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Me da la impresión de que don Felipe se ha metido en un jardín

El jefe del Estado y el artículo 56 de la Constitución

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Antiguamente se decía que era un país de misa diaria en donde no se paraba de blasfemar. Hoy podemos decir que España es el país de los constitucionalistas que no pierden ocasión para burlarse de la Constitución: primero, PP y PSOE con el artículo 135 y ayer el Jefe del Estado pasándose el artículo 56 por el burladero a puerta gayola.

El artículo 56 de la Constitución obliga al Jefe del Estado a ser árbitro institucional y no juez y parte, que es como se presentó ayer don Felipe ante el soberano pueblo. Repitiendo en lo sustancial lo ya dicho anteriormente por distintos miembros del Gobierno, omitió toda apelación al diálogo y dejó en el olvido a los centenares de heridos en la jornada de referéndum ilegal. Claro, que siempre es preferible el silencio a la compasión retórica.

Que el Parlament de Catalunya se ha apartado de la Constitución es una obviedad y huelga decir que el Estado ha de tomar cartas en el asunto. Pero el arbitraje no significa actuar como ariete de parte. Don Felipe ha pretendido emular a su padre, pero una cosa es un golpe de Estado que pretendió devolvernos a la dictadura y otra cosa es una rebelión independentista a la que no se ha querido hacer frente por medio del diálogo. Y llega tarde. El 1-O asistimos a una manifestación popular que no llegó a cobrar las dimensiones de la Gloriosa. Me da la impresión de que don Felipe se ha metido en un jardín. No se me ocurre otra solución que la convocatoria inmediata de elecciones al Parlament de Catalunya.

El jefe del Estado y el artículo 56 de la Constitución

Me da la impresión de que don Felipe se ha metido en un jardín
Mario López
jueves, 5 de octubre de 2017, 00:11 h (CET)
Antiguamente se decía que era un país de misa diaria en donde no se paraba de blasfemar. Hoy podemos decir que España es el país de los constitucionalistas que no pierden ocasión para burlarse de la Constitución: primero, PP y PSOE con el artículo 135 y ayer el Jefe del Estado pasándose el artículo 56 por el burladero a puerta gayola.

El artículo 56 de la Constitución obliga al Jefe del Estado a ser árbitro institucional y no juez y parte, que es como se presentó ayer don Felipe ante el soberano pueblo. Repitiendo en lo sustancial lo ya dicho anteriormente por distintos miembros del Gobierno, omitió toda apelación al diálogo y dejó en el olvido a los centenares de heridos en la jornada de referéndum ilegal. Claro, que siempre es preferible el silencio a la compasión retórica.

Que el Parlament de Catalunya se ha apartado de la Constitución es una obviedad y huelga decir que el Estado ha de tomar cartas en el asunto. Pero el arbitraje no significa actuar como ariete de parte. Don Felipe ha pretendido emular a su padre, pero una cosa es un golpe de Estado que pretendió devolvernos a la dictadura y otra cosa es una rebelión independentista a la que no se ha querido hacer frente por medio del diálogo. Y llega tarde. El 1-O asistimos a una manifestación popular que no llegó a cobrar las dimensiones de la Gloriosa. Me da la impresión de que don Felipe se ha metido en un jardín. No se me ocurre otra solución que la convocatoria inmediata de elecciones al Parlament de Catalunya.

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