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Los sectores más concientizados de la política paraguaya acusan al gobierno de Lugo de emprender una campaña de exterminio contra ellos

Fernando Lugo. Un Cura Nazi al descubierto

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Todo parece indicar que tras casi un quinquenio de mentiras, vacilaciones y encubrimientos, la izquierda latinoamericana finalmente cayó en cuenta de que nunca mentimos cuando afirmamos que Lugo era apenas uno más de tantos fantoches de la derecha y las embajadas que llegaba al gobierno en Paraguay, bajo un falso ropaje de “izquierdista”. El analista Carlos Aznarez, de Alba TV, observa asombrado que “No satisfechos con la masacre gestada por las fuerzas policiales, en el desalojo de los campesinos de Curuguaty, el gobierno de Fernando Lugo ha ordenado y enviado fuerzas militares para que se sumen a los cientos de policías que peinan la zona”, poniendo en evidencia que sigue optando por la solución represiva del drama campesino.  Para este analista, está claro que el gobierno de Lugo solo busca exterminar a los sectores más concientizados y combativos del campesinado paraguayo. La actitud de Lugo, sus contramarchas y pactos con la ultraderecha paraguaya, no difieren mucho de los contubernios de los Obispos Nazis con Hitler, en los años del Tercer Reich. De igual manera, como lo expresa el EPP, “El clero católico del siglo  XIX ya tenía consigo todos los vicios del clero paraguayo del  siglo XXI”.Alcides Oviedo cita al respecto, en su nuevo libro aún inédito,  la cita de un cronista de la época que escribió: “El clero, tanto regular y secular, era, con pocas excepciones, hipócritas en exceso, y caía en todas las irregularidades que generalmente acompañan a la superstición. Los  curas y los monjes vivían públicamente en estado de concubinato, y lejos de  avergonzarse de proceder así, se los conocía como vanagloriándose de ello. El Prior de los dominicos, entre otros, me dijo que era el padre de veintidós hijos de diferentes madres”.Se aprovechaban de que “los paraguayos reverenciaban a un pa´i como al inmediato representante de Dios; ellos ciegamente, sin dudas ni preguntas seguían las instrucciones que se les daban y hacían todo aquello que se les pedía que hicieran”.Aprovechándose de esta idiosincrasia, el movimiento que llevó a Lugo al gobierno de Paraguay contaminó la política con la simbología religiosa y para intentar atenuar el engaño ante la comunidad internacional y los medios, urdió el gran engaño del fraudulento “obispo de los pobres” y teólogo de la liberación.

La abogada Daisy Irala Toledo publicó en las redes sociales un interesante compendio de la forma en que el gobierno de Lugo ha aplicado, uno por uno, todos los principios de la propaganda Nazi establecidos por Goebbels.   Sobre el tema de apelar a la religión , ya Goebbels había establecido el “Principio de la transfusión”, cuya idea se basaba en que “ Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea un mito nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”.Nada más cercano al abuso que realizó el luguismo del arraigo en Paraguay del pensamiento mágico, la tradición machista y la cultura autoritaria para engañar a las masas.

Tampoco fue olvidado el “Principio de orquestación”, que establecía que  “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite mil veces, acaba por convertirse en verdad”.La aplicación práctica del “Principio de la vulgarización” fue evidente en sus fundamentaciones burdas e infantiles para justificar sus propias debilidades: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

El “Principio de la silenciación”, que establecía “Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines” finalmente acabó siendo el primero en caducar.   Ya toda la izquierda de Latinoamérica es conciente del gran fraude que representó arropar a Lugo.

Es que ya Lincoln percibió que no se puede engañar a todos, todo el tiempo.

Fernando Lugo. Un Cura Nazi al descubierto

Los sectores más concientizados de la política paraguaya acusan al gobierno de Lugo de emprender una campaña de exterminio contra ellos
Luis Agüero Wagner
miércoles, 20 de junio de 2012, 07:05 h (CET)
Todo parece indicar que tras casi un quinquenio de mentiras, vacilaciones y encubrimientos, la izquierda latinoamericana finalmente cayó en cuenta de que nunca mentimos cuando afirmamos que Lugo era apenas uno más de tantos fantoches de la derecha y las embajadas que llegaba al gobierno en Paraguay, bajo un falso ropaje de “izquierdista”. El analista Carlos Aznarez, de Alba TV, observa asombrado que “No satisfechos con la masacre gestada por las fuerzas policiales, en el desalojo de los campesinos de Curuguaty, el gobierno de Fernando Lugo ha ordenado y enviado fuerzas militares para que se sumen a los cientos de policías que peinan la zona”, poniendo en evidencia que sigue optando por la solución represiva del drama campesino.  Para este analista, está claro que el gobierno de Lugo solo busca exterminar a los sectores más concientizados y combativos del campesinado paraguayo. La actitud de Lugo, sus contramarchas y pactos con la ultraderecha paraguaya, no difieren mucho de los contubernios de los Obispos Nazis con Hitler, en los años del Tercer Reich. De igual manera, como lo expresa el EPP, “El clero católico del siglo  XIX ya tenía consigo todos los vicios del clero paraguayo del  siglo XXI”.Alcides Oviedo cita al respecto, en su nuevo libro aún inédito,  la cita de un cronista de la época que escribió: “El clero, tanto regular y secular, era, con pocas excepciones, hipócritas en exceso, y caía en todas las irregularidades que generalmente acompañan a la superstición. Los  curas y los monjes vivían públicamente en estado de concubinato, y lejos de  avergonzarse de proceder así, se los conocía como vanagloriándose de ello. El Prior de los dominicos, entre otros, me dijo que era el padre de veintidós hijos de diferentes madres”.Se aprovechaban de que “los paraguayos reverenciaban a un pa´i como al inmediato representante de Dios; ellos ciegamente, sin dudas ni preguntas seguían las instrucciones que se les daban y hacían todo aquello que se les pedía que hicieran”.Aprovechándose de esta idiosincrasia, el movimiento que llevó a Lugo al gobierno de Paraguay contaminó la política con la simbología religiosa y para intentar atenuar el engaño ante la comunidad internacional y los medios, urdió el gran engaño del fraudulento “obispo de los pobres” y teólogo de la liberación.

La abogada Daisy Irala Toledo publicó en las redes sociales un interesante compendio de la forma en que el gobierno de Lugo ha aplicado, uno por uno, todos los principios de la propaganda Nazi establecidos por Goebbels.   Sobre el tema de apelar a la religión , ya Goebbels había establecido el “Principio de la transfusión”, cuya idea se basaba en que “ Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea un mito nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”.Nada más cercano al abuso que realizó el luguismo del arraigo en Paraguay del pensamiento mágico, la tradición machista y la cultura autoritaria para engañar a las masas.

Tampoco fue olvidado el “Principio de orquestación”, que establecía que  “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite mil veces, acaba por convertirse en verdad”.La aplicación práctica del “Principio de la vulgarización” fue evidente en sus fundamentaciones burdas e infantiles para justificar sus propias debilidades: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

El “Principio de la silenciación”, que establecía “Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines” finalmente acabó siendo el primero en caducar.   Ya toda la izquierda de Latinoamérica es conciente del gran fraude que representó arropar a Lugo.

Es que ya Lincoln percibió que no se puede engañar a todos, todo el tiempo.

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