Los independentistas catalanes empeñados en votar pese a quien pese, caiga quien caiga y pasándose la ley por donde quieran, con su president Puigdemont a la cabeza, no saben ya donde poner las urnas para poder hacer ese dichoso referéndum que trae a todo el país de cabeza durante tanto tiempo. Empeñados en hacer ver lo blanco negro, lo ilegal en legal, las minorías en mayorías y todo aquello que se les ocurra con tal de ir contra el gobierno por ser del PP, como si el gobierno no fuese de todos los españoles, sea cual fuere el partido político al que perteneciese. Aquí se ve claramente que hay una pugna entre partidos políticos más que un afán en defensa de unos ideales, que dicho sea de paso, son pueblerinos y catetos, porque todo lo que sea dividir en vez de sumar, va en contra del avance histórico, político y social.
No se trata pues de cambiar una monarquía por una república ya que la nuestra es una monarquía parlamentaria y resulta ser el punto de unión de tanto desafuero político que tenemos, debido a la idiosincrasia propia del pueblo español, que a ojos vista, es mucho mejor que una dictadura ya sea de derechas o de izquierdas.
Pero vayamos a los votos catalanes. Que poca imaginación derrocha el señor Puigdemont y compañía poniendo, o mejor dicho, queriendo poner las urnas en centros de salud y colegios públicos acosando y presionando a funcionarios, utilizando las redes sociales para unos fines tendenciosos supuestamente progresistas. Voy a sugerirles tres ideas que creo pueden serles de gran utilidad.
Han pensado en algo tan fácil como sería unas urnas motorizadas a modo de telepizza. Podría llamarse el voto moto. Sería cómodo, original y veloz. Pensar que llamasen a tu puerta diciendo “señora para que no se moleste en ir a votar, a urna viene a su casa” de ese modo echarían la papeleta todos los componentes de la familia y personal contratado, sin tener que darle permiso para ir al colegio electoral. Una segunda idea sería una tómbola “pasen señores, pasen y depositen su voto, aquí la urna independentista”, “aquí el derecho a decidir” sin sorteos ni rifas, directamente, se llamaría el voto sorpresa ¿Habrá cosas más fácil? Otro lugar idóneo sería votar en el casino, ya que son duchos en jugar a la ruleta rusa, el voto ficha.
Quieren tanto marear la perdiz que no tiene ideas originales, dándole vueltas a la noria siempre en el mismo sentido, alternándose en el tiempo los burros que tiran de la misma.