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Choque de nacionalismos

Cataluña: La encrucijada federal de España

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El pasado 1 de Octubre fue un día triste en la que los demócratas tuvimos esa pesadumbre y tristeza lógica al ver como el desgarro emocional del relato histórico de la construcción democrática de España tomaba forma ante el choque de dos nacionalismos , el español y el catalán incapaces de buscar el diálogo para encauzar un cambio en nuestro país, una transformación profunda del marco de convivencia que permita avanzar en la construcción de una España federal en la que las diferencias nos hagan mejores y en el que todos podamos sentirnos que formamos parte de un modelo de país con visos de progreso en un futuro cubierto de retos y desafíos.

Ayer, el Alea Jacta Est que Suetonio atribuyo a Julio Cesar cuando este atravesó el río Rubicon rebelándose a la autoridad del senado dando lugar a la guerra civil con Pompeyo y los Optimates, bien podría ser atribuido a quienes en el falso relato del catalanismo independentista quisieron una vez más imponer su minoría sobre la mayoría, esa que sigue siendo en porcentaje mayor que quienes sin visos de legalidad democracia hicieron del referéndum un acto de reivindicación de la necesidad de diálogo más que un acto de garantías democráticas para la expresión del pueblo catalán.

Y es que, lo cierto y verdad hoy pasado el 1 de Octubre, es que el catalanismo independentista sigue anclado en el 47% de apoyos aún cuando la estrategia política del nacionalismo catalán ha sido ampliar su franja. Así, hoy después del pasado domingo algunas conclusiones son claras en los hechos que como punto y seguido siguen marcando la locura de quienes por un lado y otro, no entienden el marco y las circunstancias de un tiempo en donde el episodio catalán no viene más que ofrecernos otra muestra del hartazgo de la ciudadanía ante las políticas de recortes, austeridad y pérdida de una sociedad de bienestar hoy incapaz de construirse en un entorno de cambio económico en el cual las recetas políticas conservadoras no sirven y en el que la socialdemocracia tampoco parece haber encontrado un discurso y una hoja de ruta de conexión con una ciudadanía nueva y diferente a la que en el pasado construyó el actual marco democrático y constitucional de convivencia. Así, lo ocurrido en Cataluña viene a suscribir la necesidad de abrir un espacio de cambio político en una España necesitada de superar a los actores de inmovilismo tanto en Madrid como en Barcelona apostando por aquellas nuevas personas que desde la moderación entiendan que el diálogo forma parte del camino para la construcción de un marco de convivencia nuevo, ese que debe de llevarse a cabo , para la evitar que la minoría independentista de ayer no se convierta en una mayoría mañana. No por menos, obviar este hecho llevaría de manera directa a la fragmentación de España no sólo por las costuras de Cataluña.

Por lo tanto, hoy los demócratas no podemos más que opinar y exigir un análisis riguroso de quienes asumen responsabilidades políticas en el episodio más transcendental vivido en nuestro país en los últimos cuarenta años, y no sólo por la situación de Cataluña sino de igual forma por el actual cambio en el panorama político, económico y social de un mundo en cambio en donde los pensamientos totalitarios, nacionalistas y radicales se abren paso ante la necesidad de los pueblos de respuestas a sus problemas cotidianos del día a día y el hartazgo de estos a las políticas de quienes hoy son incapaces de resolver dichas realidades.

En definitiva, se debe y se tiene que construir en España, un nuevo escenario de bienestar en consonancia con las exigencias de las personas que hoy observan como de manera rápida la incertidumbre – caldo de cultivo perfecto para el odio y la sinrazón- se hace cada vez más presente en un mundo más oscuro que el que dejamos atrás. En un mundo donde el conflicto como consecuencia del miedo y el nacionalismo como expresión irracional de la necesidad de defender lo cercano logra siempre hacerse un hueco con facilidad en escenarios como el que hoy vivimos.

Por ello, la interpretación del episodio catalán debe ser entendida así, como un episodio más de la necesidad de dotarnos de un pacto global en el que las fuerzas políticas, sociales y económicas de este país y la ciudadanía del mismo seamos capaces de entender que es necesario ahondar en la construcción de un estado federal en el que la igualdad y la solidaridad sean principios rectores de crecimiento sostenible, elementos estos fundamentales para evitar ese crecimiento de una España a dos velocidades hoy cada vez más presente incluso en el actual marco. Lo contrario sólo nos llevará a callejones sin salidas de oscuridad y sangre, de odio y de desgarro, ese que ya cubrió España y Europa hace años de muerte y dolor.

Cataluña: La encrucijada federal de España

Choque de nacionalismos
Josu Gómez Barrutia
martes, 3 de octubre de 2017, 07:39 h (CET)
El pasado 1 de Octubre fue un día triste en la que los demócratas tuvimos esa pesadumbre y tristeza lógica al ver como el desgarro emocional del relato histórico de la construcción democrática de España tomaba forma ante el choque de dos nacionalismos , el español y el catalán incapaces de buscar el diálogo para encauzar un cambio en nuestro país, una transformación profunda del marco de convivencia que permita avanzar en la construcción de una España federal en la que las diferencias nos hagan mejores y en el que todos podamos sentirnos que formamos parte de un modelo de país con visos de progreso en un futuro cubierto de retos y desafíos.

Ayer, el Alea Jacta Est que Suetonio atribuyo a Julio Cesar cuando este atravesó el río Rubicon rebelándose a la autoridad del senado dando lugar a la guerra civil con Pompeyo y los Optimates, bien podría ser atribuido a quienes en el falso relato del catalanismo independentista quisieron una vez más imponer su minoría sobre la mayoría, esa que sigue siendo en porcentaje mayor que quienes sin visos de legalidad democracia hicieron del referéndum un acto de reivindicación de la necesidad de diálogo más que un acto de garantías democráticas para la expresión del pueblo catalán.

Y es que, lo cierto y verdad hoy pasado el 1 de Octubre, es que el catalanismo independentista sigue anclado en el 47% de apoyos aún cuando la estrategia política del nacionalismo catalán ha sido ampliar su franja. Así, hoy después del pasado domingo algunas conclusiones son claras en los hechos que como punto y seguido siguen marcando la locura de quienes por un lado y otro, no entienden el marco y las circunstancias de un tiempo en donde el episodio catalán no viene más que ofrecernos otra muestra del hartazgo de la ciudadanía ante las políticas de recortes, austeridad y pérdida de una sociedad de bienestar hoy incapaz de construirse en un entorno de cambio económico en el cual las recetas políticas conservadoras no sirven y en el que la socialdemocracia tampoco parece haber encontrado un discurso y una hoja de ruta de conexión con una ciudadanía nueva y diferente a la que en el pasado construyó el actual marco democrático y constitucional de convivencia. Así, lo ocurrido en Cataluña viene a suscribir la necesidad de abrir un espacio de cambio político en una España necesitada de superar a los actores de inmovilismo tanto en Madrid como en Barcelona apostando por aquellas nuevas personas que desde la moderación entiendan que el diálogo forma parte del camino para la construcción de un marco de convivencia nuevo, ese que debe de llevarse a cabo , para la evitar que la minoría independentista de ayer no se convierta en una mayoría mañana. No por menos, obviar este hecho llevaría de manera directa a la fragmentación de España no sólo por las costuras de Cataluña.

Por lo tanto, hoy los demócratas no podemos más que opinar y exigir un análisis riguroso de quienes asumen responsabilidades políticas en el episodio más transcendental vivido en nuestro país en los últimos cuarenta años, y no sólo por la situación de Cataluña sino de igual forma por el actual cambio en el panorama político, económico y social de un mundo en cambio en donde los pensamientos totalitarios, nacionalistas y radicales se abren paso ante la necesidad de los pueblos de respuestas a sus problemas cotidianos del día a día y el hartazgo de estos a las políticas de quienes hoy son incapaces de resolver dichas realidades.

En definitiva, se debe y se tiene que construir en España, un nuevo escenario de bienestar en consonancia con las exigencias de las personas que hoy observan como de manera rápida la incertidumbre – caldo de cultivo perfecto para el odio y la sinrazón- se hace cada vez más presente en un mundo más oscuro que el que dejamos atrás. En un mundo donde el conflicto como consecuencia del miedo y el nacionalismo como expresión irracional de la necesidad de defender lo cercano logra siempre hacerse un hueco con facilidad en escenarios como el que hoy vivimos.

Por ello, la interpretación del episodio catalán debe ser entendida así, como un episodio más de la necesidad de dotarnos de un pacto global en el que las fuerzas políticas, sociales y económicas de este país y la ciudadanía del mismo seamos capaces de entender que es necesario ahondar en la construcción de un estado federal en el que la igualdad y la solidaridad sean principios rectores de crecimiento sostenible, elementos estos fundamentales para evitar ese crecimiento de una España a dos velocidades hoy cada vez más presente incluso en el actual marco. Lo contrario sólo nos llevará a callejones sin salidas de oscuridad y sangre, de odio y de desgarro, ese que ya cubrió España y Europa hace años de muerte y dolor.

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