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Honduras y Paraguay

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Estos son los únicos países latinoamericanos en los cuales un presidente constitucional fue depuesto antes de terminar su mandato creando una situación que muchos vecinos califican de ‘golpe’ y que ha llevado a sanciones internacionales.

Ambas pequeñas naciones hispanas y mestizas comparten el haber tenido un mandatario centro-izquierdista que fue substituido por un representante del mismo partido tradicional liberal que inicialmente fue su principal soporte partidario, pero el cual terminó aliado y sirviendo a sus antiguos oponentes de derecha.

Tanto el hondurenho Mel Zelaya como el paraguayo Fernando Lugo fueron los primeros mandatarios izquierdistas en sus respectivas naciones y FFAA conservadoras y con una extrema desigual distribución de la propiedad rural. Pese a que ambos intentaron apuntalarse en los sindicatos, éstos allí no fueron muy fuertes como para radicalizar el proceso o hacer mucho cuando esos presidentes fueron echados.

En el caso hondureño, Zelaya fue depuesto por un cuartelazo que lo sacó en piyama de palacio en una madrugada para ponerlo en un avión y luego instar al parlamento a que acepte los hechos consumados y nomine a su líder como el nuevo mandatario.

En Paraguay la acción fue mucho más sofisticada. Las FFAA no se involucraron abiertamente ni han arrestado al mandatario constitucional Lugo,el cual fue removido mediante un recurso que la constitución avala (el impeachment parlamentario), aunque lo que se cuestiona es la extrema rapidéz de éste (poco más de 24 horas) y el poco tiempo que se le dio al jefe de Estado para defenderse (2 horas).

Si Zelaya siguió proclamándose como presidente y representando como tal a su nación en varios foros internacionales, Lugo aceptó el veredicto y pasó a la oposición donde ha formado su propio gabinete y pide que la corte anule el proceso por ser indebido y que se apliquen sanciones internacionales.

Zelaya hizo que su país entrase a la ALBA aunque Lugo no, reduciéndose a vertebrar acuerdos petroleros y comerciales con Caracas. Pese a que Lugo es visto internacionalmente como un ex obispo más ‘moderado’ que los del eje Chávez-Castro-Correa-Morales-Ortega y es el presidente de UNASUR, la reacción internacional ha sido más cauta.

Ello obedece, aparte de las razones arriba explicadas, también al rol del Brasil, la mayor potencia latinoamericana, la cual ante Honduras adoptó una actitud dura y asiló en su embajada a Zelaya (buscando así expandir su influencia sobre una Centroamérica con poca presencia carioca), mientras que en Paraguay (donde tiene poderosos intereses económicos y geopolíticos) Brasil siempre ha tenido buenos lazos con el partido Colorado, autor de la destitución de Lugo.

Los colorados paraguayos esperan que se repita el escenario hondureño, donde los conservadores usaron el breve interludio liberal para ganar las elecciones y legitimarze internacionalmente.

Honduras y Paraguay

Isaac Bigio
viernes, 6 de julio de 2012, 06:38 h (CET)

Estos son los únicos países latinoamericanos en los cuales un presidente constitucional fue depuesto antes de terminar su mandato creando una situación que muchos vecinos califican de ‘golpe’ y que ha llevado a sanciones internacionales.

Ambas pequeñas naciones hispanas y mestizas comparten el haber tenido un mandatario centro-izquierdista que fue substituido por un representante del mismo partido tradicional liberal que inicialmente fue su principal soporte partidario, pero el cual terminó aliado y sirviendo a sus antiguos oponentes de derecha.

Tanto el hondurenho Mel Zelaya como el paraguayo Fernando Lugo fueron los primeros mandatarios izquierdistas en sus respectivas naciones y FFAA conservadoras y con una extrema desigual distribución de la propiedad rural. Pese a que ambos intentaron apuntalarse en los sindicatos, éstos allí no fueron muy fuertes como para radicalizar el proceso o hacer mucho cuando esos presidentes fueron echados.

En el caso hondureño, Zelaya fue depuesto por un cuartelazo que lo sacó en piyama de palacio en una madrugada para ponerlo en un avión y luego instar al parlamento a que acepte los hechos consumados y nomine a su líder como el nuevo mandatario.

En Paraguay la acción fue mucho más sofisticada. Las FFAA no se involucraron abiertamente ni han arrestado al mandatario constitucional Lugo,el cual fue removido mediante un recurso que la constitución avala (el impeachment parlamentario), aunque lo que se cuestiona es la extrema rapidéz de éste (poco más de 24 horas) y el poco tiempo que se le dio al jefe de Estado para defenderse (2 horas).

Si Zelaya siguió proclamándose como presidente y representando como tal a su nación en varios foros internacionales, Lugo aceptó el veredicto y pasó a la oposición donde ha formado su propio gabinete y pide que la corte anule el proceso por ser indebido y que se apliquen sanciones internacionales.

Zelaya hizo que su país entrase a la ALBA aunque Lugo no, reduciéndose a vertebrar acuerdos petroleros y comerciales con Caracas. Pese a que Lugo es visto internacionalmente como un ex obispo más ‘moderado’ que los del eje Chávez-Castro-Correa-Morales-Ortega y es el presidente de UNASUR, la reacción internacional ha sido más cauta.

Ello obedece, aparte de las razones arriba explicadas, también al rol del Brasil, la mayor potencia latinoamericana, la cual ante Honduras adoptó una actitud dura y asiló en su embajada a Zelaya (buscando así expandir su influencia sobre una Centroamérica con poca presencia carioca), mientras que en Paraguay (donde tiene poderosos intereses económicos y geopolíticos) Brasil siempre ha tenido buenos lazos con el partido Colorado, autor de la destitución de Lugo.

Los colorados paraguayos esperan que se repita el escenario hondureño, donde los conservadores usaron el breve interludio liberal para ganar las elecciones y legitimarze internacionalmente.

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