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El baño de masas católico nada tiene que ver con la unidad de los cristianos

Baño de masas

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Baño de masas en las calles de Bogotá es el título del escrito de S. Palomino i A. Marcos, publicado en El País (8/10/2017), en donde se enfatiza el fervor popular ante la visita papal. El “baño de masas” desde la perspectiva cristiana bíblica no significa ortodoxia doctrinal. La Biblia que es muy restrictiva por el hecho de que es muy estrecho el camino que conduce a la vida eterna. La ortodoxia católica, en cambio, no es tan restrictiva como aparenta ser. Admite muchas creencias, eso sí, siempre que se mantengan sumergidas en el pozo del alma, preservando las estructuras visibles de la Iglesia. Una evidencia de la manga ancha de la Iglesia católica se manifiesta de manera evidente en los entierros en donde se aprecia la pobreza doctrinal de los sacerdotes que celebran los sepelios. ¿Cómo es posible que personas que se manifiestan no creyentes se las considera candidatos a la vida eterna por el mero hecho de haber sido bautizados y de ser enterrados cristianamente, vida que únicamente se encuentra en Jesús el Salvador? Si esta deficiencia doctrinal se hace evidente en cada entierro, ¿qué valor le hemos de dar al “baño de masas” con el que se recibe al pontífice? ¿Deben verdaderamente considerarse cristianas las multitudes que con mucha antelación se posicionan para ver de cerca al papa?

“Estando (Jesús) en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su Nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre (Juan 2: 23-25). A Jesús no se le puede dar gato por liebre. Siendo Dios sabe lo que se esconde en el corazón del hombre. Este poder no se encuentra en el hombre, pero, por la gracia de Dios, puede recibir una cierta dosis de discernimiento que se recibe previa conversión a Cristo y que se perfecciona creciendo en el conocimiento de Jesucristo Entendimiento que mejora al crecer en el conocimiento de la Biblia acompañado de la plegaria inspirada por el Espíritu Santo. Este crecimiento espiritual hace que el creyente posea el “corazón de Dios”, lo cual le proporciona un descernimiento que, aun siendo limitado, en cierta medida le permite ver lo que se amaga en los corazones de las multitudes que ondeando banderas vaticanas reciben al papa como si fuera un dios. La verdad es que en el “baño de masas” no se encuentra la fe que salva. Mucho ruido, pero ausencia del fruto del Espíritu Santo. Es una lástima que estas multitudes que son como ovejas que no tienen pastor, no tengan pastores que guiados por el Espíritu Santo les enseñen a andar por el camino estrecho que conduce a la vida eterna.

¿Qué ocurriría si a estas multitudes extraviadas se les enseñase la Verdad de Dios? Jesús nos da la respuesta. En el contexto de comer la carne de Jesús y de beber su sangre, Jesús dice a la multitud:

“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida…Como el Padre viviente me ha enviado, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo, no como vuestros padres comieron el maná, y murieron, el que come este pan vivirá eternamente (Juan 6:55-58). Jesús no enseña a sus discípulos a ser caníbales. Les habla en lenguaje metafórico. Quien por la fe come el cuerpo de Jesús y bebe su sangre significa que cree en Aquel que dio su carne y su sangre en la cruz del Gólgota, el tal “vivirá eternamente”. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Corintios 1:18). No debe extrañarnos, pues, que debido al mensaje de la cruz que anunciaba Jesús “muchos de sus discípulos se volvieran atrás, y ya no anduviesen con Él” (Juan 6:66). Solamente unos pocos permanecieron con él porque entendieron que solamente en Él había palabras de vida eterna.

¿Qué ocurriría si al “baño de masas” que recibe al papa se le anuncia el mensaje de “la palabra de la cruz” y que según Jesús deben abandonar su estilo de vida carnal a pesar de que se le haya revestido con un barniz de religiosidad? El papamóvil recorrería las calles desiertas de las ciudades que visita. Los “baños de masas” serían cosas del pasado.

Jesús nos alerta de que el cristianismo no es una religión de masas: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella, porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7: 13,14). El mensaje de Cristo es para todos, no es excluyente, a la vez, pero, es muy restrictivo” (Mateo 4:17). ¿Cuántos son los que se arrepienten? Muy pocos.

Baño de masas

El baño de masas católico nada tiene que ver con la unidad de los cristianos
Octavi Pereña
martes, 26 de septiembre de 2017, 07:54 h (CET)
Baño de masas en las calles de Bogotá es el título del escrito de S. Palomino i A. Marcos, publicado en El País (8/10/2017), en donde se enfatiza el fervor popular ante la visita papal. El “baño de masas” desde la perspectiva cristiana bíblica no significa ortodoxia doctrinal. La Biblia que es muy restrictiva por el hecho de que es muy estrecho el camino que conduce a la vida eterna. La ortodoxia católica, en cambio, no es tan restrictiva como aparenta ser. Admite muchas creencias, eso sí, siempre que se mantengan sumergidas en el pozo del alma, preservando las estructuras visibles de la Iglesia. Una evidencia de la manga ancha de la Iglesia católica se manifiesta de manera evidente en los entierros en donde se aprecia la pobreza doctrinal de los sacerdotes que celebran los sepelios. ¿Cómo es posible que personas que se manifiestan no creyentes se las considera candidatos a la vida eterna por el mero hecho de haber sido bautizados y de ser enterrados cristianamente, vida que únicamente se encuentra en Jesús el Salvador? Si esta deficiencia doctrinal se hace evidente en cada entierro, ¿qué valor le hemos de dar al “baño de masas” con el que se recibe al pontífice? ¿Deben verdaderamente considerarse cristianas las multitudes que con mucha antelación se posicionan para ver de cerca al papa?

“Estando (Jesús) en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su Nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre (Juan 2: 23-25). A Jesús no se le puede dar gato por liebre. Siendo Dios sabe lo que se esconde en el corazón del hombre. Este poder no se encuentra en el hombre, pero, por la gracia de Dios, puede recibir una cierta dosis de discernimiento que se recibe previa conversión a Cristo y que se perfecciona creciendo en el conocimiento de Jesucristo Entendimiento que mejora al crecer en el conocimiento de la Biblia acompañado de la plegaria inspirada por el Espíritu Santo. Este crecimiento espiritual hace que el creyente posea el “corazón de Dios”, lo cual le proporciona un descernimiento que, aun siendo limitado, en cierta medida le permite ver lo que se amaga en los corazones de las multitudes que ondeando banderas vaticanas reciben al papa como si fuera un dios. La verdad es que en el “baño de masas” no se encuentra la fe que salva. Mucho ruido, pero ausencia del fruto del Espíritu Santo. Es una lástima que estas multitudes que son como ovejas que no tienen pastor, no tengan pastores que guiados por el Espíritu Santo les enseñen a andar por el camino estrecho que conduce a la vida eterna.

¿Qué ocurriría si a estas multitudes extraviadas se les enseñase la Verdad de Dios? Jesús nos da la respuesta. En el contexto de comer la carne de Jesús y de beber su sangre, Jesús dice a la multitud:

“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida…Como el Padre viviente me ha enviado, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo, no como vuestros padres comieron el maná, y murieron, el que come este pan vivirá eternamente (Juan 6:55-58). Jesús no enseña a sus discípulos a ser caníbales. Les habla en lenguaje metafórico. Quien por la fe come el cuerpo de Jesús y bebe su sangre significa que cree en Aquel que dio su carne y su sangre en la cruz del Gólgota, el tal “vivirá eternamente”. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Corintios 1:18). No debe extrañarnos, pues, que debido al mensaje de la cruz que anunciaba Jesús “muchos de sus discípulos se volvieran atrás, y ya no anduviesen con Él” (Juan 6:66). Solamente unos pocos permanecieron con él porque entendieron que solamente en Él había palabras de vida eterna.

¿Qué ocurriría si al “baño de masas” que recibe al papa se le anuncia el mensaje de “la palabra de la cruz” y que según Jesús deben abandonar su estilo de vida carnal a pesar de que se le haya revestido con un barniz de religiosidad? El papamóvil recorrería las calles desiertas de las ciudades que visita. Los “baños de masas” serían cosas del pasado.

Jesús nos alerta de que el cristianismo no es una religión de masas: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella, porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7: 13,14). El mensaje de Cristo es para todos, no es excluyente, a la vez, pero, es muy restrictivo” (Mateo 4:17). ¿Cuántos son los que se arrepienten? Muy pocos.

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