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“Quien es causa de la causa es causa del mal causado” Aforismo jurídico

Carta abierta a Antoni Puigvert, columnista de La Vanguardia

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Verá usted, don Antonio, lo primero que se me ha ocurrido al ver que sigue escribiendo su columna en La Vanguardia, es que no le importa colaborar con un periódico, del grupo Godó, que lleva meses, por no decir años, al servicio de la causa separatista, aunque, todo hay que decirlo, en ocasiones intenta disimular un poco. No nos extraña ya que, como es sabido de todos, los señores Godó (grande de España) le deben mucho a la Generalitat por sus ayudas en momentos difíciles y, especialmente, por la generosa subvención que recibe para que publique una edición en lengua catalana. Lo que no entendemos es que, SM el Rey, todavía siga manteniendo para el señor Godó el título de Grande de España, cuando este señor que se ha decantado por formar parte de los que quieren la independencia, para la Cataluña, de la nación española.

Pero lo que más nos ha sorprendido de su artículo del día de hoy, dos de octubre, ha sido el que sintiera temblor de piernas ante la actuación de unos señores, Guardia Civil y policía nacional cuando, cumpliendo con su deber y ejecutando las órdenes del TSJC, misión que se le había encomendado a la policía catalana y que, sorpresivamente, no han cumplimentado limitándose, en algunos casos, a levantar actas y a adoptar una actitud contemplativa, situados a distancia prudencial de cada lugar de votación, para que las previsibles escaramuzas que se iban a producir con estos “pacíficos” ciudadanos, a los que usted alude, que han sido tan sosegados que han causado numerosos heridos en las fuerzas del orden, sin que hayan escatimado escarceos, empujones, movimientos de masas, mujeres y niños utilizados como parapetos para impedir su actuación, y no pocos insultos y otras lindezas, que nos cuesta creer que, según su criterio, fueran gentes de comportamiento pacífico.

En todo caso, nosotros tenemos un buen concepto de usted, lo tenemos por un hombre culto, no un zote; instruido, no un ignorante; capaz de razonar sobre las cuestiones de las que escribe y no de hacerlo sin ton ni son, y muy capaz de conocer lo que hay de lacrimógeno, sensiblero, parcial y, evidentemente torticero, en todo lo que ha dejado escrito en su columna, respecto a la actuación de la fuerza pública, al “miedo” que le han causado los Guardia civiles, (yo que tuve la suerte de que mi suegro fuera teniente coronel de la “benemérita”, una persona excelente, patriota y ejemplar cumplidor de su deber que, por añadidura, tuvo el “honor” de escoltar a Companys a la cárcel, en su quijotada del octubre de 1934; al que nunca tuve miedo, si mucho respeto) que se vieron obligados a recurrir a distintas tácticas para poder entrar en un local, en el que se estaba cometiendo un delito, siendo obstaculizados por esta muchedumbre “pacífica”, a la que se refiere (que se trasladaba de uno a otro local, para reforzar a los que esperaban la llegada de la policía del Estado para entorpecer su labor).

Hagamos un poco de historia. España en 1978 se dotó de una Constitución, como correspondía a la democracia que siguió a la dictadura del general Franco; que fue votada en un referendo con dominio epatante del “sí” y con la particularidad que, en Cataluña, fue el lugar donde obtuvo más incidencia el voto positivo. Don Artur Mas, resentido por haber perdido 12 escaños en las municipales, decidió utilizar el tema del soberanismo para conseguir adeptos y lanzó su desafío al Estado español, reclamando la independencia de Cataluña. ¿Qué esperaba usted que respondiera el Estado a semejante pretensión? Ya que les preocupa tanto lo que piensan en Europa de lo que ocurrió en el día de ayer ¿puede usted decirme lo que, cualquier estado de Europa, le hubiera respondido a la petición del entonces presidente de la Generalitat catalana?, o ¿recuerda usted la sentencia del TS alemán cuando un länder pidió su independencia? La contestación fue categórica y en unas pocas líneas: no podía una provincia o estado regional pedir semejante privilegio, o sea, un no rotundo.

Desde entonces, todos los actos que han tenido lugar en Cataluña han estado marcados por el rechazo a cualquier sentencia de los tribunales españoles; se ha impedido rotular en castellano cuando la Constitución no lo hace. Los poderes fácticos y las autoridades catalanas se han puesto las leyes del Estado español por montera y han mantenido su lucha contra el castellano, tanto en las aulas como en los organismos públicos, donde, siempre que han podido, han obviado proporcionar material en la lengua del Estado. No obstante, y aquí debo reconocer que, gracias a la debilidad del gobierno de Rajoy, se han ido tolerando desde el Gobierno del Estado que se fueran incumpliendo normas, resoluciones y sentencias que los mismos fiscales dejaban de ejecutar. Sólo cuando ya se ha visto la imposibilidad de tener un “diálogo” constructivo, a pesar de haberlo ofrecido en numerosas ocasiones, y ante el primer desafío del independentismo, con el simulacro malogrado de consulta por el derecho a decidir de 9N del 2014 fue cuando el gobierno de Rajoy despertó de su largo letargo para intentar poner las cosas en su sitio. Los tribunales se empezaron a tomar en serio los desatinos de los mandatarios catalanes y las primeras imputaciones, muy benignas, por cierto, empezaron a entrar en los tribunales.

De ilegalidad a ilegalidad, cada vez con mayor frecuencia y con más apoyo de las masas y de otros partidos de la izquierda, que hasta entonces habían permanecido en stand by, los acontecimientos de los últimos años se han ido agravando de forma que lo que parecía una mera fórmula para que los catalanes consiguieran arrancar del Estado mejor trato económico ( algo que han ido consiguiendo a través del FLA) y del aval a los famosos bonos patrióticos emitidos por la Generalitat pero que, si no hubieran estado abonados por el Estado español, no hubieran sido aceptados por los inversores.

Seguramente, señor Puigvert, usted será de estos que, como los socialistas que intentan conseguir el poder en España, preferiría que hubiera habido “más diálogo” ¿Sobre qué? ¿Sabe usted las numerosas veces que Rajoy ha ofrecido diálogo "siempre dentro de la Ley” y siempre fue rechazada tanto por Puigdemont como por Junqueras, si no era con la condición irrenunciable, de que se hablara de la independencia de Cataluña de la nación española? De nuevo, después del 1ºO se insiste, por el señor P. Sánchez y por los del PNV de la necesidad de volver al diálogo. ¿Con quién, con los mismos que han provocado la revolución en Cataluña? Es evidente que esto no puede ser porque sería como ofrecerles un caramelo a quienes se han olvidado de sus obligaciones para con el Estado español.

Puede que, dentro de unos días, más pronto que tarde, se produzca un hecho que a usted. Don Antonio, le pueda parecer correcto, ¡la declaración unilateral de la independencia de Cataluña! ¿Acaso le han parecido correctas las proclamaciones “a la brava” de la ley de convocatoria del referendo y la de desconexión de España, ambas declaradas en suspenso por el TC? Se olvidaron del reglamento del Parlamento catalán, dejaron en el olvido a la oposición y, por si fuera poco, hicieron caso omiso de la opinión del Letrado Mayor y los informes de la Comisión Jurídica de la cámara catalana, porque no entraban dentro de sus planes de desobedecer todo lo que se refiriera a España. Y esta es la situación plenamente rechazada por el TC y expresamente prohibida por el TSJC que, finalmente, se hizo cargo de las medidas encaminadas a impedir un referendo ilegal, que se debió evitar que se celebrase por todos los medios al alcance de la Justicia. Los mossos traicionaron al Estado desobedeciendo al TSJC y les tocó a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, la tarea de intentar desactivar los miles de mesas electorales que se establecieron en todo el territorio catalán. Hicieron lo posible y esto se les debe agradecer. ¿Esperaba usted, don Antonio, que iban a presentarse con rosas y claveles en sus porras para pedir, cortésmente, que aquellos que obstaculizaban el paso, forcejando, insultando, burlándose e impidiendo a las fuerzas del orden cumplir con su misión de evitar que se pudiese celebrar la votación que, en sí misma, ya constituía un delito?

El uso de la fuerza, por la ley, está exclusivamente asignado al Estado y éste, a través de los tribunales es el que debe decidir cuándo es necesario utilizarlo o cuando no; siempre en función del interés superior que se tiene que defender. No hay duda de que, la actitud subversiva de una parte del pueblo catalán, la más ruidosa y fanatizada, impulsada por sus líderes políticos, tenía que ser neutralizada por quienes tienen la misión de hacerlo, utilizando la fuerza si fuere preciso. Y, una observación respecto al número de supuestas víctimas de la “brutalidad” de la policía ¿Observó usted que, unos días antes, un miembro del separatismo catalán asumió la responsabilidad de los mandos de los hospitales de la Seguridad Social? No pretenderá usted que nos traguemos las cifras que este individuo puede haberse inventado, en función de la autoridad que se le dio. Faltaría saber lo que, para los separatistas interesados en aumentar la cifra, son heridos o si es que, un uñero, también fue calificado de brutalidad policial.

No he querido, en modo alguno, ofenderlo, pero si me permite la expresión, ya estamos hasta las narices de victimismo y mentiras inventadas para favorecer a la causa separatista. Hay que acabar con ello, si queremos conservar la unidad de España y, por encima de todo, intentar evitar más enfrentamientos entre catalanes.

Carta abierta a Antoni Puigvert, columnista de La Vanguardia

“Quien es causa de la causa es causa del mal causado” Aforismo jurídico
Miguel Massanet
martes, 3 de octubre de 2017, 07:36 h (CET)
Verá usted, don Antonio, lo primero que se me ha ocurrido al ver que sigue escribiendo su columna en La Vanguardia, es que no le importa colaborar con un periódico, del grupo Godó, que lleva meses, por no decir años, al servicio de la causa separatista, aunque, todo hay que decirlo, en ocasiones intenta disimular un poco. No nos extraña ya que, como es sabido de todos, los señores Godó (grande de España) le deben mucho a la Generalitat por sus ayudas en momentos difíciles y, especialmente, por la generosa subvención que recibe para que publique una edición en lengua catalana. Lo que no entendemos es que, SM el Rey, todavía siga manteniendo para el señor Godó el título de Grande de España, cuando este señor que se ha decantado por formar parte de los que quieren la independencia, para la Cataluña, de la nación española.

Pero lo que más nos ha sorprendido de su artículo del día de hoy, dos de octubre, ha sido el que sintiera temblor de piernas ante la actuación de unos señores, Guardia Civil y policía nacional cuando, cumpliendo con su deber y ejecutando las órdenes del TSJC, misión que se le había encomendado a la policía catalana y que, sorpresivamente, no han cumplimentado limitándose, en algunos casos, a levantar actas y a adoptar una actitud contemplativa, situados a distancia prudencial de cada lugar de votación, para que las previsibles escaramuzas que se iban a producir con estos “pacíficos” ciudadanos, a los que usted alude, que han sido tan sosegados que han causado numerosos heridos en las fuerzas del orden, sin que hayan escatimado escarceos, empujones, movimientos de masas, mujeres y niños utilizados como parapetos para impedir su actuación, y no pocos insultos y otras lindezas, que nos cuesta creer que, según su criterio, fueran gentes de comportamiento pacífico.

En todo caso, nosotros tenemos un buen concepto de usted, lo tenemos por un hombre culto, no un zote; instruido, no un ignorante; capaz de razonar sobre las cuestiones de las que escribe y no de hacerlo sin ton ni son, y muy capaz de conocer lo que hay de lacrimógeno, sensiblero, parcial y, evidentemente torticero, en todo lo que ha dejado escrito en su columna, respecto a la actuación de la fuerza pública, al “miedo” que le han causado los Guardia civiles, (yo que tuve la suerte de que mi suegro fuera teniente coronel de la “benemérita”, una persona excelente, patriota y ejemplar cumplidor de su deber que, por añadidura, tuvo el “honor” de escoltar a Companys a la cárcel, en su quijotada del octubre de 1934; al que nunca tuve miedo, si mucho respeto) que se vieron obligados a recurrir a distintas tácticas para poder entrar en un local, en el que se estaba cometiendo un delito, siendo obstaculizados por esta muchedumbre “pacífica”, a la que se refiere (que se trasladaba de uno a otro local, para reforzar a los que esperaban la llegada de la policía del Estado para entorpecer su labor).

Hagamos un poco de historia. España en 1978 se dotó de una Constitución, como correspondía a la democracia que siguió a la dictadura del general Franco; que fue votada en un referendo con dominio epatante del “sí” y con la particularidad que, en Cataluña, fue el lugar donde obtuvo más incidencia el voto positivo. Don Artur Mas, resentido por haber perdido 12 escaños en las municipales, decidió utilizar el tema del soberanismo para conseguir adeptos y lanzó su desafío al Estado español, reclamando la independencia de Cataluña. ¿Qué esperaba usted que respondiera el Estado a semejante pretensión? Ya que les preocupa tanto lo que piensan en Europa de lo que ocurrió en el día de ayer ¿puede usted decirme lo que, cualquier estado de Europa, le hubiera respondido a la petición del entonces presidente de la Generalitat catalana?, o ¿recuerda usted la sentencia del TS alemán cuando un länder pidió su independencia? La contestación fue categórica y en unas pocas líneas: no podía una provincia o estado regional pedir semejante privilegio, o sea, un no rotundo.

Desde entonces, todos los actos que han tenido lugar en Cataluña han estado marcados por el rechazo a cualquier sentencia de los tribunales españoles; se ha impedido rotular en castellano cuando la Constitución no lo hace. Los poderes fácticos y las autoridades catalanas se han puesto las leyes del Estado español por montera y han mantenido su lucha contra el castellano, tanto en las aulas como en los organismos públicos, donde, siempre que han podido, han obviado proporcionar material en la lengua del Estado. No obstante, y aquí debo reconocer que, gracias a la debilidad del gobierno de Rajoy, se han ido tolerando desde el Gobierno del Estado que se fueran incumpliendo normas, resoluciones y sentencias que los mismos fiscales dejaban de ejecutar. Sólo cuando ya se ha visto la imposibilidad de tener un “diálogo” constructivo, a pesar de haberlo ofrecido en numerosas ocasiones, y ante el primer desafío del independentismo, con el simulacro malogrado de consulta por el derecho a decidir de 9N del 2014 fue cuando el gobierno de Rajoy despertó de su largo letargo para intentar poner las cosas en su sitio. Los tribunales se empezaron a tomar en serio los desatinos de los mandatarios catalanes y las primeras imputaciones, muy benignas, por cierto, empezaron a entrar en los tribunales.

De ilegalidad a ilegalidad, cada vez con mayor frecuencia y con más apoyo de las masas y de otros partidos de la izquierda, que hasta entonces habían permanecido en stand by, los acontecimientos de los últimos años se han ido agravando de forma que lo que parecía una mera fórmula para que los catalanes consiguieran arrancar del Estado mejor trato económico ( algo que han ido consiguiendo a través del FLA) y del aval a los famosos bonos patrióticos emitidos por la Generalitat pero que, si no hubieran estado abonados por el Estado español, no hubieran sido aceptados por los inversores.

Seguramente, señor Puigvert, usted será de estos que, como los socialistas que intentan conseguir el poder en España, preferiría que hubiera habido “más diálogo” ¿Sobre qué? ¿Sabe usted las numerosas veces que Rajoy ha ofrecido diálogo "siempre dentro de la Ley” y siempre fue rechazada tanto por Puigdemont como por Junqueras, si no era con la condición irrenunciable, de que se hablara de la independencia de Cataluña de la nación española? De nuevo, después del 1ºO se insiste, por el señor P. Sánchez y por los del PNV de la necesidad de volver al diálogo. ¿Con quién, con los mismos que han provocado la revolución en Cataluña? Es evidente que esto no puede ser porque sería como ofrecerles un caramelo a quienes se han olvidado de sus obligaciones para con el Estado español.

Puede que, dentro de unos días, más pronto que tarde, se produzca un hecho que a usted. Don Antonio, le pueda parecer correcto, ¡la declaración unilateral de la independencia de Cataluña! ¿Acaso le han parecido correctas las proclamaciones “a la brava” de la ley de convocatoria del referendo y la de desconexión de España, ambas declaradas en suspenso por el TC? Se olvidaron del reglamento del Parlamento catalán, dejaron en el olvido a la oposición y, por si fuera poco, hicieron caso omiso de la opinión del Letrado Mayor y los informes de la Comisión Jurídica de la cámara catalana, porque no entraban dentro de sus planes de desobedecer todo lo que se refiriera a España. Y esta es la situación plenamente rechazada por el TC y expresamente prohibida por el TSJC que, finalmente, se hizo cargo de las medidas encaminadas a impedir un referendo ilegal, que se debió evitar que se celebrase por todos los medios al alcance de la Justicia. Los mossos traicionaron al Estado desobedeciendo al TSJC y les tocó a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, la tarea de intentar desactivar los miles de mesas electorales que se establecieron en todo el territorio catalán. Hicieron lo posible y esto se les debe agradecer. ¿Esperaba usted, don Antonio, que iban a presentarse con rosas y claveles en sus porras para pedir, cortésmente, que aquellos que obstaculizaban el paso, forcejando, insultando, burlándose e impidiendo a las fuerzas del orden cumplir con su misión de evitar que se pudiese celebrar la votación que, en sí misma, ya constituía un delito?

El uso de la fuerza, por la ley, está exclusivamente asignado al Estado y éste, a través de los tribunales es el que debe decidir cuándo es necesario utilizarlo o cuando no; siempre en función del interés superior que se tiene que defender. No hay duda de que, la actitud subversiva de una parte del pueblo catalán, la más ruidosa y fanatizada, impulsada por sus líderes políticos, tenía que ser neutralizada por quienes tienen la misión de hacerlo, utilizando la fuerza si fuere preciso. Y, una observación respecto al número de supuestas víctimas de la “brutalidad” de la policía ¿Observó usted que, unos días antes, un miembro del separatismo catalán asumió la responsabilidad de los mandos de los hospitales de la Seguridad Social? No pretenderá usted que nos traguemos las cifras que este individuo puede haberse inventado, en función de la autoridad que se le dio. Faltaría saber lo que, para los separatistas interesados en aumentar la cifra, son heridos o si es que, un uñero, también fue calificado de brutalidad policial.

No he querido, en modo alguno, ofenderlo, pero si me permite la expresión, ya estamos hasta las narices de victimismo y mentiras inventadas para favorecer a la causa separatista. Hay que acabar con ello, si queremos conservar la unidad de España y, por encima de todo, intentar evitar más enfrentamientos entre catalanes.

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