Al menos admitiremos que se trata de disyuntivas mandonas, estamos obligados a ellas por el mero hecho de vivir. La crudeza existencial nos induce a reacciones contrapuestas. Bien en una retirada meditabunda, de lamentos, del mayor escape posible ante las acuciantes penurias, en una especie de indiferencia, que al final resulta cómplice desde la pasividad. Bien entrando de lleno en la vorágine, aumentando las probabilidades; atenuando o incrementando las crueldades. Dentro de esa variedad destaca la creatividad un tanto artística en busca de la excelencia, siempre más escasa de lo deseable. La crueldad viene acentuada por la INCERTIDUMBRE, situada entre misterios y percepciones de alcances imprevistos.
Así se trasluce en los asuntos sucesivos a los que nos vemos enfrentados, en lo personal y en lo comunitario. Idas y venidas multiplicadas. Cuando las renuncias por impotencia o la audacia prepotente se apoderan de las voluntades, desde la pasividad a las aguerridas enajenaciones, desde las ensoñaciones a las fijaciones, aunque estas sean tambien muy cambiantes. Por encima de las preferencias individuales abordamos las disyuntivas de las decisiones. La delegación de funciones en otras personas ya supone un POSICIONAMIENTO cargado de responsabilidad, en el cual la evasión radical no es posible. Como decía el título de J.Mª. Gironella, “Condenados a vivir” o acaso debiéramos decir bienaventurados.
Ante los grandes espacios nos sentimos insignificantes, el cosmos, el cielo y la Tierra, nos abocan a expectativas inalcanzables, los contemplamos como entes lejanos. Si bien, en los círculos de mayor proximidad, el sentimiento de desvalimiento subsiste, no pocas veces con intensidades tremendas; el subconsciente, la intimidad, las relaciones directas, las ignorancias, sobre todo si colaboramos en la DESERTIZACIÓN de los espacios circundantes en cuanto a la ausencia de aportaciones de las mejores cualidades humanas se refiera. Las opciones personales afrontan las orientaciones entre las nulidades por pasividad, las aventuras bien intencionadas o las maliciosas intervenciones.
Si nos fijamos por un momento en las ilustraciones del impresionismo, en determinados momentos surgen expresiones luminosas que permiten la percepción de una realidad concreta. Esas INSTANTÁNEAS interrumpen el discurso rutinario, despersonalizado, propenso al anonimato; en aquellos fogonazos muestran descubrimientos estupendos, dejándonos expuestos a la valoracion conservadora de las consecuciones anteriores y el riesgo de adherirnos a las novedades exclusivamente. No son opciones cerradas y el equilibrio es inestable. Por lo que, metidos de lleno en esa inestablidad, nos vemos obligados a las decisiones contradictorias e inciertas que tantas insatisfacciones nos provocan.
El muestrario ofrecido por la NATURALEZA ayuda a la mejor comprensión de los contrastes sucesivos. Lluvias o sequías, ventoleras o calma chicha, claridades y zonas sombrías. De tal forma que las disyuntivas de apariencia contundente, con frecuencia son redefinidas como una sucesión de eventos, los primeros con muchas similitudes observadas en los nuevos, suavizando la toma de decisiones. Mientras estas sean posibles, claro está. En multitud de ocasiones no hay elección, sobre todo en los fenómenos extremosos. Interesan especialmente las maniobras moduladoras y los matices, para soslayar los excesos de las posiciones drásticas, innecesarias en demasiadas ocasiones.
En un mismo sujeto abundan los contrastes provocadores. Frente a la actitud aperturista de una autenticidad creadora, con los horizontes abiertos en su misma piel; configuramos excesivos fetiches a los cuales permanecemos anclados, bloqueando con ese lastre las mencionadas aperturas. La crueldad viene acrecentada porque las posturas inconvenientes no suelen ser excluyentes. Su aparición simultánea en la misma persona aboca a los protagonistas a la PERPLEJIDAD, con el consiguiente aturdimiento. Desde la política, la vida afectiva, las actividades profesionales, proliferan tesituras como las comentadas, que predisponen a las decisiones erróneas por las malas interpretaciones.
Mientras el dinero fluye caudaloso en determinados círculos, sólo hay que observar los sueldos millonarios, jubilaciones doradas por los millones y acumulación de prebendas, en las grandes empresas creadas a la sombra de los poderes públicos, de los banqueros, de los contubernios insospechables para la gente normal; entre dichas evidencias deambula la crudeza de quienes sólo disponen de salarios ínfimos, desinformación, abandonos y penurias sin fin. Sometidos estos últimos a la cruel opción de aplaudir al sistema pese a las corrupciones, de lo contrario, aún empeorarían sus posibilidades. La DESPROPORCIÓN amplía esos efectos, de tal manera que delimitan trayectos intolerables y un sinnúmero de afectados.
El poder de la tergiversación se infiltra por conceptos y conductas, en una perversa labor en contra de cualquier entendimiento. Puestas así las cosas, los rasgos auténticos son difíciles de encontrar. Supone una potente DESVIRTUACIÓN de los posibles puntos de apoyo tan necesarios para el ciudadano corriente. Cada ciudadano no está en condiciones de una calibración adecuada para cada disyuntiva, a mayor complejidad, peores posibilidades. De ahí la terrible encrucijada de las obligaciones decisorias con los problemas a la vista y gran parte de los recursos escamoteados; quedando esos sujetos sometidos por dichas limitaciones, al pairo de un sistema pilotado por otras personas.
Pocos como Francisco de Goya para retratar los dilemas cruciales apegados a los defectos humanos. En sus “Caprichos” introduce varios de aquellos, adobados de asnos y brujas como reflejo de la impericia de los individuos para tratarlos. Uno de tales dilemas lo experimentamos en torno a la administracion de la JUSTICIA. Porque, verdaderamente es cosa de brujería el como escapan con los bolsillos llenos los grandes estafadores. No sólo eso, hasta los golpes de estado disponen de un trato distinto según quien y como los lleve a cabo. Con los asesinatos ocurre otro tanto, el muerto no sale del hoyo y sus atacantes sufren mil enajenaciones atenuantes. Son inclinaciones crueles ante el dilema de la justicia.
Las disyuntivas son EXIGENCIAS vitales e insoslayables, con frecuencia sin asomo de salidas reconfortantes, pero duraderas, con su terquedad manifiesta. La dificultad de la tarea se convierte en una clamorosa petición de colaboraciones, topando con una nueva bifurcacion, las mal encaradas que empeoran la posibilidades exitosas y las bien orientadas; recalcando que nos falta la magia para elegir siempre las buenas opciones. Como diría Walt Whitman, injertemos las bondades en nuestras molleras; en cuanto a las maldades, será un imperativo traducirlas a unos funcionamientos bien elaborados para que sean gratificantes; tendrán que ser de nuevo cuño para formar parte de la ocupación fascinante de la existencia, que de por sí debiera justificar los buenos enfoques de cara a la convivencia.