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Y encima un Departamento de Seguridad Nacional. Apesta.

Calla o te reviento

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“Empleado público, cállate, bájate los pantalones y ponte en posición de recibir por detrás, que ahora voy yo, tu amo y señor, y te dejo el culo como un bebedero de patos. Te recomiendo que te coloques un esparadrapo en la boca o, si así lo prefieres, muerdas un lápiz. Eso no te mitigará el dolor pero conseguirás que yo no te oiga. Porque, para que lo sepas, como se te ocurra protestar mientras la estoy metiendo, te expediento y te dejo en la puñetera calle. ¿Te has enterado o te hago un croquis? Aplícate el cuento, que voy a por ti, no voy a tolerar que te salgas del redil, borrego vago y ocioso. Obedece y punto.”

Lo que acabáis de leer es una traducción libre de los comunicados emitidos por los que mandan el pasado jueves 19 de julio, uno en una nota del Ministerio de Presidencia, firmada por el subsecretario Jaime Pérez Renovales, y el otro en una circular del Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales, ésta rubricada por el Director del Injuve Rubén Urosa Sánchez. No tienen desperdicio, de veras. En la primera se advierte sobre las concentraciones. No me montéis un pollo, que lo desplumo, me lo como y a vosotros os fulmino. La otra es más grave aún si cabe. Literalmente dice que "la formulación de críticas u opiniones sobre las medidas que el Gobierno de la nación proyecta adoptar en el ejercicio de sus funciones, realizadas durante el desempeño del puesto de trabajo, no resulta compatible con los deberes que incumben a los empleados públicos, inspirados en los principios de objetividad, neutralidad, imparcialidad y dedicación al servicio público. En lo sucesivo, tales críticas, formuladas al margen de los cauces de representación y participación de los empleados públicos, se pondrán en conocimiento de la Inspección General de Servicios del Departamento, por si fuera constitutiva de falta disciplinaria, sancionable conforme a lo previsto en el Estatuto Básico del Empleado Público". El mismo Estatuto que se están pasando por el forro.

Para prenderle fuego a todo. Si es que ya no es la imposición de una mordaza, ni la violación grosera de la libertad de expresión, ni hacérselo encima de los derechos de los trabajadores, ni tan siquiera un acto de cobardía, mezquindad y vileza. Es, simple y llanamente, fascismo institucional. Apagar la voz del empleado público, amenazarle y asustarle para poder seguir con el latrocinio. Silenciar su protesta y así continuar con la aniquilación del Estado sin la oposición necesaria de los que conocen mejor que nadie quiénes son, cómo lo hacen, cuánto levantan, cuándo se lo llevan y dónde lo esconden. Un caudal infinito de información que conduce sin desvío hacia los culpables de nuestra ruina, la casta política. Y eso es lo que temen y por eso han decidido sacar este látigo.

Concluyo, que la hiel me llega hasta los lagrimales. Médico, bombero, peón, ingeniero, militar, administrativo, maestro, jardinero, policía, empleado público en general. Vaselina y paciencia, o acabarás en un campo de concentración. Lo dice tu Gobierno.

Calla o te reviento

Y encima un Departamento de Seguridad Nacional. Apesta.
Tomás Salinas
martes, 24 de julio de 2012, 07:21 h (CET)
“Empleado público, cállate, bájate los pantalones y ponte en posición de recibir por detrás, que ahora voy yo, tu amo y señor, y te dejo el culo como un bebedero de patos. Te recomiendo que te coloques un esparadrapo en la boca o, si así lo prefieres, muerdas un lápiz. Eso no te mitigará el dolor pero conseguirás que yo no te oiga. Porque, para que lo sepas, como se te ocurra protestar mientras la estoy metiendo, te expediento y te dejo en la puñetera calle. ¿Te has enterado o te hago un croquis? Aplícate el cuento, que voy a por ti, no voy a tolerar que te salgas del redil, borrego vago y ocioso. Obedece y punto.”

Lo que acabáis de leer es una traducción libre de los comunicados emitidos por los que mandan el pasado jueves 19 de julio, uno en una nota del Ministerio de Presidencia, firmada por el subsecretario Jaime Pérez Renovales, y el otro en una circular del Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales, ésta rubricada por el Director del Injuve Rubén Urosa Sánchez. No tienen desperdicio, de veras. En la primera se advierte sobre las concentraciones. No me montéis un pollo, que lo desplumo, me lo como y a vosotros os fulmino. La otra es más grave aún si cabe. Literalmente dice que "la formulación de críticas u opiniones sobre las medidas que el Gobierno de la nación proyecta adoptar en el ejercicio de sus funciones, realizadas durante el desempeño del puesto de trabajo, no resulta compatible con los deberes que incumben a los empleados públicos, inspirados en los principios de objetividad, neutralidad, imparcialidad y dedicación al servicio público. En lo sucesivo, tales críticas, formuladas al margen de los cauces de representación y participación de los empleados públicos, se pondrán en conocimiento de la Inspección General de Servicios del Departamento, por si fuera constitutiva de falta disciplinaria, sancionable conforme a lo previsto en el Estatuto Básico del Empleado Público". El mismo Estatuto que se están pasando por el forro.

Para prenderle fuego a todo. Si es que ya no es la imposición de una mordaza, ni la violación grosera de la libertad de expresión, ni hacérselo encima de los derechos de los trabajadores, ni tan siquiera un acto de cobardía, mezquindad y vileza. Es, simple y llanamente, fascismo institucional. Apagar la voz del empleado público, amenazarle y asustarle para poder seguir con el latrocinio. Silenciar su protesta y así continuar con la aniquilación del Estado sin la oposición necesaria de los que conocen mejor que nadie quiénes son, cómo lo hacen, cuánto levantan, cuándo se lo llevan y dónde lo esconden. Un caudal infinito de información que conduce sin desvío hacia los culpables de nuestra ruina, la casta política. Y eso es lo que temen y por eso han decidido sacar este látigo.

Concluyo, que la hiel me llega hasta los lagrimales. Médico, bombero, peón, ingeniero, militar, administrativo, maestro, jardinero, policía, empleado público en general. Vaselina y paciencia, o acabarás en un campo de concentración. Lo dice tu Gobierno.

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