En las últimas dos semanas, el mayordomo del Papa, detenido en una celda de cuatr por cuatro en el Palacio de la Gendarmeria, solo ha salido dos veces. La primera el domingo para ir a misa. Y la otra, para ser interrogado por el juez Popanti-Pelletier, del Tribunal del Estado de la Ciudad de El Vaticano.
Paolo Grabiele es descrito como un hombre religioso, reservado y tímido. Está acusado de robo en el que es ya el mayor escándalo de la Iglesia en los tiempos modernos. Fuentes de la Santa Sede aseguran que el Papa se mostró tranquilo y confiado tras conocer la supuesta traición de su mayordomo. Pero el problema es que, aun con Gabriele detenido, las filtraciones continúan.
El domingo, el diario italiano "La Republica", publicó tres nuevos documentos y anunció que en breve tendrá nueva información. Los últimos documentos están protagonizados por el número dos de la Santa Sede, el cardenal Tarcisio Bertone y el secretario particular del Papa, el alemán Georg Gänswein.
Como una novela
El responsable de las filtraciones responde al nombre de "El Cuervo". Según "La República", este personaje dice que continuará entregando información hasta que "sean expulsados de El Vaticano los verdaderos responsables del problema que se vive en el gobierno central de la Iglesia. Entre ellos, garantiza, estarán precisamente Bertone y Gänswein. "El Cuervo" dice que su único objetivo es proteger a la Iglesia y al Papa de sus enemigos.
Hasta el momento, solo hay un detenido pero lo cierto es que nadie cree que sea el único culpable. Los expertos comentan que no se trata solo de una fuga de documentos sino de una "lucha de poder" entre los cardenales de la Curia.
De momento, Benedicto XVI ha dicho poco. Reitera su confianza en sus más cercanos y critica a la prensa por la cobertura "exagerada" del escándalo. Y confiesa sentirse triste por la detención de su mayordomo.