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Etiquetas | Las entrevistas del 2+12 / Manel Estiarte
"Cuando pitaron el final sentí dolor físico y mental. Piensas que has perdido lo más importante de tu vida"

Manel Estiarte: "Tras Barcelona 92 pasamos de ser simpáticos a ser odiados"

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PULSA AQUÍ PARA VER TODAS LAS ENTREVISTAS DEL 2+12Entrevista, Juegos Olímpicos, Londres 2012, Manel Estiarte, waterpolo






Manel Estiarte Duocastella es el nombre y los apellidos de los Juegos Olímpicos en España. Intentar describir su relación con los cinco aros, aún de manera resumida,  nos obligaría a transformar una pequeña introducción en una novela con varios capítulos. Además de ser, con unos registros goleadores de otro mundo, el mejor waterpolista de toda la historia, Manel ha conseguido reunir los valores olímpicos más auténticos en un solo atleta.

Seis participaciones, líder del equipo que enamoró en Barcelona y triunfó en Atlanta, abanderado en Australia y miembro del COI hasta el año 2006. Una voz más que autorizada que ha vivido en directo el intenso cambio del movimiento olímpico desde la década de los 80. El mejor comienzo posible para este especial del 2+12.

Manel, viendo su trayectoria, la primera pregunta es inevitable. ¿Qué son los Juegos Olímpicos?

Manel Estiarte
¡Uf! ¡Depende! Están los Juegos cuando eres un niño, con diecisiete años, y para ti es todo estar allí, poder pisarlos. Luego llegan otros con posibilidades de ganar una medalla, como en Los Ángeles, donde ya te planteas que quieres obtener un resultado. Luego está la suerte, el sueño cumplido de poder jugar en casa con posibilidad de lograr algo grande y el dolor atroz de perderlo. También llegaron los Juegos que ganas, en los que nunca pudiste soñar el abrazarte con tus compañeros y llorar juntos de ese modo y, finalmente, los de despedida, que los vives como "esto ya se ha acabado". Los Juegos Olímpicos son todo: sueños, ambición, competitividad, tristeza, alegría... Todo lo que rodea a la vida y al deporte con una intensidad brutal.

Han sido nada menos que seis Olimpiadas, desde Moscú 80 a Sídney 2000. Como deportista, ¿cómo ha vivido la evolución del movimiento olímpico a lo largo de esos veinte años? ¿Qué cambió en dos décadas?

¡Piensa que en el 80 ni siquiera estaban los americanos! Había una nube de rareza, aunque yo, por mi juventud, no lo vivía. Para mí eran los mejores Juegos de la historia porque eran los primeros. Pero era diferente. No digo que nos sintiéramos dentro de la Guerra Fría, pero estábamos allí, en un momento muy difícil. Aunque yo no lo percibiera en aquel momento, fueron unos Juegos grises, tristes. Y cuatro años después fue más de lo mismo pero al revés, porque los americanos te lo venden con un color más azul, pero faltaban todos los otros. Siempre había la sensación de que los Juegos no eran completos.

Con Seúl llegó la calma...

Sí, luego volvió la "normalidad", empecé a vivir lo que es el espíritu olímpico. Aparte de algunos problemas políticos, que si el doping, el caso de Ben Johnson... pero ya eran cosas que no iban más allá de lo que rodea realmente al deporte, que a veces no es todo oro, hay enfermedades. Pero en Seúl, Barcelona sobre todo, Atlanta y Sídney ya pude a sentir y disfrutar el olimpismo. Una parte muy grande de los atletas con ambición de ganar, otra también grande con la alegría de participar, pero siempre con ese espíritu ligado al deporte. Sacrificio, lucha, ambición, humildad, saber ganar, saber perder, estar juntos... La gente se llena la boca hablando de olimpismo, pero al final se reduce en hacer deporte y en hacerlo bien.


"El abanderado debe ser quien represente mejor los valores del olimpismo y el deporte"


Intentar congelar en seis momentos semejante trayectoria es casi un acto de osadía pero, ¿se atreve a regalarnos un recuerdo, una anécdota o una reflexión por cada uno de los Juegos que ha disputado? Comenzamos por Moscú 1980...

Lo primero que me viene de Moscú es la sonrisa. Era una Villa Olímpica más pequeña, desde tu habitación controlabas casi todo. Era como una plaza central y todo el resto la rodeaba. En mi cuarto, en uno de los últimos pisos, nos reuníamos muchos deportistas diferentes, de balonmano, atletismo... y con unos prismáticos gigantes que alguien había comprado espiábamos al resto de delegaciones. Era un poco voyeur, casi, casi... [risas] Intentábamos eliminar el aburrimiento sin maldad, convivir no solo con el waterpolo, sino con tu delegación, con el resto de deportistas.

Los Ángeles 84...

En Los Ángeles recuerdo que las instalaciones estaban muy lejos de la piscina, y cada día era una hora y media de trayecto. Un día teníamos que jugar a las nueve de la mañana un partido súper importante contra Grecia. El entrenador nos hizo levantar a las cuatro y media para aclimatarnos y llegar despiertos. No tuvo demasiado sentido. Al final el viaje de autocar nos lo pasamos durmiendo [risas].

 

"De golpe quedamos subcampeones olímpicos y la cosa pasó a "¡joder con estos!"


Seúl 88...

De Seúl tengo un recuerdo más gris, más apagado. Quizás porque quedamos fuera de las medallas por una traición. Otros equipos arreglaron un resultado y nos quedamos fuera de manera muy injusta. Nos merecíamos muchos más. Fue el principio del que luego sería el mejor equipo de la década. Allí estaban los jóvenes Rollán, Gómez, García...

Y, por fin, Barcelona...



¿Una anécdota en Barcelona? La grandeza de una final perdida. ¡Fue tan grande aquella final! Tan grande el dolor, pero aún así maravilloso. Éramos los reyes, veinte mil personas, con el Rey allí, las familias... la oportunidad de nuestras vidas. Se nos escapó y parecía que nunca más volvería, pero cuatro años más tarde no te puedo decir un recuerdo, te digo tres: el abrazo con mis compañeros, cuando lloré con mi hermano en el agua y el momento que subimos al podio porque éramos campeones olímpicos. Lo que nunca hubiéramos soñado.

El epílogo llegó en Australia.

Sídney no es la despedida, no es que dejaba algo que había hecho desde pequeño. Sídney es el momento en que representé a toda la delegación como abanderado. Me di la vuelta y vi a todos los jóvenes nerviosos, a los veteranos tranquilos, pero en todos había una emoción tremenda en representar a la delegación española en aquella inauguración y yo tuve la suerte de llevar la bandera.

 

"España no puede ser nunca favorita cuando tenemos tan poca gente practicando este deporte. No perdamos el punto de vista".

 

Una de comparaciones odiosas. ¿La ceremonia inaugural de Sídney o la de Barcelona?

¡Uf! ¿Tú tienes hijos? Es lo de siempre. ¿A qué hijo quieres más? Es imposible elegir. La ceremonia de Barcelona, en casa, fue brutal, pero también estar allí delante, en tus últimos juegos, sabiendo que representas a tu país también es algo único. No, no, no me hagas esto... [risas]

Ya que hablamos de representaciones, ¿cómo ha vivido la polémica en torno a la elección del abanderado para Londres 2012?

¿Hay polémica? No creo que haya habido nunca reglas. Creo que se tiene que encontrar a la persona que en ese momento representa más al orgullo español, por su trayectoria como deportista, no por títulos, por respeto a lo que implica el olimpismo y al deporte en general. No quien más veces haya ganado, quien más veces haya ido, el más guapo o la más famosa. Es quien en aquellos momentos represente mejor los valores del olimpismo y del deporte.

Imposible no volver a ese mágico 1992. ¿Hasta qué punto cree que los Juegos de Barcelona han sido responsables de esta época dorada que vive el deporte español?


Manel Estiarte - Londres 2012

En América llegó la fiebre del oro (AGENCIAS)

No tenemos una respuesta sin Barcelona. Tenemos una respuesta habiendo vivido los Juegos del 92, y es que cambiamos. Empezamos a ganar, a pasar de simpáticos a ser odiados. Y me apetece esto, quiero esto. En waterpolo, por ejemplo, quedábamos quintos o sextos y todo el mundo decía "mira ese equipo que juega tan bien, que equipo más mono, más simpático". De golpe quedamos subcampeones del mundo, de Europa, olímpicos y la cosa cambió a "¡joder con estos!". Y pasó en el atletismo de entonces, tenis, ... todos los deportes explotaron. Barcelona 92 fue el principio.

El revulsivo en un contexto anclado.

Comenzamos a ser competitivos. Esto es lo más importante. Estar ahí siempre. Llevábamos un retraso considerable respecto a otros países. No te digo Estados Unidos o Rusia, pero teníamos primos como Francia o Italia, e incluso primos más lejanos, más "pequeñitos", como Hungría, Croacia... que nos daban la vuelta por todas partes. No era normal que España tuviera un promedio de una o dos medallas por Juegos. Teníamos un hambre histórica que teníamos que llenar y Barcelona fue el empujón.



"Jugamos como los ángeles. En aquel momento no había equipo en el mundo o en la historia que hubiese podido con nosotros".


Llegaron con el cartel de favoritos bajo el brazo. Campeonato impecable, pero derrota final ante Italia, el mismo día de la clausura, por 9-8. ¿Qué se le pasa antes por la cabeza?, ¿el último gol de Gandolfi, en la sexta prórroga, o el poste de Migue Ángel Oca a tres segundos del final?

Cuando juegas una final y empatas, y juegas seis prórrogas y al final pierdes, ¿qué te puedes decir? Pero no éramos favoritos, estaban Italia, Rusia, Estados Unidos, Hungría... potencias que tienen un nivel de licencias en waterpolo que multiplican por dos, tres y cuatro las nuestras. Nunca seremos favoritos, España no puede ser nunca favorita cuando tenemos tan poca gente practicando este deporte, no perdamos el punto de vista. Éramos un grupo excepcional, pero con unas limitaciones de estructura enorme. Eso sí, lo tuvimos en la mano. Cuando pitaron el final de partido yo sentí dolor, dolor físico, dolor mental, en aquel momento piensas que has perdido lo más importante de tu vida. Evidentemente no lo era, pero en aquel momento te duele el corazón, el alma.

Fue una espina que apenas aguantó cuatro años. ¿Sentían Atlanta como la última oportunidad del grupo para conseguir el oro?

Siendo sincero, no fuimos a Atlanta tan convencidos de nuestras posibilidades. Viajamos muy tranquilos. Queríamos disfrutarlo, jugarlo, pero sin esa ambición o la presión de estar ante una oportunidad única o la última. Empezamos perdiendo dos partidos en la fase regular, pero de golpe hicimos un partido genial en cuartos contra Estados Unidos, otro más genial contra Hungría en semifinales y otro más genial todavía en la final frente a Croacia. Jugamos como los ángeles. En aquel momento no había equipo en el mundo o en la historia que hubiese podido con nosotros.

Han dejado un listón altísimo para las nuevas generaciones. ¿Qué opciones le da a España en Londres en la lucha por las medallas?


Manel Estiarte - Londres 2012

Con el mejor Barça de la historia (FCB)

Creo que están capacitados para todo. No tenemos que presionar con el oro, la plata o el bronce, es un gran equipo y ahí están sus resultados durante los últimos años. El waterpolo español es lo que es. Son un grupo de presidentes románticos que empujan este deporte, mayoritariamente en Cataluña, casi podemos hablar de un 95%. También un poco en Madrid, pero hay territorios españoles donde no hay ni una piscina para que los niños puedan practicar, donde los más jóvenes no saben ni qué es el waterpolo. Tenemos que luchar con potencias como Hungría, por ejemplo, donde es deporte nacional. Es una lástima, pero que el equipo español llegue a los Juegos Olímpicos y tenga posibilidad de aspirar a todo es un milagro. Dejémosles que luchen. Con Rafa Aguilar, que es excepcional, y jugadores como Molina, Perrone, Iñaki... que tienen una calidad internacional consagrada, van a hacerlo bien seguro.

Y las chicas, por primera vez, a unos Juegos.

Tengo mucha confianza en lo que puede conseguir el grupo de Miki Oca. A él lo conozco muy bien y sé lo que vale como profesional y como persona. Están creciendo mucho, y un ejemplo claro es la victoria en la Copa de Europa de clubes de Sabadell el año pasado. Hicieron algo histórico clasificándose en el preolímpico de Italia, con lo complicado que es siempre jugar allí un torneo de estas características, y además consiguieron llevarse el triunfo.

Estos últimos años ha vivido de la mano del fútbol, en un deporte donde el éxito y el fracaso se suceden a velocidad de vértigo. Para los jugadores de waterpolo, ¿los Juegos son más el reconocimiento a nivel global, la fiesta cuatrienal o por el contrario predomina el sentimiento agobiante del "ahora o nunca"?

El waterpolista disfruta de los Juegos. De golpe tiene un reconocimiento que no tiene durante mucho tiempo. Yo conocí a muchos, muchos periodistas en los Juegos Olímpicos, cuando lo habitual eran los dos o tres de siempre en tu localidad. Todos se te acercaban y nosotros abríamos los brazos, porque nos sentíamos apreciados, queridos. No era una presión extra, nos gustaba ver que nos seguían. ¿Preferiríamos que durará más? Claro, pero nosotros hacemos esto porque queremos, amamos el waterpolo, participamos en los Juegos y hasta podemos tener opción de ganarlos, que es una barbaridad. ¿Una piscina con veinte mil personas y la prensa detrás cada día? Y ser millonario, pero sería injusto pensar así con todo lo que nos ha dado el deporte en educación, principios, alegrías, de todo... Me gusta ver el vaso medio lleno.

Una vez que ha anunciado su salida del Fútbol Club Barcelona, ¿se plantea regresar al movimiento olímpico a corto plazo?

Ahora toca un merecido descanso, unas buenas vacaciones, y a partir de septiembre ya veremos qué pasa. Las prisas son malas consejeras. Han sido cuatro años únicos e inimaginables, un regalo. Cuando me llamaron, el Barcelona estaba en medio de una moción de censura y ahora es el equipo más respetado, más querido y más admirado del mundo. Haber sido una pequeña parte de todo eso, haberlo vivido allí dentro con los jugadores, ver como entrenan, viajar con ellos, la relación de confianza con Pep, estar en un club tan grande como el Barcelona es algo muy intenso. Ahora un paso al lado, que no un paso atrás, y a descansar.

Manel Estiarte: "Tras Barcelona 92 pasamos de ser simpáticos a ser odiados"

"Cuando pitaron el final sentí dolor físico y mental. Piensas que has perdido lo más importante de tu vida"
Roberto Carrera Hernández
jueves, 31 de mayo de 2012, 22:00 h (CET)
PULSA AQUÍ PARA VER TODAS LAS ENTREVISTAS DEL 2+12Entrevista, Juegos Olímpicos, Londres 2012, Manel Estiarte, waterpolo






Manel Estiarte Duocastella es el nombre y los apellidos de los Juegos Olímpicos en España. Intentar describir su relación con los cinco aros, aún de manera resumida,  nos obligaría a transformar una pequeña introducción en una novela con varios capítulos. Además de ser, con unos registros goleadores de otro mundo, el mejor waterpolista de toda la historia, Manel ha conseguido reunir los valores olímpicos más auténticos en un solo atleta.

Seis participaciones, líder del equipo que enamoró en Barcelona y triunfó en Atlanta, abanderado en Australia y miembro del COI hasta el año 2006. Una voz más que autorizada que ha vivido en directo el intenso cambio del movimiento olímpico desde la década de los 80. El mejor comienzo posible para este especial del 2+12.

Manel, viendo su trayectoria, la primera pregunta es inevitable. ¿Qué son los Juegos Olímpicos?

Manel Estiarte
¡Uf! ¡Depende! Están los Juegos cuando eres un niño, con diecisiete años, y para ti es todo estar allí, poder pisarlos. Luego llegan otros con posibilidades de ganar una medalla, como en Los Ángeles, donde ya te planteas que quieres obtener un resultado. Luego está la suerte, el sueño cumplido de poder jugar en casa con posibilidad de lograr algo grande y el dolor atroz de perderlo. También llegaron los Juegos que ganas, en los que nunca pudiste soñar el abrazarte con tus compañeros y llorar juntos de ese modo y, finalmente, los de despedida, que los vives como "esto ya se ha acabado". Los Juegos Olímpicos son todo: sueños, ambición, competitividad, tristeza, alegría... Todo lo que rodea a la vida y al deporte con una intensidad brutal.

Han sido nada menos que seis Olimpiadas, desde Moscú 80 a Sídney 2000. Como deportista, ¿cómo ha vivido la evolución del movimiento olímpico a lo largo de esos veinte años? ¿Qué cambió en dos décadas?

¡Piensa que en el 80 ni siquiera estaban los americanos! Había una nube de rareza, aunque yo, por mi juventud, no lo vivía. Para mí eran los mejores Juegos de la historia porque eran los primeros. Pero era diferente. No digo que nos sintiéramos dentro de la Guerra Fría, pero estábamos allí, en un momento muy difícil. Aunque yo no lo percibiera en aquel momento, fueron unos Juegos grises, tristes. Y cuatro años después fue más de lo mismo pero al revés, porque los americanos te lo venden con un color más azul, pero faltaban todos los otros. Siempre había la sensación de que los Juegos no eran completos.

Con Seúl llegó la calma...

Sí, luego volvió la "normalidad", empecé a vivir lo que es el espíritu olímpico. Aparte de algunos problemas políticos, que si el doping, el caso de Ben Johnson... pero ya eran cosas que no iban más allá de lo que rodea realmente al deporte, que a veces no es todo oro, hay enfermedades. Pero en Seúl, Barcelona sobre todo, Atlanta y Sídney ya pude a sentir y disfrutar el olimpismo. Una parte muy grande de los atletas con ambición de ganar, otra también grande con la alegría de participar, pero siempre con ese espíritu ligado al deporte. Sacrificio, lucha, ambición, humildad, saber ganar, saber perder, estar juntos... La gente se llena la boca hablando de olimpismo, pero al final se reduce en hacer deporte y en hacerlo bien.


"El abanderado debe ser quien represente mejor los valores del olimpismo y el deporte"


Intentar congelar en seis momentos semejante trayectoria es casi un acto de osadía pero, ¿se atreve a regalarnos un recuerdo, una anécdota o una reflexión por cada uno de los Juegos que ha disputado? Comenzamos por Moscú 1980...

Lo primero que me viene de Moscú es la sonrisa. Era una Villa Olímpica más pequeña, desde tu habitación controlabas casi todo. Era como una plaza central y todo el resto la rodeaba. En mi cuarto, en uno de los últimos pisos, nos reuníamos muchos deportistas diferentes, de balonmano, atletismo... y con unos prismáticos gigantes que alguien había comprado espiábamos al resto de delegaciones. Era un poco voyeur, casi, casi... [risas] Intentábamos eliminar el aburrimiento sin maldad, convivir no solo con el waterpolo, sino con tu delegación, con el resto de deportistas.

Los Ángeles 84...

En Los Ángeles recuerdo que las instalaciones estaban muy lejos de la piscina, y cada día era una hora y media de trayecto. Un día teníamos que jugar a las nueve de la mañana un partido súper importante contra Grecia. El entrenador nos hizo levantar a las cuatro y media para aclimatarnos y llegar despiertos. No tuvo demasiado sentido. Al final el viaje de autocar nos lo pasamos durmiendo [risas].

 

"De golpe quedamos subcampeones olímpicos y la cosa pasó a "¡joder con estos!"


Seúl 88...

De Seúl tengo un recuerdo más gris, más apagado. Quizás porque quedamos fuera de las medallas por una traición. Otros equipos arreglaron un resultado y nos quedamos fuera de manera muy injusta. Nos merecíamos muchos más. Fue el principio del que luego sería el mejor equipo de la década. Allí estaban los jóvenes Rollán, Gómez, García...

Y, por fin, Barcelona...



¿Una anécdota en Barcelona? La grandeza de una final perdida. ¡Fue tan grande aquella final! Tan grande el dolor, pero aún así maravilloso. Éramos los reyes, veinte mil personas, con el Rey allí, las familias... la oportunidad de nuestras vidas. Se nos escapó y parecía que nunca más volvería, pero cuatro años más tarde no te puedo decir un recuerdo, te digo tres: el abrazo con mis compañeros, cuando lloré con mi hermano en el agua y el momento que subimos al podio porque éramos campeones olímpicos. Lo que nunca hubiéramos soñado.

El epílogo llegó en Australia.

Sídney no es la despedida, no es que dejaba algo que había hecho desde pequeño. Sídney es el momento en que representé a toda la delegación como abanderado. Me di la vuelta y vi a todos los jóvenes nerviosos, a los veteranos tranquilos, pero en todos había una emoción tremenda en representar a la delegación española en aquella inauguración y yo tuve la suerte de llevar la bandera.

 

"España no puede ser nunca favorita cuando tenemos tan poca gente practicando este deporte. No perdamos el punto de vista".

 

Una de comparaciones odiosas. ¿La ceremonia inaugural de Sídney o la de Barcelona?

¡Uf! ¿Tú tienes hijos? Es lo de siempre. ¿A qué hijo quieres más? Es imposible elegir. La ceremonia de Barcelona, en casa, fue brutal, pero también estar allí delante, en tus últimos juegos, sabiendo que representas a tu país también es algo único. No, no, no me hagas esto... [risas]

Ya que hablamos de representaciones, ¿cómo ha vivido la polémica en torno a la elección del abanderado para Londres 2012?

¿Hay polémica? No creo que haya habido nunca reglas. Creo que se tiene que encontrar a la persona que en ese momento representa más al orgullo español, por su trayectoria como deportista, no por títulos, por respeto a lo que implica el olimpismo y al deporte en general. No quien más veces haya ganado, quien más veces haya ido, el más guapo o la más famosa. Es quien en aquellos momentos represente mejor los valores del olimpismo y del deporte.

Imposible no volver a ese mágico 1992. ¿Hasta qué punto cree que los Juegos de Barcelona han sido responsables de esta época dorada que vive el deporte español?


Manel Estiarte - Londres 2012

En América llegó la fiebre del oro (AGENCIAS)

No tenemos una respuesta sin Barcelona. Tenemos una respuesta habiendo vivido los Juegos del 92, y es que cambiamos. Empezamos a ganar, a pasar de simpáticos a ser odiados. Y me apetece esto, quiero esto. En waterpolo, por ejemplo, quedábamos quintos o sextos y todo el mundo decía "mira ese equipo que juega tan bien, que equipo más mono, más simpático". De golpe quedamos subcampeones del mundo, de Europa, olímpicos y la cosa cambió a "¡joder con estos!". Y pasó en el atletismo de entonces, tenis, ... todos los deportes explotaron. Barcelona 92 fue el principio.

El revulsivo en un contexto anclado.

Comenzamos a ser competitivos. Esto es lo más importante. Estar ahí siempre. Llevábamos un retraso considerable respecto a otros países. No te digo Estados Unidos o Rusia, pero teníamos primos como Francia o Italia, e incluso primos más lejanos, más "pequeñitos", como Hungría, Croacia... que nos daban la vuelta por todas partes. No era normal que España tuviera un promedio de una o dos medallas por Juegos. Teníamos un hambre histórica que teníamos que llenar y Barcelona fue el empujón.



"Jugamos como los ángeles. En aquel momento no había equipo en el mundo o en la historia que hubiese podido con nosotros".


Llegaron con el cartel de favoritos bajo el brazo. Campeonato impecable, pero derrota final ante Italia, el mismo día de la clausura, por 9-8. ¿Qué se le pasa antes por la cabeza?, ¿el último gol de Gandolfi, en la sexta prórroga, o el poste de Migue Ángel Oca a tres segundos del final?

Cuando juegas una final y empatas, y juegas seis prórrogas y al final pierdes, ¿qué te puedes decir? Pero no éramos favoritos, estaban Italia, Rusia, Estados Unidos, Hungría... potencias que tienen un nivel de licencias en waterpolo que multiplican por dos, tres y cuatro las nuestras. Nunca seremos favoritos, España no puede ser nunca favorita cuando tenemos tan poca gente practicando este deporte, no perdamos el punto de vista. Éramos un grupo excepcional, pero con unas limitaciones de estructura enorme. Eso sí, lo tuvimos en la mano. Cuando pitaron el final de partido yo sentí dolor, dolor físico, dolor mental, en aquel momento piensas que has perdido lo más importante de tu vida. Evidentemente no lo era, pero en aquel momento te duele el corazón, el alma.

Fue una espina que apenas aguantó cuatro años. ¿Sentían Atlanta como la última oportunidad del grupo para conseguir el oro?

Siendo sincero, no fuimos a Atlanta tan convencidos de nuestras posibilidades. Viajamos muy tranquilos. Queríamos disfrutarlo, jugarlo, pero sin esa ambición o la presión de estar ante una oportunidad única o la última. Empezamos perdiendo dos partidos en la fase regular, pero de golpe hicimos un partido genial en cuartos contra Estados Unidos, otro más genial contra Hungría en semifinales y otro más genial todavía en la final frente a Croacia. Jugamos como los ángeles. En aquel momento no había equipo en el mundo o en la historia que hubiese podido con nosotros.

Han dejado un listón altísimo para las nuevas generaciones. ¿Qué opciones le da a España en Londres en la lucha por las medallas?


Manel Estiarte - Londres 2012

Con el mejor Barça de la historia (FCB)

Creo que están capacitados para todo. No tenemos que presionar con el oro, la plata o el bronce, es un gran equipo y ahí están sus resultados durante los últimos años. El waterpolo español es lo que es. Son un grupo de presidentes románticos que empujan este deporte, mayoritariamente en Cataluña, casi podemos hablar de un 95%. También un poco en Madrid, pero hay territorios españoles donde no hay ni una piscina para que los niños puedan practicar, donde los más jóvenes no saben ni qué es el waterpolo. Tenemos que luchar con potencias como Hungría, por ejemplo, donde es deporte nacional. Es una lástima, pero que el equipo español llegue a los Juegos Olímpicos y tenga posibilidad de aspirar a todo es un milagro. Dejémosles que luchen. Con Rafa Aguilar, que es excepcional, y jugadores como Molina, Perrone, Iñaki... que tienen una calidad internacional consagrada, van a hacerlo bien seguro.

Y las chicas, por primera vez, a unos Juegos.

Tengo mucha confianza en lo que puede conseguir el grupo de Miki Oca. A él lo conozco muy bien y sé lo que vale como profesional y como persona. Están creciendo mucho, y un ejemplo claro es la victoria en la Copa de Europa de clubes de Sabadell el año pasado. Hicieron algo histórico clasificándose en el preolímpico de Italia, con lo complicado que es siempre jugar allí un torneo de estas características, y además consiguieron llevarse el triunfo.

Estos últimos años ha vivido de la mano del fútbol, en un deporte donde el éxito y el fracaso se suceden a velocidad de vértigo. Para los jugadores de waterpolo, ¿los Juegos son más el reconocimiento a nivel global, la fiesta cuatrienal o por el contrario predomina el sentimiento agobiante del "ahora o nunca"?

El waterpolista disfruta de los Juegos. De golpe tiene un reconocimiento que no tiene durante mucho tiempo. Yo conocí a muchos, muchos periodistas en los Juegos Olímpicos, cuando lo habitual eran los dos o tres de siempre en tu localidad. Todos se te acercaban y nosotros abríamos los brazos, porque nos sentíamos apreciados, queridos. No era una presión extra, nos gustaba ver que nos seguían. ¿Preferiríamos que durará más? Claro, pero nosotros hacemos esto porque queremos, amamos el waterpolo, participamos en los Juegos y hasta podemos tener opción de ganarlos, que es una barbaridad. ¿Una piscina con veinte mil personas y la prensa detrás cada día? Y ser millonario, pero sería injusto pensar así con todo lo que nos ha dado el deporte en educación, principios, alegrías, de todo... Me gusta ver el vaso medio lleno.

Una vez que ha anunciado su salida del Fútbol Club Barcelona, ¿se plantea regresar al movimiento olímpico a corto plazo?

Ahora toca un merecido descanso, unas buenas vacaciones, y a partir de septiembre ya veremos qué pasa. Las prisas son malas consejeras. Han sido cuatro años únicos e inimaginables, un regalo. Cuando me llamaron, el Barcelona estaba en medio de una moción de censura y ahora es el equipo más respetado, más querido y más admirado del mundo. Haber sido una pequeña parte de todo eso, haberlo vivido allí dentro con los jugadores, ver como entrenan, viajar con ellos, la relación de confianza con Pep, estar en un club tan grande como el Barcelona es algo muy intenso. Ahora un paso al lado, que no un paso atrás, y a descansar.

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