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E. T. R., Valencia

Los catalanes que vivimos fuera de Catalunya

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Soy una catalana que por los avatares de la vida, vive en otra comunidad. Quiero dejar claro que no pertenezco a ningún partido político, puesto que en ninguno de ellos encuentro reflejadas mis ideas de cómo debe ser y actuar un político.

De igual modo, no comparto en su totalidad, ni las ideas del gobierno central ni las de la Generalitat de Cataluña.

En el lugar donde yo trabajaba (estoy jubilada), había varios catalanes.

Creo que el sentir que voy a manifestar es común a todos ellos. Nos sentimos tan catalanes como los que han pasado toda su vida en Cataluña y me atrevo a decir que incluso más, pues hemos tenido que “ejercer de catalanes” lidiando con situaciones un tanto molestas con otras personas (muy pocos) de otros lugares de España, que te intentan provocar por el simple hecho de ser catalana. Supongo que es más fácil “jugar en casa” que como “visitante”.

¡Y claro que fuera de Cataluña hay personas intransigentes, críticas y de mente cerrada!, que juzgan a los catalanes generalizando y criticando, incluso cuando ni siquiera conocen a ninguno para opinar con conocimiento de causa. Pero dos no se pelean si uno no quiere. Por suerte, como he dicho antes, estas personas son muy pocas. Me atrevo a decir que, si se les habla con educación, razonando de verdad y con humildad, llegas a entenderte e incluso a entablar una amistad con ellas, y lo digo por experiencia propia.

Nadie de nosotros ha sido discriminado o mal visto por ser catalán. Al contrario, pues nos hemos comportado como personas trabajadoras, competentes, educadas y hemos respetado las costumbres integrándonos en la comunidad donde vivimos.

Porque, como es de esperar, ellos también se sienten orgullosos de haber nacido en la suya y tratan de respetar también nuestras peculiaridades culturales.

¿Dónde está el problema?

El problema es que se han imbuido unas ideas en las que prima la separación y la diferenciación Y yo me pregunto… ¿Subyace en el fondo un sentimiento de superioridad? ¡No todos somos iguales!. Como dice Albert Boadella, (antes ídolo catalán, ahora denostado por los separatistas): “Partiendo de la premisa de que la inteligencia no está reñida con el fanatismo, éstas ideas, que vienen de lejos han ido calando en ciertas personas y han llegado al máximo con estas políticos ineptos, que han demostrado no saber gestionar nada más que el independentismo y fragmentar la sociedad catalana, flaco favor”.

¿Cómo pueden ofrecer algo distinto los actuales políticos catalanes? Sr. Mas, usted como no podría destacar de otra manera se agarró al independentismo y se cargó Convergència i Unió (CIU) vendiéndose a la CUP, un partido antagónico a lo que usted representaba. En sus orígenes, se alzaba como un partido convergente, de clase media y alta de la burguesía catalana. Un partido en el que nada tienen que ver sus valores iniciales, con los de sus aliados actuales, que queman banderas de España, Francia y la Unión Europea.

Sr. Puigdemont, usted no está por encima del bien y del mal. Es el President de la Generalitat porque se metió en un sistema y acató las reglas del juego.

Sr. Junqueras, su entrevista con el Sr. Borrell y su intervención en la Sexta tv con Ana Pastor fue patética, no contestó a ninguna pregunta de las que se le formuló. Se fue por los cerros de Úbeda y además “va de bueno”. Como dice el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres. No eluda su responsabilidad. ¿Todo vale para estar en el poder, verdad? Incluso las mentiras.

Hemos tenido en Cataluña políticos de gran talla y me remontaré a los que he conocido.

El Sr. Tarradellas cuando volvió a la Generalitat, de realizar un viaje a Andalucía, cosechó todos los elogios por su inteligencia, carisma, talento y cordialidad. Es decir, atesoraba el llamado “Seny català” que por desgracia hoy se ha perdido. Los políticos catalanes que intervinieron en la Transición de manera activa, comprometida y ejemplar actuaban de manera muy diferente.

¿Cómo podemos fiarnos de ustedes ahora?. Son incoherentes, intolerantes (sólo tienen cabida aquellos que piensan como ustedes).

Cuando tienen un problema recurren a la Constitución, mientras que cuando no les interesa, la denostan.

Si queman una senyera ¡ah! ¡Van contra nosotros!. Sin embargo, ustedes sí pueden quemar banderas como en la pasada sesión del Parlament cuando sonó la voz melindrosa de la Presidenta de la institución catalana diciendo: “Señora…no quite las banderas, déjelas mujer, no sea traviesa”, la frase no es literal pero la intención sí lo es.

¡Qué vergüenza y qué irresponsabilidad la de esta señora!

Cuando unos quieren que se les respete, deben respetar primero a los demás. Hay que ser coherentes, no decir una cosa y hacer otra.

Es lo mismo que ocurre con la final de la Copa del Rey, los seguidores que van a pitar o bien deben quedarse en casa si les molesta que vaya el Rey (dado que ya saben que va a acudir, pues lleva su nombre) o bien le piden a su equipo que no participe en la competición. Que conste que yo soy del Barça, pero no me gusta un Barça politizado, con los millones de seguidores que tiene que no son catalanes y que sienten tanto como nosotros los colores de esta camiseta.

Todos estos problemas surgen porque no valoramos a las personas por lo que son. Todos los que formamos parte de este planeta tenemos el mismo origen y el mismo destino. No tenemos sentido critico, no somos solidarios ni coherentes ni tolerantes y todo porque nos dejamos guiar por opiniones externas a nosotros de separación, de enfrentamiento “los unos” y “los otros”. No somos capaces de decir basta a todos estos políticos.

Sr. Rajoy usted también haría bien en examinar su parte de culpa en este problema y asumir sus responsabilidades. Éstas, nos hacen enfrentarnos entre nosotros en vez de buscar el bien común para todos los implicados.

Si cada uno de nosotros aportara su granito de arena, mirando en su interior en vez de dejarnos llevar por las opiniones ajenas de estos grupos que nos manipulan en todos los sentidos, podríamos cambiar esta sociedad y ser todos más felices.

Los catalanes que vivimos fuera de Catalunya

E. T. R., Valencia
Lectores
sábado, 30 de septiembre de 2017, 11:38 h (CET)
Soy una catalana que por los avatares de la vida, vive en otra comunidad. Quiero dejar claro que no pertenezco a ningún partido político, puesto que en ninguno de ellos encuentro reflejadas mis ideas de cómo debe ser y actuar un político.

De igual modo, no comparto en su totalidad, ni las ideas del gobierno central ni las de la Generalitat de Cataluña.

En el lugar donde yo trabajaba (estoy jubilada), había varios catalanes.

Creo que el sentir que voy a manifestar es común a todos ellos. Nos sentimos tan catalanes como los que han pasado toda su vida en Cataluña y me atrevo a decir que incluso más, pues hemos tenido que “ejercer de catalanes” lidiando con situaciones un tanto molestas con otras personas (muy pocos) de otros lugares de España, que te intentan provocar por el simple hecho de ser catalana. Supongo que es más fácil “jugar en casa” que como “visitante”.

¡Y claro que fuera de Cataluña hay personas intransigentes, críticas y de mente cerrada!, que juzgan a los catalanes generalizando y criticando, incluso cuando ni siquiera conocen a ninguno para opinar con conocimiento de causa. Pero dos no se pelean si uno no quiere. Por suerte, como he dicho antes, estas personas son muy pocas. Me atrevo a decir que, si se les habla con educación, razonando de verdad y con humildad, llegas a entenderte e incluso a entablar una amistad con ellas, y lo digo por experiencia propia.

Nadie de nosotros ha sido discriminado o mal visto por ser catalán. Al contrario, pues nos hemos comportado como personas trabajadoras, competentes, educadas y hemos respetado las costumbres integrándonos en la comunidad donde vivimos.

Porque, como es de esperar, ellos también se sienten orgullosos de haber nacido en la suya y tratan de respetar también nuestras peculiaridades culturales.

¿Dónde está el problema?

El problema es que se han imbuido unas ideas en las que prima la separación y la diferenciación Y yo me pregunto… ¿Subyace en el fondo un sentimiento de superioridad? ¡No todos somos iguales!. Como dice Albert Boadella, (antes ídolo catalán, ahora denostado por los separatistas): “Partiendo de la premisa de que la inteligencia no está reñida con el fanatismo, éstas ideas, que vienen de lejos han ido calando en ciertas personas y han llegado al máximo con estas políticos ineptos, que han demostrado no saber gestionar nada más que el independentismo y fragmentar la sociedad catalana, flaco favor”.

¿Cómo pueden ofrecer algo distinto los actuales políticos catalanes? Sr. Mas, usted como no podría destacar de otra manera se agarró al independentismo y se cargó Convergència i Unió (CIU) vendiéndose a la CUP, un partido antagónico a lo que usted representaba. En sus orígenes, se alzaba como un partido convergente, de clase media y alta de la burguesía catalana. Un partido en el que nada tienen que ver sus valores iniciales, con los de sus aliados actuales, que queman banderas de España, Francia y la Unión Europea.

Sr. Puigdemont, usted no está por encima del bien y del mal. Es el President de la Generalitat porque se metió en un sistema y acató las reglas del juego.

Sr. Junqueras, su entrevista con el Sr. Borrell y su intervención en la Sexta tv con Ana Pastor fue patética, no contestó a ninguna pregunta de las que se le formuló. Se fue por los cerros de Úbeda y además “va de bueno”. Como dice el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres. No eluda su responsabilidad. ¿Todo vale para estar en el poder, verdad? Incluso las mentiras.

Hemos tenido en Cataluña políticos de gran talla y me remontaré a los que he conocido.

El Sr. Tarradellas cuando volvió a la Generalitat, de realizar un viaje a Andalucía, cosechó todos los elogios por su inteligencia, carisma, talento y cordialidad. Es decir, atesoraba el llamado “Seny català” que por desgracia hoy se ha perdido. Los políticos catalanes que intervinieron en la Transición de manera activa, comprometida y ejemplar actuaban de manera muy diferente.

¿Cómo podemos fiarnos de ustedes ahora?. Son incoherentes, intolerantes (sólo tienen cabida aquellos que piensan como ustedes).

Cuando tienen un problema recurren a la Constitución, mientras que cuando no les interesa, la denostan.

Si queman una senyera ¡ah! ¡Van contra nosotros!. Sin embargo, ustedes sí pueden quemar banderas como en la pasada sesión del Parlament cuando sonó la voz melindrosa de la Presidenta de la institución catalana diciendo: “Señora…no quite las banderas, déjelas mujer, no sea traviesa”, la frase no es literal pero la intención sí lo es.

¡Qué vergüenza y qué irresponsabilidad la de esta señora!

Cuando unos quieren que se les respete, deben respetar primero a los demás. Hay que ser coherentes, no decir una cosa y hacer otra.

Es lo mismo que ocurre con la final de la Copa del Rey, los seguidores que van a pitar o bien deben quedarse en casa si les molesta que vaya el Rey (dado que ya saben que va a acudir, pues lleva su nombre) o bien le piden a su equipo que no participe en la competición. Que conste que yo soy del Barça, pero no me gusta un Barça politizado, con los millones de seguidores que tiene que no son catalanes y que sienten tanto como nosotros los colores de esta camiseta.

Todos estos problemas surgen porque no valoramos a las personas por lo que son. Todos los que formamos parte de este planeta tenemos el mismo origen y el mismo destino. No tenemos sentido critico, no somos solidarios ni coherentes ni tolerantes y todo porque nos dejamos guiar por opiniones externas a nosotros de separación, de enfrentamiento “los unos” y “los otros”. No somos capaces de decir basta a todos estos políticos.

Sr. Rajoy usted también haría bien en examinar su parte de culpa en este problema y asumir sus responsabilidades. Éstas, nos hacen enfrentarnos entre nosotros en vez de buscar el bien común para todos los implicados.

Si cada uno de nosotros aportara su granito de arena, mirando en su interior en vez de dejarnos llevar por las opiniones ajenas de estos grupos que nos manipulan en todos los sentidos, podríamos cambiar esta sociedad y ser todos más felices.

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