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Etiquetas | Entrevista | Enric Pardo
Enric Pardo, escritor

“Mi novela explica a las mujeres lo que los hombres entendemos por una relación sentimental”.

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Enric Pardo (1977, Onda, Castellón) es guionista y profesor de cine. Actualmente dirige el área de cine de la productora El Terrat y el departamento de Ficción TV de la ESCAC.

Pardo es el guionista y coordinador de guión de la serie de animación ‘Arròs covat’ (con la que ganó un premio Ondas), guionista de los largometrajes ‘Animals’, ‘El club de los buenos infieles’ y ‘Trash’, y del programa de sketches ‘Autoindefinits’.

Como profesor de la ESCAC ha impartido clases de guión, dramaturgia, series de ficción televisiva y proyectos de final de carrera. Como analista de guiones para TVE ha asesorado sobre más de cincuenta guiones de largometrajes. ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’ es su primera novela.

Cuando Álex conoce a Natalia su vida da un giro radical. No es que Álex crea demasiado en parejas ideales y medias naranjas, pero está harto de rollos esporádicos. Lo que de verdad necesita ahora es encontrar una chica y enamorarse y enamorarla, llenar con un ella un piso, sentar la cabeza… Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece, porque el mundo está lleno de otras chicas y, tal vez, Álex se sienta algo viejo si pierde el encanto de la vida del picaflores. A grandes rasgos estos son los parámetros por los que se mueve la primera novela de Enric Pardo, titulada ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’. Sobre ella, en un atardecer caluroso y plomizo, sentados a la sombra de un bar próximo a la orilla del río Turia, conversamos durante unos minutos.

Enric, comienzas la novela el día 31 de diciembre, Nochevieja, un día especial una fecha difícil.

Sí, es un día en el que estás obligado a pasártelo bien por muy mal que te encuentres. Has de olvidar tus problemas y convertirte en un tipo que ha de estar por encima de todo eso y participar a tope en el cotillón, divertirse. Además acudes a una fiesta en la que todo el mundo disimula porque a todos les ocurre lo mismo que a ti. Eso es lo que le sucede a Álex que se encuentra solo en la fiesta y, de golpe…

Ya. Eres guionista de series y de programas de televisión, ¿tu oficio condiciona la forma de escribir la novela?

Sin Título
He disfrutado mucho escribiendo la novela porque es un trabajo distinto a construir un guión. Pero he hecho algo de trampa porque sabía que, por mi forma de trabajar, había organizado un buen entramado de situaciones. Por otro lado, no hay casi descripciones y los diálogos desempeñan un papel muy importante. Todo eso me daba seguridad y me ofrecía una mochila de posibilidades que me ha permitido encarar este proyecto con una cierta seguridad. Ha sido un salto al vacío, pero menos.

¿Por qué te interesaba especialmente omitir descripciones?

Eso me viene de los guiones. En literatura, cuando no describes una situación consigues que el lector proyecte sus propias imágenes en el texto y eso es lo que me importaba. Por lo tanto, con mi escritura me he limitado a sugerirlas.

Entonces el hecho de escribir esta novela qué ha constituido para ti: ¿un reto o una nueva experiencia?

Al principio era un reto, porque yo le tenía mucho respeto a la novela, pero luego se ha convertido en una experiencia muy enriquecedora. Hay una gran diferencia entre escribir un guión y una novela. El guión es un medio, una parte del proceso creador en el que también intervienen otras personas, mientras que la novela es el resultado final. Escribir una novela son palabras mayores porque tú te responsabilizas de todo: eres guionista, director, actor, decorador…

El destinatario final de toda novela es el público, ¿cómo está funcionando ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’?

Todavía no conocemos bien los datos relativos al marketing ni a la cuestión numérica. Pero el feedback que vengo recibiendo es muy bueno. Cada día me llega un mensaje, vía Facebook o Twitter, muy positivo, algo que no me esperaba.

¿La novela va dirigida concretamente a algún segmento de edad?

Siempre pensé que escribía una novela para treintañeros, pero he visto que hay gente de veinte años que se ve muy reflejada en ella y le gusta. La de treinta se siente muy identificada y la de los cuarenta está reviviendo otra vez su década anterior. También hay personas de cincuenta años que me dicen que ahora comprenden a sus hijos por primera vez. Pero la sorpresa me ha llegado por otro lado. Yo creía que había escrito una novela para hombres y resulta que las mujeres la están devorando, porque, a través de una comedia romántica, les explica lo que los hombres entendemos por una relación sentimental.

¿Y dónde está Enric Pardo en toda esta historia?

Yo me encuentro cerca de Álex, el protagonista, incluso mis amigos dicen que soy él. Sin embargo, pienso que le he dado a Natalia más cosas mías que a ningún otro personaje: tiene una moto, es profesora de cine, es divertida… como creo que soy yo [risas]. Álex es más guapo pero también está algo más perdido.

Hablando de Álex, su trayectoria parece la del prototipo de un hombre de 2012, ¿no?

Sí, vive las mismas etapas que nos pasan a nosotros sin darnos cuenta: amores, hijos, separaciones… Y Álex las atraviesa como si su vida fuese una montaña rusa: se enamora, se desenamora, se va, vuelve. Todo ese maremágnum de situaciones es lo que le otorga una sensación de realidad a la novela.

A la vez, la actitud de Álex parece un poquito miedosa.

Existe una gran diferencia entre lo que crees que quieres y lo que realmente quieres. Y descubrir eso es como una epifanía. De repente, te das cuenta y dices: he estado haciendo el idiota todo el tiempo hasta que he descubierto lo que realmente quería. Álex necesita una buena bofetada para darse cuenta de lo que busca.

Eres profesor de guiones cinematográficos, ¿qué piensan tus alumnos de la novela?

Los alumnos que han leído la novela me han comentado que es “muy Pardo”, muy mía. Y es que soy un profesor de guión algo diferente. No les trato como un profesor, no siento cátedra. Casi me siento como su hermano mayor. Les hablo como si estuviéramos reunidos en un bar en lugar de estar sentados en un aula. Les explico lo que me apasiona del cine y trato de enseñarles todas las técnicas narrativas que conozco y utilizo y, sobre todo, busco que no pierdan la ilusión y que exploten sus historias. Han de buscar sus propias experiencias porque de ahí van a extraer cosas muy valiosas.

Tu profesión te lleva a hacer un guiño al cine. Encontramos numerosas referencias cinematográficas en las páginas de ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’.

Me cuesta mucho explicar las cosas sin hacer referencia al cine. Una parte grande de mi experiencia pasa por ver películas o series de televisión. No recuerdo ni un solo día que no haya visto una peli o el capítulo de alguna serie. El cine me ha acompañado siempre a lo largo de mi vida y me ha explicado muchas cosas de la existencia.

¿La crisis nos está llevando a crear un mundo propio a través de la ficción, ya sea cinematográfica o literaria?

Vivimos una etapa tan jodida que la democracia se está viniendo abajo. Estamos viendo que lo que realmente manda es el dinero y la gente que lo tiene. Tenemos la necesidad de introducirnos en otro mundo durante un tiempo, una hora o dos, para olvidar la realidad y recordar que tenemos una sola vida y que hay que vivirla con la mayor cantidad de emociones posibles. Necesitamos el cine y los libros para sobrevivir.

El sexo está muy presente en ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’, incluso descubrimos en sus páginas una curiosa teoría: cada relación de pareja “tiene un número concreto de polvos”.

Es una teoría que alguien me explicó a mí y que yo he inculcado a Natalia. Cuando una pareja deja de follar es porque su relación está a punto de terminar y hay miedo de pegar el último polvo sin despedirse. Hay parejas a las que les ocurre lo contrario y, de repente, empiezan a follar hasta alcanzar el número de polvos que les corresponde. No sé si es una teoría real o no, pero a mí, al menos, me resulta divertida.

¿Qué es más triste: un polvo sin ganas o unas ganas sin polvo?

Está bien la pregunta y creo, sin duda, que unas ganas sin polvo son más tristes que un polvo sin ganas.

Aparece en sus páginas un término al menos curioso: "follamiga". ¿La "follamiga" es una mujer objeto, que se usa y se tira, como un kleenex?

Creo que no. Una follamiga es una persona que, si no surgen complicaciones sentimentales, siempre está disponible. Haces una llamada y tienes un desahogo excelente, sin malos rollos. Follamiga es un concepto que vale la pena reivindicar.

En el capítulo de ‘Agradecimientos’ opones la cultura de la ilusión a la del sacrificio.

Sí, es una dedicatoria dirigida a mis alumnos. Empecé siendo un profesor demasiado duro y descubrí que los chavales aprenden las cosas por si mismos y que las hacen a su tiempo. No podemos forzar ese proceso, lo que tienes que conseguir, ya lo dije antes, es que no pierdan su ilusión. Su clic sonará cuando toque.

La última: ¿volverás a escribir novela?

La experiencia me ha gustado mucho y creo que sí, siempre que esta primera novela no sea un descalabro y Mondadori quiera repetir. De hecho ya he comenzado a tomar notas para otra historia y, tal vez, este verano escriba algo. La idea que llevo es continuar dentro de este mismo género de comedia romántica, manteniendo el estilo y la voz, pero hablando de un tema diferente.

“Mi novela explica a las mujeres lo que los hombres entendemos por una relación sentimental”.

Enric Pardo, escritor
Herme Cerezo
jueves, 26 de julio de 2012, 08:30 h (CET)




Enric Pardo (1977, Onda, Castellón) es guionista y profesor de cine. Actualmente dirige el área de cine de la productora El Terrat y el departamento de Ficción TV de la ESCAC.

Pardo es el guionista y coordinador de guión de la serie de animación ‘Arròs covat’ (con la que ganó un premio Ondas), guionista de los largometrajes ‘Animals’, ‘El club de los buenos infieles’ y ‘Trash’, y del programa de sketches ‘Autoindefinits’.

Como profesor de la ESCAC ha impartido clases de guión, dramaturgia, series de ficción televisiva y proyectos de final de carrera. Como analista de guiones para TVE ha asesorado sobre más de cincuenta guiones de largometrajes. ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’ es su primera novela.

Cuando Álex conoce a Natalia su vida da un giro radical. No es que Álex crea demasiado en parejas ideales y medias naranjas, pero está harto de rollos esporádicos. Lo que de verdad necesita ahora es encontrar una chica y enamorarse y enamorarla, llenar con un ella un piso, sentar la cabeza… Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece, porque el mundo está lleno de otras chicas y, tal vez, Álex se sienta algo viejo si pierde el encanto de la vida del picaflores. A grandes rasgos estos son los parámetros por los que se mueve la primera novela de Enric Pardo, titulada ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’. Sobre ella, en un atardecer caluroso y plomizo, sentados a la sombra de un bar próximo a la orilla del río Turia, conversamos durante unos minutos.

Enric, comienzas la novela el día 31 de diciembre, Nochevieja, un día especial una fecha difícil.

Sí, es un día en el que estás obligado a pasártelo bien por muy mal que te encuentres. Has de olvidar tus problemas y convertirte en un tipo que ha de estar por encima de todo eso y participar a tope en el cotillón, divertirse. Además acudes a una fiesta en la que todo el mundo disimula porque a todos les ocurre lo mismo que a ti. Eso es lo que le sucede a Álex que se encuentra solo en la fiesta y, de golpe…

Ya. Eres guionista de series y de programas de televisión, ¿tu oficio condiciona la forma de escribir la novela?

Sin Título
He disfrutado mucho escribiendo la novela porque es un trabajo distinto a construir un guión. Pero he hecho algo de trampa porque sabía que, por mi forma de trabajar, había organizado un buen entramado de situaciones. Por otro lado, no hay casi descripciones y los diálogos desempeñan un papel muy importante. Todo eso me daba seguridad y me ofrecía una mochila de posibilidades que me ha permitido encarar este proyecto con una cierta seguridad. Ha sido un salto al vacío, pero menos.

¿Por qué te interesaba especialmente omitir descripciones?

Eso me viene de los guiones. En literatura, cuando no describes una situación consigues que el lector proyecte sus propias imágenes en el texto y eso es lo que me importaba. Por lo tanto, con mi escritura me he limitado a sugerirlas.

Entonces el hecho de escribir esta novela qué ha constituido para ti: ¿un reto o una nueva experiencia?

Al principio era un reto, porque yo le tenía mucho respeto a la novela, pero luego se ha convertido en una experiencia muy enriquecedora. Hay una gran diferencia entre escribir un guión y una novela. El guión es un medio, una parte del proceso creador en el que también intervienen otras personas, mientras que la novela es el resultado final. Escribir una novela son palabras mayores porque tú te responsabilizas de todo: eres guionista, director, actor, decorador…

El destinatario final de toda novela es el público, ¿cómo está funcionando ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’?

Todavía no conocemos bien los datos relativos al marketing ni a la cuestión numérica. Pero el feedback que vengo recibiendo es muy bueno. Cada día me llega un mensaje, vía Facebook o Twitter, muy positivo, algo que no me esperaba.

¿La novela va dirigida concretamente a algún segmento de edad?

Siempre pensé que escribía una novela para treintañeros, pero he visto que hay gente de veinte años que se ve muy reflejada en ella y le gusta. La de treinta se siente muy identificada y la de los cuarenta está reviviendo otra vez su década anterior. También hay personas de cincuenta años que me dicen que ahora comprenden a sus hijos por primera vez. Pero la sorpresa me ha llegado por otro lado. Yo creía que había escrito una novela para hombres y resulta que las mujeres la están devorando, porque, a través de una comedia romántica, les explica lo que los hombres entendemos por una relación sentimental.

¿Y dónde está Enric Pardo en toda esta historia?

Yo me encuentro cerca de Álex, el protagonista, incluso mis amigos dicen que soy él. Sin embargo, pienso que le he dado a Natalia más cosas mías que a ningún otro personaje: tiene una moto, es profesora de cine, es divertida… como creo que soy yo [risas]. Álex es más guapo pero también está algo más perdido.

Hablando de Álex, su trayectoria parece la del prototipo de un hombre de 2012, ¿no?

Sí, vive las mismas etapas que nos pasan a nosotros sin darnos cuenta: amores, hijos, separaciones… Y Álex las atraviesa como si su vida fuese una montaña rusa: se enamora, se desenamora, se va, vuelve. Todo ese maremágnum de situaciones es lo que le otorga una sensación de realidad a la novela.

A la vez, la actitud de Álex parece un poquito miedosa.

Existe una gran diferencia entre lo que crees que quieres y lo que realmente quieres. Y descubrir eso es como una epifanía. De repente, te das cuenta y dices: he estado haciendo el idiota todo el tiempo hasta que he descubierto lo que realmente quería. Álex necesita una buena bofetada para darse cuenta de lo que busca.

Eres profesor de guiones cinematográficos, ¿qué piensan tus alumnos de la novela?

Los alumnos que han leído la novela me han comentado que es “muy Pardo”, muy mía. Y es que soy un profesor de guión algo diferente. No les trato como un profesor, no siento cátedra. Casi me siento como su hermano mayor. Les hablo como si estuviéramos reunidos en un bar en lugar de estar sentados en un aula. Les explico lo que me apasiona del cine y trato de enseñarles todas las técnicas narrativas que conozco y utilizo y, sobre todo, busco que no pierdan la ilusión y que exploten sus historias. Han de buscar sus propias experiencias porque de ahí van a extraer cosas muy valiosas.

Tu profesión te lleva a hacer un guiño al cine. Encontramos numerosas referencias cinematográficas en las páginas de ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’.

Me cuesta mucho explicar las cosas sin hacer referencia al cine. Una parte grande de mi experiencia pasa por ver películas o series de televisión. No recuerdo ni un solo día que no haya visto una peli o el capítulo de alguna serie. El cine me ha acompañado siempre a lo largo de mi vida y me ha explicado muchas cosas de la existencia.

¿La crisis nos está llevando a crear un mundo propio a través de la ficción, ya sea cinematográfica o literaria?

Vivimos una etapa tan jodida que la democracia se está viniendo abajo. Estamos viendo que lo que realmente manda es el dinero y la gente que lo tiene. Tenemos la necesidad de introducirnos en otro mundo durante un tiempo, una hora o dos, para olvidar la realidad y recordar que tenemos una sola vida y que hay que vivirla con la mayor cantidad de emociones posibles. Necesitamos el cine y los libros para sobrevivir.

El sexo está muy presente en ‘Todas las chicas besan con los ojos cerrados’, incluso descubrimos en sus páginas una curiosa teoría: cada relación de pareja “tiene un número concreto de polvos”.

Es una teoría que alguien me explicó a mí y que yo he inculcado a Natalia. Cuando una pareja deja de follar es porque su relación está a punto de terminar y hay miedo de pegar el último polvo sin despedirse. Hay parejas a las que les ocurre lo contrario y, de repente, empiezan a follar hasta alcanzar el número de polvos que les corresponde. No sé si es una teoría real o no, pero a mí, al menos, me resulta divertida.

¿Qué es más triste: un polvo sin ganas o unas ganas sin polvo?

Está bien la pregunta y creo, sin duda, que unas ganas sin polvo son más tristes que un polvo sin ganas.

Aparece en sus páginas un término al menos curioso: "follamiga". ¿La "follamiga" es una mujer objeto, que se usa y se tira, como un kleenex?

Creo que no. Una follamiga es una persona que, si no surgen complicaciones sentimentales, siempre está disponible. Haces una llamada y tienes un desahogo excelente, sin malos rollos. Follamiga es un concepto que vale la pena reivindicar.

En el capítulo de ‘Agradecimientos’ opones la cultura de la ilusión a la del sacrificio.

Sí, es una dedicatoria dirigida a mis alumnos. Empecé siendo un profesor demasiado duro y descubrí que los chavales aprenden las cosas por si mismos y que las hacen a su tiempo. No podemos forzar ese proceso, lo que tienes que conseguir, ya lo dije antes, es que no pierdan su ilusión. Su clic sonará cuando toque.

La última: ¿volverás a escribir novela?

La experiencia me ha gustado mucho y creo que sí, siempre que esta primera novela no sea un descalabro y Mondadori quiera repetir. De hecho ya he comenzado a tomar notas para otra historia y, tal vez, este verano escriba algo. La idea que llevo es continuar dentro de este mismo género de comedia romántica, manteniendo el estilo y la voz, pero hablando de un tema diferente.

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