos, a los directivos de todas las instituciones europeas y a todos los que han apoyado, sin ambages, la aplicación del Art.º 155 de la Constitución española. ¡¡Unos golpistas!!, señores, unos golpistas independentistas, acusando a quienes pretenden evitar que se salgan con la suya, acusa al Parlamento español, el Gobierno y la Justicia española de ¡actuar como golpistas!

Para esta gente, estos fanáticos tribales, que se creen que siguen viviendo en la edad de las cavernas neandertales y los que, como ellos, se levantan contra las leyes democráticas de una nación en la que existe plena libertad para votar, que se está bajo un régimen plenamente democrático y que se dio una Constitución, aprobada, por una gran mayoría de los votos del pueblo español y que ha servido para mantener la paz en esta nación, desde que se produjo la transición, dirigida por don Adolfo Suárez, y se aprobó la Carta Magna en el año 1978; resulta que, cuando las autoridades legítimamente elegidas para gobernar el país, aplican la ley, utilizan los medios constitucionales de los que se dotaron para evitar que unos mafiosos, extralimitándose en sus funciones, desacatando las leyes, prevaricando y pretendiendo conseguir la independencia, simplemente porque determinados políticos, faltando a su deber, han decidido sublevarse contra el orden establecido y desafiar el poder del Estado para salirse con la suya; se las califica de “golpistas”. ¿Habrá estupidez mayor?

Exaltan a las turbas que los siguen, exhiben banderolas separatistas, gritan en contra de la nación a la que vienen perteneciendo, desde hace más de 500 años, y se enfrentan a cara de perro con aquellas personas con las que han venido conviviendo, incluso con sus propios familiares, simplemente por el hecho de no opinar como ellos y querer seguir siendo, a la vez, españoles y catalanes como si, este noble sentimiento, fuera la lacra mayor en la que pudiera incurrir una persona, no dudan en enfrentarse, romper amistades y tachar de enemigos de Cataluña a quienes se atreven a declararse españoles.

Evidentemente, todos estos que están atizando los malos instintos populares, promoviendo la revolución, enfrentando a separatistas con el resto de ciudadanos o uniéndose a los comunistas de la CUP y los de B.en Comú, de la señora Colau ( otra que se ha metido en un lío del que le va a ser difícil salir, como cargo administrativo local que, con toda seguridad, es muy posible que esté comprendido dentro de los que van a quedar sometidos a la autoridad de los nuevos administradores interinos que sean nombrados por el Gobierno de la nación.), seguramente se están dando cuenta de que las posibilidades de salir indemnes del entuerto en el que, voluntariamente, se han metido, cada vez son más escasas y, en su desesperación, lo fían todo en que el populacho, como sucedió en julio de 1936, les haga el trabajo sucio y salga vencedor en su lucha contra el poder del Estado. No va a ocurrir porque, a diferencia de entonces, estamos en una democracia, con instituciones fuertes y capaces de hacerse respetar y con el respaldo, por si fuera preciso en última instancia y el problema catalán llegara a cotas que hicieran peligrar el mantenimiento del sistema democrático en España y, con ello, su unidad, de un Ejército que, bajo las órdenes del Rey, sin duda cumpliría con la función que le tiene asignada el Art.8º de la Constitución, para devolver las cosas a la legalidad de la que pudieran haber sido apartadas.

Aquí, señores, los únicos golpistas, peores que aquellos que, el 23F de 1981, asaltaron el Parlamento nacional, en un intento de que los comunistas no fueran admitidos en España, son estos que han estado urdiendo, desde los puestos de confianza en los que fueron colocados, para que administraran la autonomía catalana, abusando de ello, actuando subrepticiamente y con mala fe, empezaron por crear un sistema educativo distinto al del resto de España, desde donde se ha venido enseñando, a las nuevas generaciones, una historia completamente distorsionada, parecida a la que la famosa Ley de Memoria Histórica pretende imponer, de forma que nada de lo que verdaderamente ocurrió por aquellas fechas del 18 de Julio de 1936 sea explicado tal y como fue, sino desde el punto de vista de las izquierdas que, por mucho que lo intentaron y con la ayuda de la URSS, no consiguieron frenar al general Franco. Han imbuido, en los jóvenes catalanes, el odio al resto de España y la idea falsa de que son los catalanes los que, con su dinero, pagan los vicios a los ciudadanos del resto de España que, por añadidura, son acusados de despilfarrar el dinero que reciben.

Si Cataluña está pasando por uno de los momentos más difíciles de su historia, si los ciudadanos se encuentran enfrentados los unos con los otros, incluso dentro de una misma familia los hay que han dejado de hablarse y si se está empezando a experimentar lo que se venía anunciando, desde hace mucho tiempo, y que siempre ha sido negado por los dirigentes de la Generalitat; respecto a que, en caso de una hipotética separación de Cataluña de España, las empresas que, por miles, están ubicadas en esta autonomía, y en primer lugar las multinacionales, irían abandonando dicha comunidad, asustadas ante la evidencia de que, fuera de España, la nación catalana quedaría inmediatamente excluida del beneficio de seguir perteneciendo y recibiendo ayudas y créditos de la UE y de sus bancos. Tampoco es moco de pavo el hecho indiscutible de que, más de un 60% de la economía y las transacciones comerciales de Cataluña, tienen efecto con el resto de la nación española.

Es probable que, los que residimos en Cataluña, nos veamos obligados a pasar por tiempos difíciles, por situaciones desagradables y por momentos de desánimo pero, señores, todo lo vamos a dar por bien empleado si el Estado, y cuando hablo de Estado me refiero a la gran mayoría de la Cámara baja, que cree en la vigencia de la Constitución de 1978, se muestre firme, no desfallezca y aplique la cura, por los medios adecuados, que está precisando, en estos momentos de la historia, la comunidad catalana. No se puede desaprovechar la ocasión, aunque requiera sacrificios y apelar a medios excepcionales, de solventar con eficacia, inteligencia y mano firme, una situación que hay que evitar, por cualquier medio, que pudiera repetirse en el resto de nuestra patria. Todo lo que hagamos ahora para poner punto final, por difícil que ello sea y por muchas que sean las dificultades que intenten poner, al retorno de la legalidad. estas turbas que han sido aleccionadas para la sublevación, habrá sido en salvaguarda del futuro de España, de los españoles y de los propios catalanes, que esperamos sean mayoría, partidarios del orden, de la paz y de la seguridad que les garantice una vida digna dentro de una comunidad que dispone de todos los medios para que así sea.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, es preciso dejar claro, ahora que se habla de la aplicación del 155, que España sigue siendo una y que los españoles, vivamos donde vivamos y pensemos lo que pensemos, tenemos el derecho a ser respetados, a tener los mismos derechos y deberes que los otros y, por ello, a vivir en paz y concordia con nuestros vecinos, una circunstancia que, desde un tiempo a esta parte, cada día resulta más difícil en esta Cataluña, invadida por el sentimiento de odio y rechazo a todo lo que no sea catalán. Hay que poner remedio a ello.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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