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Coordinadamente, al mismo tiempo que el régimen sirio se tambalea, el cerco militar se cierra sobre Irán

Pearl Harbor again?

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La marina norteamericana concentró la mayor parte de sus barcos obsoletos en Pearl Harbor mientras la Casa Blanca sostenía un embargo de petróleo sobre Japón que lo asfixiaba económicamente, dejándole expeditas únicamente dos vías: la guerra o la sumisión a los intereses del imperio del sol poniente. Los japoneses optaron por la guerra, atacando por sorpresa Pearl Harbor y destruyendo la mayor parte de los buques de guerra que allí estaban fondeados, pareciendo que habían infligido un daño irreversible al enemigo. Nada que ver. Lejos de producirle daño alguno o de vencer aquel arrogante “a ver si te atreves” que le había lanzado el imperio del sol poniente norteamericano, lo que hicieron fue darle la justificación para encentar el jamón de la guerra en el Pacífico y Asia, además de resolver definitivamente la depresión que sufría el gigante de América al poner al 100% en marcha lo que de ahí en más sería su industria fundamental: la militar. No sólo resolvía esta guerra el desempleo masivo que asolaba los ámbitos norteamericanos, sino que esa misma guerra serviría para deshacerse de multitud de jóvenes sin futuro y sentar las bases de un dominio mundial basado en la industria militar. Desde antes, mucho antes del ataque japonés, la industria militar ya estaba produciendo incontables buques dotados con la mejor tecnología del momento, las cadenas de producción de vehículos militares y aviones estaba a pleno rendimiento y ya eran capaces no sólo de desbordar a los japoneses, convirtiendo su aparente victoria en Pearl Harbor en pírrica, sino a ellos, a los alemanes y los italianos juntos, llegando a producir hasta 20 veces el total de armas, buques y aviones de los países del Eje.

Esta misma estrategia parece estarse repitiendo ahora punto por punto en el Golfo Pérsico. Irán está asediada, cercada y asfixiada económicamente por el bloqueo impuesto, y la caída previsible del régimen sirio en un futuro inmediato está coincidiendo con el despliegue en el Golfo Pérsico de la mayor flota militar del imperio del sol poniente junto con las de sus aliados, en una especie de reto al modo y manera del ya conocido “a ver si te atreves.” Irán, después de los últimos movimientos desesperados de los ayatolás, quienes han llegado a repartir entre sus tropas folletos que les animan a prepararse para el regreso del Madhi y el Fin del Mundo, parecen haber comprendido que están ante una situación idéntica a la de Japón en las fechas previas a la II Guerra Mundial y que únicamente les quedan dos opciones: la guerra o el sometimiento al imperio del sol poniente. Lo previsible, dado el desarrollo de los acontecimientos y el fanatismo mesiánico del régimen iraní, es la guerra. Saben, por experiencia, que si no mueven ficha enseguida les van a condenar el paisaje social con infiltrados no sólo como ya tienen en tu territorio con los Cuerpos de Operaciones Especiales de algunas potencias aliadas de EEUU e Israel, sino con toda suerte de movimientos mercenarios como los que están logrando destruir Siria y antes que a ella lo hicieron con Egipto, Túnez, Libia o Yemen.

Es muy probable que, en la actual tesitura, Irán se decante por el "quien golpea primero, lo hace dos veces" a que le están empujando. Todas las líneas rojas que trazaron han sido sobrepasadas ya, y ya no queda un rincón en el que guarecerse del inminente conflicto. Incluso las maniobras que están llevando a cabo los aliados del imperio del sol poniente, tras recibir ingentes cantidades de nuevos apoyos en forma de más buques de guerra, submarinos, drones, empresas subcontratadas de mercenarios e incluso armas misilísticas, probablemente dotadas o con capacidad para portar cabezas nucleares, parecen ser el último órdago antes de que se abran las puertas del infierno. Es, dicho en román paladino, toda una invitación a que Irán aseste el primer golpe, a imagen como en su momento le obligaron a Japón. Si Irán se atreviera a ello, casi con total seguridad que infligiría una severa derrota a sus potenciales agresores en un primer estadio, pero sería una victoria tan pírrica como la de Japón en Pearl Harbor. Lo que lograrían, con toda seguridad, sería enviar al fondo del Golfo Pérsico a todas las armas obsoletas del imperio y sus aliados, y facultarlos para abrir sus santabárbaras y sacar de ellas el armamento de última generación que catapultará a este imperio al dominio mundial. “¿Quién como la Bestia y quién podrá luchar contra ella?”, dice la Biblia que dirán los pueblos de todo el planeta ante tal despliegue de fuerzas y semejante capacidad de destrucción, pues quien está medianamente informado sobre el armamento de última generación sabe que nada tiene que ver con el convencional actual, abarcando desde las armas geodésicas a las de pulso, plasma y cuánticas. Lo mismo que Japón, vaya, pero con las últimas tecnologías bien aplicadas y mejor desarrolladas, ante las que las convencionales nada tiene que hacer, a imagen como no se puede derribar un caza a pedradas.

Que las potencias nucleares vecinas se inmiscuyan en el conflicto, pudiera no ser relevante para los planes finales, aunque hubiera algunas escaramuzas nucleares que afectaran a algunos o a muchos países que se creen a salvo de este conflicto. Sólo implicaría, además de una reducción considerable de la población mundial –cosa que les viene muy bien-, una victoria final mucho más aplastante. No sólo sería la base de la solución a esta crisis inventada que está poniendo al mundo en semejante tesitura, sino que sería el fundamento para establecer el tan ansiado gobierno mundial, la religión única mundial y el nuevo sistema global, curiosamente y para sorpresa de muchos de connotaciones comunistas, dirigida por un Soviet Supremo encarnado en quienes controlan actualmente las finanzas mundiales y quienes han desarrollado paso a paso el escenario en que en este momento se desenvuelven todas las nacionales.

Como curiosidad, y para finalizar este artículo, permítanme relatarles un episodio que pudiera tener mucho que ver con esto. No hace demasiado tiempo, en el programa radiofónico norteamericano “De costa a costa” llamó un personaje que parecía particularmente angustiado, el cual, sin identificarse ni decir a quién se refería concretamente con sus manifestaciones, con voz entrecortada por el pánico y previsiblemente llorando de miedo, dijo que había tenido acceso a ciertos planes que preveían un conflicto mundial que tenía por objeto la destrucción de los mayores centros de población del mundo y la implantación de un régimen dictatorial global, siendo para "ellos" tanto más sencilla su materialización si los supervivientes del conflicto eran escasos y estaban profundamente chocados. Un loco, pensarán muchos de ustedes, de los muchos que hay en el mundo. Y pudiera ser, sí. Sin embargo, pregunté a algunos amigos psicólogos y psiquiatras que qué les parecía, y me dijeron, para mi asombro, que había cosas que podían fingirse y otras que no, y que ese individuo, en el entender de casi todos los que consulté, creía a carta cabal lo que decía y que su pánico era genuino. Termino el artículo informándoles de que ese individuo, que decía sentirse perseguido con absoluta proximidad, a punto de ser capturado y con serio temor por su vida y la de los suyos, interrumpió la comunicación tras lo que pareció ser un forcejeo. No se supo más. Probablemente un actor estupendo capaz de engañar a psicólogos o psiquiatras, o quizás no. Piénsenlo. No creo que haga falta añadir de quién tenía miedo y a los planes de quién se refería.

Como les dije en anteriores artículos, el tiempo se está acelerando de tal manera que lo terrible de hoy, mañana nos parecerá que era una fiesta. Pearl Harbor again?... May be.

Pearl Harbor again?

Coordinadamente, al mismo tiempo que el régimen sirio se tambalea, el cerco militar se cierra sobre Irán
Ángel Ruiz Cediel
jueves, 19 de julio de 2012, 09:50 h (CET)
La marina norteamericana concentró la mayor parte de sus barcos obsoletos en Pearl Harbor mientras la Casa Blanca sostenía un embargo de petróleo sobre Japón que lo asfixiaba económicamente, dejándole expeditas únicamente dos vías: la guerra o la sumisión a los intereses del imperio del sol poniente. Los japoneses optaron por la guerra, atacando por sorpresa Pearl Harbor y destruyendo la mayor parte de los buques de guerra que allí estaban fondeados, pareciendo que habían infligido un daño irreversible al enemigo. Nada que ver. Lejos de producirle daño alguno o de vencer aquel arrogante “a ver si te atreves” que le había lanzado el imperio del sol poniente norteamericano, lo que hicieron fue darle la justificación para encentar el jamón de la guerra en el Pacífico y Asia, además de resolver definitivamente la depresión que sufría el gigante de América al poner al 100% en marcha lo que de ahí en más sería su industria fundamental: la militar. No sólo resolvía esta guerra el desempleo masivo que asolaba los ámbitos norteamericanos, sino que esa misma guerra serviría para deshacerse de multitud de jóvenes sin futuro y sentar las bases de un dominio mundial basado en la industria militar. Desde antes, mucho antes del ataque japonés, la industria militar ya estaba produciendo incontables buques dotados con la mejor tecnología del momento, las cadenas de producción de vehículos militares y aviones estaba a pleno rendimiento y ya eran capaces no sólo de desbordar a los japoneses, convirtiendo su aparente victoria en Pearl Harbor en pírrica, sino a ellos, a los alemanes y los italianos juntos, llegando a producir hasta 20 veces el total de armas, buques y aviones de los países del Eje.

Esta misma estrategia parece estarse repitiendo ahora punto por punto en el Golfo Pérsico. Irán está asediada, cercada y asfixiada económicamente por el bloqueo impuesto, y la caída previsible del régimen sirio en un futuro inmediato está coincidiendo con el despliegue en el Golfo Pérsico de la mayor flota militar del imperio del sol poniente junto con las de sus aliados, en una especie de reto al modo y manera del ya conocido “a ver si te atreves.” Irán, después de los últimos movimientos desesperados de los ayatolás, quienes han llegado a repartir entre sus tropas folletos que les animan a prepararse para el regreso del Madhi y el Fin del Mundo, parecen haber comprendido que están ante una situación idéntica a la de Japón en las fechas previas a la II Guerra Mundial y que únicamente les quedan dos opciones: la guerra o el sometimiento al imperio del sol poniente. Lo previsible, dado el desarrollo de los acontecimientos y el fanatismo mesiánico del régimen iraní, es la guerra. Saben, por experiencia, que si no mueven ficha enseguida les van a condenar el paisaje social con infiltrados no sólo como ya tienen en tu territorio con los Cuerpos de Operaciones Especiales de algunas potencias aliadas de EEUU e Israel, sino con toda suerte de movimientos mercenarios como los que están logrando destruir Siria y antes que a ella lo hicieron con Egipto, Túnez, Libia o Yemen.

Es muy probable que, en la actual tesitura, Irán se decante por el "quien golpea primero, lo hace dos veces" a que le están empujando. Todas las líneas rojas que trazaron han sido sobrepasadas ya, y ya no queda un rincón en el que guarecerse del inminente conflicto. Incluso las maniobras que están llevando a cabo los aliados del imperio del sol poniente, tras recibir ingentes cantidades de nuevos apoyos en forma de más buques de guerra, submarinos, drones, empresas subcontratadas de mercenarios e incluso armas misilísticas, probablemente dotadas o con capacidad para portar cabezas nucleares, parecen ser el último órdago antes de que se abran las puertas del infierno. Es, dicho en román paladino, toda una invitación a que Irán aseste el primer golpe, a imagen como en su momento le obligaron a Japón. Si Irán se atreviera a ello, casi con total seguridad que infligiría una severa derrota a sus potenciales agresores en un primer estadio, pero sería una victoria tan pírrica como la de Japón en Pearl Harbor. Lo que lograrían, con toda seguridad, sería enviar al fondo del Golfo Pérsico a todas las armas obsoletas del imperio y sus aliados, y facultarlos para abrir sus santabárbaras y sacar de ellas el armamento de última generación que catapultará a este imperio al dominio mundial. “¿Quién como la Bestia y quién podrá luchar contra ella?”, dice la Biblia que dirán los pueblos de todo el planeta ante tal despliegue de fuerzas y semejante capacidad de destrucción, pues quien está medianamente informado sobre el armamento de última generación sabe que nada tiene que ver con el convencional actual, abarcando desde las armas geodésicas a las de pulso, plasma y cuánticas. Lo mismo que Japón, vaya, pero con las últimas tecnologías bien aplicadas y mejor desarrolladas, ante las que las convencionales nada tiene que hacer, a imagen como no se puede derribar un caza a pedradas.

Que las potencias nucleares vecinas se inmiscuyan en el conflicto, pudiera no ser relevante para los planes finales, aunque hubiera algunas escaramuzas nucleares que afectaran a algunos o a muchos países que se creen a salvo de este conflicto. Sólo implicaría, además de una reducción considerable de la población mundial –cosa que les viene muy bien-, una victoria final mucho más aplastante. No sólo sería la base de la solución a esta crisis inventada que está poniendo al mundo en semejante tesitura, sino que sería el fundamento para establecer el tan ansiado gobierno mundial, la religión única mundial y el nuevo sistema global, curiosamente y para sorpresa de muchos de connotaciones comunistas, dirigida por un Soviet Supremo encarnado en quienes controlan actualmente las finanzas mundiales y quienes han desarrollado paso a paso el escenario en que en este momento se desenvuelven todas las nacionales.

Como curiosidad, y para finalizar este artículo, permítanme relatarles un episodio que pudiera tener mucho que ver con esto. No hace demasiado tiempo, en el programa radiofónico norteamericano “De costa a costa” llamó un personaje que parecía particularmente angustiado, el cual, sin identificarse ni decir a quién se refería concretamente con sus manifestaciones, con voz entrecortada por el pánico y previsiblemente llorando de miedo, dijo que había tenido acceso a ciertos planes que preveían un conflicto mundial que tenía por objeto la destrucción de los mayores centros de población del mundo y la implantación de un régimen dictatorial global, siendo para "ellos" tanto más sencilla su materialización si los supervivientes del conflicto eran escasos y estaban profundamente chocados. Un loco, pensarán muchos de ustedes, de los muchos que hay en el mundo. Y pudiera ser, sí. Sin embargo, pregunté a algunos amigos psicólogos y psiquiatras que qué les parecía, y me dijeron, para mi asombro, que había cosas que podían fingirse y otras que no, y que ese individuo, en el entender de casi todos los que consulté, creía a carta cabal lo que decía y que su pánico era genuino. Termino el artículo informándoles de que ese individuo, que decía sentirse perseguido con absoluta proximidad, a punto de ser capturado y con serio temor por su vida y la de los suyos, interrumpió la comunicación tras lo que pareció ser un forcejeo. No se supo más. Probablemente un actor estupendo capaz de engañar a psicólogos o psiquiatras, o quizás no. Piénsenlo. No creo que haga falta añadir de quién tenía miedo y a los planes de quién se refería.

Como les dije en anteriores artículos, el tiempo se está acelerando de tal manera que lo terrible de hoy, mañana nos parecerá que era una fiesta. Pearl Harbor again?... May be.

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Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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