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De un rescate financiero y un chiringuito político

Fiat Chiringuito

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Como, estoy seguro, bien saben todos ustedes, el pasado fin de semana la dignidad española dio un nuevo paso atrás, o, tal vale, la indecencia española marcó un nuevo hito en nuestra historia.

El rescate de España, nueva mentira del gobierno

No se trata ya de que nuestro presidente del gobierno nos haya mentido, con todas sus letras y sin paliativos, por enésima vez; ni que, en esta ocasión, incluso lo admita sin ningún rubor y con la excusa de que estaba inmerso en una negociación. Como si no los fuera a estar (inmerso en una negociación) durante el resto de su legislatura: ¿quiere decir, acaso, que no va a decir ninguna verdad? ¿Nunca?

No se trata, tampoco, de que a los periodistas españoles no se les haya ocurrido ninguna pregunta más profunda que las que versaban sobre el viaje de Rajoy a la Eurocopa de Polonia (y Ucrania); ni de que contribuyan a hacernos creer que este rescate consiste en un préstamo a la Banca española, con sus expresiones descuidadas y con su, a veces, por qué no decirlo, ignorancia supina en torno a los asuntos de los que pretenden informarnos.

Mentiras anteriores, que no eran sobre el rescate

No se trata del déficit oculto…, debajo de su propia alfombra, ni de la no-subida de impuestos, eso-nunca-jamás-que-nunca-seré-como-Zapatero, ni de las n+1 reformas financieras sin criterio ni medida, ni de una estúpida reforma laboral que, por Dios, por Dios, no consistía solo en abaratar el despido; ni se trata de los pellizcos de monja de la oposición, que tiene aun más que callar y que ocultar que el gobierno (aunque el gobierno se esfuerza a pasos agigantados por igualar la ruina del gobierno anterior).

Ni siquiera se trata de que el ejecutivo chalanee con los antiguos terroristas, para buscar la forma de concederles réditos que no parezcan intereses; ni de que se dedique a insultar al gobierno argentino porque tomó una decisión, acertada o errónea, pero en todo caso soberana, mientras consentía sin abrir la boca el robo de Red Eléctrica por Evo Morales y se mostraba verdaderamente patético frente a los abusos británicos en el asunto de Gibraltar.

No. No se trata de nada de ello, aunque cada uno de los puntos que he mencionado resultaría suficiente, en un país que haya pasado del estado de bananero, para desacreditar completamente al gobierno español, es decir, para justificar sobradamente la dimisión de uno o varios ministros.

Rescate, apoyo financiero o paga de los domingos

Se trata, en realidad, de que este préstamo concedido a España, no a los bancos españoles, por sus socios ( a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad- el medio es distinto, pero las instituciones son las mismas que en el resto de los rescates que se han producido); este préstamo que Mariano Rajoy se ha vanagloriado de haber conseguido, a través de su “presión”, en condiciones inmejorables; esa solicitud del gobierno español, llámese “rescate”, “apoyo financiero” o paga de los domingos, significa, ni más ni menos, que España reconoce ser incapaz de afrontar su deuda, es decir, la deuda en la que habría tenido que incurrir para enderezar su economía.

Da lo mismo si se trata de la reestructuración del sistema financiero, de la lucha contra un paro tan insostenible como los agujeros bancarios, o de cualquier otro grave problema de la economía: la cuestión reside, aquí y ahora, en que España se ha declarado insolvente, no solo económica, sino sobre todo políticamente, para resolver sus propios problemas.

Con rescate, más Europa significa menos España, y qué más dará

De ahí, la súbita conversión de nuestro presidente al europeísmo socialdemócrata; de ahí, su apoyo a la idea y sus insistentes peticiones de “más Europa”, de una unión “bancaria” y fiscal, por cierto, al más puro estilo chino; de ahí, su aquiescencia a la memez de las memeces de que “España es el problema y Europa, la solución” y sus nuevos “argumentos” a favor de una mayor “unidad política” de Europa. En resumen, ahora resulta que España va a enarbolar la bandera de la Unión Política Europea, a la que no va a incorporar su proyecto como nación, sino únicamente su incapacidad para sostenerse a sí misma.

Llegados a este punto, dirán, quizá sea lo deseable, en vista de la calidad de nuestros políticos: que nos gobiernen desde fuera. Quizá. Puede que, con ello, ganásemos la desaparición de PP y PSOE; porque no hay remedio para España mientras subsistan estos dos agujeros negros, estas dos singularidades políticas que engullen todo lo que hay a su alrededor.

Pero, hay algo claro: hoy, aquí y ahora, resulta absolutamente indigno que aceptemos a un presidente, cuya máxima aspiración pasa por la destrucción del país que preside. Don Mariano Rajoy, como ocurría con Don Jose Luis Rodríguez Zapatero, no es digno de ser el presidente, ni siquiera, de un país tan indigno como España.

Europa ha rescatado el modelo autonómico, nada más

En cuanto al rescate, que era de lo que tocaba hablar hoy, ¿había otra solución? Discúlpenme, en este caso, que escriba en mayúsculas, como gritando: “POR SUPUESTO QUE SÍ” (y, quien diga lo contrario, miente). La solución consistía, ni más ni menos, que en desmontar el chiringuito político, para empezar a montar un país de verdad. No en pagar menos a los políticos, ni que los políticos dejen de ir en coche oficial o coman bocadillos, en lugar de dos platos, sino en que haya muchos menos políticos y, sobre todo, con mucho menos poder.

Esto, hoy, aquí y ahora, era posible, redefiniendo el modelo de Estado, incluso sin vulnerar la Constitución (y, en todo caso, si no lo fuera, ya vimos los fácil que resultaba modificar la Constitución cuando existía voluntad de hacerlo). Se trata, siempre se ha tratado, de esto: que no podemos pagar, al mismo tiempo, la reestructuración de nuestra economía y el modelo autonómico. Y, por tanto, necesitamos un rescate, simple y llanamente, para mantener el chiringuito, en espera de futuras ocasiones de despilfarro.

Que se haga justicia, aunque perezca el mundo

Como bien ha visto la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, el problema de España radica en que nadie confía en su modelo político. Y no porque todo el mundo se haya vuelto idiota o miope, sino, acaso, porque todo el mundo percibe la catadura moral de nuestros gobernantes (que se corresponde, por supuesto, con la catadura moral de los españoles): saben que, igual que antiguamente algunos reyes perseguían la justicia, aunque pereciera el mundo (de donde la frase latina “Fiat iustitia, pereat mundus”), nuestros políticos mantendrán el chiringuito aunque perezca el país. Fiat chiringuitus, pereat Hispania.

Fiat Chiringuito

De un rescate financiero y un chiringuito político
Felipe Muñoz
martes, 12 de junio de 2012, 07:07 h (CET)
Como, estoy seguro, bien saben todos ustedes, el pasado fin de semana la dignidad española dio un nuevo paso atrás, o, tal vale, la indecencia española marcó un nuevo hito en nuestra historia.

El rescate de España, nueva mentira del gobierno

No se trata ya de que nuestro presidente del gobierno nos haya mentido, con todas sus letras y sin paliativos, por enésima vez; ni que, en esta ocasión, incluso lo admita sin ningún rubor y con la excusa de que estaba inmerso en una negociación. Como si no los fuera a estar (inmerso en una negociación) durante el resto de su legislatura: ¿quiere decir, acaso, que no va a decir ninguna verdad? ¿Nunca?

No se trata, tampoco, de que a los periodistas españoles no se les haya ocurrido ninguna pregunta más profunda que las que versaban sobre el viaje de Rajoy a la Eurocopa de Polonia (y Ucrania); ni de que contribuyan a hacernos creer que este rescate consiste en un préstamo a la Banca española, con sus expresiones descuidadas y con su, a veces, por qué no decirlo, ignorancia supina en torno a los asuntos de los que pretenden informarnos.

Mentiras anteriores, que no eran sobre el rescate

No se trata del déficit oculto…, debajo de su propia alfombra, ni de la no-subida de impuestos, eso-nunca-jamás-que-nunca-seré-como-Zapatero, ni de las n+1 reformas financieras sin criterio ni medida, ni de una estúpida reforma laboral que, por Dios, por Dios, no consistía solo en abaratar el despido; ni se trata de los pellizcos de monja de la oposición, que tiene aun más que callar y que ocultar que el gobierno (aunque el gobierno se esfuerza a pasos agigantados por igualar la ruina del gobierno anterior).

Ni siquiera se trata de que el ejecutivo chalanee con los antiguos terroristas, para buscar la forma de concederles réditos que no parezcan intereses; ni de que se dedique a insultar al gobierno argentino porque tomó una decisión, acertada o errónea, pero en todo caso soberana, mientras consentía sin abrir la boca el robo de Red Eléctrica por Evo Morales y se mostraba verdaderamente patético frente a los abusos británicos en el asunto de Gibraltar.

No. No se trata de nada de ello, aunque cada uno de los puntos que he mencionado resultaría suficiente, en un país que haya pasado del estado de bananero, para desacreditar completamente al gobierno español, es decir, para justificar sobradamente la dimisión de uno o varios ministros.

Rescate, apoyo financiero o paga de los domingos

Se trata, en realidad, de que este préstamo concedido a España, no a los bancos españoles, por sus socios ( a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad- el medio es distinto, pero las instituciones son las mismas que en el resto de los rescates que se han producido); este préstamo que Mariano Rajoy se ha vanagloriado de haber conseguido, a través de su “presión”, en condiciones inmejorables; esa solicitud del gobierno español, llámese “rescate”, “apoyo financiero” o paga de los domingos, significa, ni más ni menos, que España reconoce ser incapaz de afrontar su deuda, es decir, la deuda en la que habría tenido que incurrir para enderezar su economía.

Da lo mismo si se trata de la reestructuración del sistema financiero, de la lucha contra un paro tan insostenible como los agujeros bancarios, o de cualquier otro grave problema de la economía: la cuestión reside, aquí y ahora, en que España se ha declarado insolvente, no solo económica, sino sobre todo políticamente, para resolver sus propios problemas.

Con rescate, más Europa significa menos España, y qué más dará

De ahí, la súbita conversión de nuestro presidente al europeísmo socialdemócrata; de ahí, su apoyo a la idea y sus insistentes peticiones de “más Europa”, de una unión “bancaria” y fiscal, por cierto, al más puro estilo chino; de ahí, su aquiescencia a la memez de las memeces de que “España es el problema y Europa, la solución” y sus nuevos “argumentos” a favor de una mayor “unidad política” de Europa. En resumen, ahora resulta que España va a enarbolar la bandera de la Unión Política Europea, a la que no va a incorporar su proyecto como nación, sino únicamente su incapacidad para sostenerse a sí misma.

Llegados a este punto, dirán, quizá sea lo deseable, en vista de la calidad de nuestros políticos: que nos gobiernen desde fuera. Quizá. Puede que, con ello, ganásemos la desaparición de PP y PSOE; porque no hay remedio para España mientras subsistan estos dos agujeros negros, estas dos singularidades políticas que engullen todo lo que hay a su alrededor.

Pero, hay algo claro: hoy, aquí y ahora, resulta absolutamente indigno que aceptemos a un presidente, cuya máxima aspiración pasa por la destrucción del país que preside. Don Mariano Rajoy, como ocurría con Don Jose Luis Rodríguez Zapatero, no es digno de ser el presidente, ni siquiera, de un país tan indigno como España.

Europa ha rescatado el modelo autonómico, nada más

En cuanto al rescate, que era de lo que tocaba hablar hoy, ¿había otra solución? Discúlpenme, en este caso, que escriba en mayúsculas, como gritando: “POR SUPUESTO QUE SÍ” (y, quien diga lo contrario, miente). La solución consistía, ni más ni menos, que en desmontar el chiringuito político, para empezar a montar un país de verdad. No en pagar menos a los políticos, ni que los políticos dejen de ir en coche oficial o coman bocadillos, en lugar de dos platos, sino en que haya muchos menos políticos y, sobre todo, con mucho menos poder.

Esto, hoy, aquí y ahora, era posible, redefiniendo el modelo de Estado, incluso sin vulnerar la Constitución (y, en todo caso, si no lo fuera, ya vimos los fácil que resultaba modificar la Constitución cuando existía voluntad de hacerlo). Se trata, siempre se ha tratado, de esto: que no podemos pagar, al mismo tiempo, la reestructuración de nuestra economía y el modelo autonómico. Y, por tanto, necesitamos un rescate, simple y llanamente, para mantener el chiringuito, en espera de futuras ocasiones de despilfarro.

Que se haga justicia, aunque perezca el mundo

Como bien ha visto la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, el problema de España radica en que nadie confía en su modelo político. Y no porque todo el mundo se haya vuelto idiota o miope, sino, acaso, porque todo el mundo percibe la catadura moral de nuestros gobernantes (que se corresponde, por supuesto, con la catadura moral de los españoles): saben que, igual que antiguamente algunos reyes perseguían la justicia, aunque pereciera el mundo (de donde la frase latina “Fiat iustitia, pereat mundus”), nuestros políticos mantendrán el chiringuito aunque perezca el país. Fiat chiringuitus, pereat Hispania.

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