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La nueva religión

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Igual que hubo un tiempo en que Occidente adoró al Dios judeo cristiano y tiñó todo su sociedad medieval, y toda su cultura posterior, con el nombre de ese Dios; así, el mismo Occidente, la misma civilización ha pasado, de improviso, a arrodillarse ante una nueva religión.

Lo mismo que el Dios anterior, este nuevo dios era ubicuo, estaba en todas partes; se le rezaba por la mañana, al levantarse para ir al trabajo (a los oficios), o para ir a buscarlo. Y, como al antiguo, a este dios no se puede ver ni tocar.

Ese dios vive en el mundo a través de la fe que sus fieles tienen en él. Esa nueva fe se llama “crédito”, e igualmente que los antiguos se quejaban de la falta de fe de sus jóvenes, los modernos lloran por la falta de crédito y temen que se acerque el castigo divino; y espera, temiendo también, el divino rescate, que envíe a sus eurobonos para cargar con todas nuestras deudas.

La nueva religión dispone, también, cómo no, de sus propias virtudes teologales. Ya no son, como antaño, la Fe, la Esperanza y el Amor, sino que se trata del Crédito, la lejana Jubilación y la Subvención no recortable. Tres virtudes que hay que guardar, so pena de ser castigados por el juez supremo al abismo de la miseria, a la eterna cola del paro…, a tener que buscarnos la vida por nosotros mismos.

Y, así, todos los fieles aspirantes a la Gloria eterna de un puesto de funcionario o de un nicho de subvenciones (un sindicato o un partido político…, o un consejo de administración de un banco cualquiera, o de una eléctrica cualquiera o de una petrolera  determinada), cumplen su primer mandamiento de amar a su dios sobre todas las cosas.

Y se forman, como nos cuenta Agustín García Calvo, “colas de fieles en los concesionarios de la Declaración de la Renta o los oratorios de cobro de Réditos o Pensiones, la absolución de las cifras rojas del pecado mediante la absolución por medio de la confesión (...), los concilios de teólogos y obispos para determinar los artículos de fe”, para decirnos en qué debemos creer, para dirimir las agrias polémicas teológicas entre las escuelas sobre la naturaleza del único hijo de este dios: la crisis económica.

Porque, he aquí, unos defienden que la crisis tiene una naturaleza divina, un “alma de mercado” y que solo en apariencia es humana (por las crisis políticas que ocasiona). Sin embargo, otros defienden que la crisis es solo humana, que solo obedece al mal que hicieron los gobiernos. Y, por fin, se encuentran los que defienden la doble naturaleza política y económica) de la crisis, como antiguamente se defendía la doble naturaleza, divina y humana, del hijo de aquel Dios antiguo.

Sin embargo, hoy hemos conseguido lo que no consiguieron nuestros antepasados; hoy hemos abrazado, todos a una, la única religión verdadera; adoramos todos al mismo dios, tememos todos al mismo diablo. Rezamos todos por la Segunda Venida, en toda su gloria, de la Prosperidad económica y levantamos los ojos al cielo preguntando al nuevo dios por qué nos ha abandonado el trabajo.

Cuídense los pocos descreídos que aun quedan. Como señaló Mark Twain, el hombre es el único animal que ama a su prójimo como a sí mismo…, y le corta la garganta si su teología no es la correcta.

Sepan, aun así, los adoradores de esta nueva religión, yo así lo profetizo, que algún día, más pronto que tarde, también su iglesia tendrá que pagar el IBI. Si es que quiere que se produzca la Segunda Venida.

La nueva religión

Felipe Muñoz
martes, 29 de mayo de 2012, 07:17 h (CET)
Igual que hubo un tiempo en que Occidente adoró al Dios judeo cristiano y tiñó todo su sociedad medieval, y toda su cultura posterior, con el nombre de ese Dios; así, el mismo Occidente, la misma civilización ha pasado, de improviso, a arrodillarse ante una nueva religión.

Lo mismo que el Dios anterior, este nuevo dios era ubicuo, estaba en todas partes; se le rezaba por la mañana, al levantarse para ir al trabajo (a los oficios), o para ir a buscarlo. Y, como al antiguo, a este dios no se puede ver ni tocar.

Ese dios vive en el mundo a través de la fe que sus fieles tienen en él. Esa nueva fe se llama “crédito”, e igualmente que los antiguos se quejaban de la falta de fe de sus jóvenes, los modernos lloran por la falta de crédito y temen que se acerque el castigo divino; y espera, temiendo también, el divino rescate, que envíe a sus eurobonos para cargar con todas nuestras deudas.

La nueva religión dispone, también, cómo no, de sus propias virtudes teologales. Ya no son, como antaño, la Fe, la Esperanza y el Amor, sino que se trata del Crédito, la lejana Jubilación y la Subvención no recortable. Tres virtudes que hay que guardar, so pena de ser castigados por el juez supremo al abismo de la miseria, a la eterna cola del paro…, a tener que buscarnos la vida por nosotros mismos.

Y, así, todos los fieles aspirantes a la Gloria eterna de un puesto de funcionario o de un nicho de subvenciones (un sindicato o un partido político…, o un consejo de administración de un banco cualquiera, o de una eléctrica cualquiera o de una petrolera  determinada), cumplen su primer mandamiento de amar a su dios sobre todas las cosas.

Y se forman, como nos cuenta Agustín García Calvo, “colas de fieles en los concesionarios de la Declaración de la Renta o los oratorios de cobro de Réditos o Pensiones, la absolución de las cifras rojas del pecado mediante la absolución por medio de la confesión (...), los concilios de teólogos y obispos para determinar los artículos de fe”, para decirnos en qué debemos creer, para dirimir las agrias polémicas teológicas entre las escuelas sobre la naturaleza del único hijo de este dios: la crisis económica.

Porque, he aquí, unos defienden que la crisis tiene una naturaleza divina, un “alma de mercado” y que solo en apariencia es humana (por las crisis políticas que ocasiona). Sin embargo, otros defienden que la crisis es solo humana, que solo obedece al mal que hicieron los gobiernos. Y, por fin, se encuentran los que defienden la doble naturaleza política y económica) de la crisis, como antiguamente se defendía la doble naturaleza, divina y humana, del hijo de aquel Dios antiguo.

Sin embargo, hoy hemos conseguido lo que no consiguieron nuestros antepasados; hoy hemos abrazado, todos a una, la única religión verdadera; adoramos todos al mismo dios, tememos todos al mismo diablo. Rezamos todos por la Segunda Venida, en toda su gloria, de la Prosperidad económica y levantamos los ojos al cielo preguntando al nuevo dios por qué nos ha abandonado el trabajo.

Cuídense los pocos descreídos que aun quedan. Como señaló Mark Twain, el hombre es el único animal que ama a su prójimo como a sí mismo…, y le corta la garganta si su teología no es la correcta.

Sepan, aun así, los adoradores de esta nueva religión, yo así lo profetizo, que algún día, más pronto que tarde, también su iglesia tendrá que pagar el IBI. Si es que quiere que se produzca la Segunda Venida.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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