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“La verdad resalta la falsedad y lo falso impide creer lo verdadero”, Carlos Díaz

Un ejercicio verbal

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Las miradas desde fuera son una historia imposible (Nadie conseguirá aclarar las interioridades de un matrimonio o las intenciones de tantos gestores como nos atribulan). Y las miradas a través de los tiempos son equívocas. ¿Cómo sino alumbrarían tantas historias diferentes? ¿Cómo comparar las accciones actuales con las precedentes? Las evoluciones son complejas y de muy difícil evaluación. Ambos intentos OBSERVADORES influyen en los lenguajes empleados; aunque no pasan de ser meras aproximaciones, minúsculos contactos con pretensiones de máxima agudeza. Eso, hablando de ocupaciones habituales poco trascendentes; si proclamamos conclusiones firmes o juicios de valor en plan dogmático, cometeremos un desatino curioso, que nos dejará muy desairados.

No sé si por vocación o por masoquismo, quién sabrá por qué otros motivos; pero nos chiflan los números y las apariciones en pantalla. Sean votantes o manifestantes, encuestas o escándalos, mentiras repetidas o silenciamientos seleccionados; giran todos alrededor de las cifras o apariciones en las imágenes, como la única explicación a tener en cuenta. El mismo lenguaje lo refleja con nitidez. Aquellos modos u oficios con que nombrábamos las cosas, su entonación, la apelación como llamada del VOCATIVO; no claman ahora por una búsqueda ambiciosa de lo mejor, no lanzan una apología del debate razonado y constructivo. Tratan de encandilarnos con fuertes fogonazos esperpénticos, que ni espectáculo son, por que no pasan de ser un vocerío mal articulado. Con impresiones deslumbrantes, ocupan unos espacios públicos, alejados del análisis y del sentido comunitario auténtico. Las realidades personales no radican en ese relumbrón ocasional.

Los valores son atribuídos al pueblo como conjunto de personas e indicador a seguir. Así, escuchamos como el poder nace del pueblo, es el que tiene razón, el motor de los proyectos, el asiento de las democracias y un sin fin de alusiones semejantes. Las cosas vienen y son del pueblo. Ese sería el empleo GENITIVO de las expresiones. La procedencia de las argumentaciones es ofrecida como una eleboración del conjunto social; afirmación que no supera la prueba ratificadora, de la teoría a la realidad contemplamos un abismo frustrante. Apreciamos otro ejemplo en el que, afuerza de frases y proclamas, hemos confiado en varias falsedades sucesivas. El candor no debiera pasar por alto engaños como estos; sin embargo, confundimos los deseos con las experiencias diarias; o simplemente, no queremos quitarnos los velos encubridores.

Aunque abunden las acciones insustanciales, esas de ni fu ni fa, cuyo único contenido es haber sucedido; lo habitual es que nos aporten algún provecho o ciertos perjuicios y contrariedades. Las personas aisladas, o bien en grupos, presentan una propensión determinada a las actuaciones efectivas o intrascendentes. Los daños y los beneficios atraviesan esferas muy diferentes. ¿A quienes van dirigidos? Aquí reluce la potencia expresiva del DATIVO en las locuciones verbales. No creo que dudemos en las respuestas, sobre todo en lo referente a las conductas derivadas de la grave crisis que padecemos, pero también en otras situaciones. Los aprovechados los vamos descubriendo, apegados a la acumulación de cifras demoledoras y de prebendas. En cambio, los daños están más repartidos, afectan al grueso de la población con recortes e impuestos; siempre pierden los mismos. ¿Por qué no igualamos las perspectivas? No será por ignorancias, sabemos muy bien las divergencias y comprobamos su reiteración.

Con el NOMINATIVO tenemos serios problemas cuando tratamos de aclarar quién hace lo que el verbo expresa. Dar la cara no es la característica principal de los figurantes habituales; su aparición en la foto no significa que testifiquen de sus responsabilidades; muy al contrario, esa imagen la utilizan de disfraz. Nóos, Gürtel, CAM, ERES andaluces, esquilmadores de comunidades y ayuntamientos, BANKIA; ¿acaso sólo existen siglas o entidades? ¿En qué apartado habremos de añadir el nombre del consejero responsable, Torres, Urdangarín o quienes surjan en cada andanza? El delizamiento hacia las entidades es interesado, esconde los nombres de personas concretas y, por lo tanto, cuesta desenmascarar a los sinvergüenzas y las conexiones de alcurnia con familias y notables prebostes. El compromiso ligado a los nombres no parece propio de esta época. Presenciamos una esquizofrénica compostura de figuración y ocultamientos simultáneos.

Nadamos en la abundancia en cuanto a las aportaciones del complemento circunstancial, puede contener de todo. El ABLATIVO comprende todas las influencias y matices participantes en los eventos. A través de él, cargamos las tintas sobre la amplitud de las aportaciones (Otra vez los números), todas son válidas en principio. Las encerronas ven facilitados los caminos; la multiplicación de referencias ahoga las perspectivas más próximas a las personas. Odios y deseos, esperanzas o frustraciones, vivencias del espíritu o biológicas, están abiertas a esa diversidad fascinante; aunque riesgosa, por que nos exige mayor atención para mantener las posiciones personales. Si abdicamos de ese esfuerzo por atender a la diversidad, los usurpadores encontrarán el campo libre. Las prolíficas circunstancias orteguianas están disponibles. ¿Quién estará dispuesto a tomar parte activa en su asimilación?

Las frases autoritarias surgen en cualquier sector de las relaciones sociales. Con su entonación IMPERATIVA, pretenden investirse de una fuerza y credibilidad, que no dependen del tono empleado, sino del fondo argumental que atesoren. En el ámbito de los creyentes, el Prof. Carlos Díaz valoró estupendamente los modos verbales empleados; aplica el imperativo del amor consumado a los niveles superiores de la experiencia humana. A nivel personal o social, la entonación, por sí sola, puede quedar en una chirigota ridícula, cuando es mal empleada, fuera de lugar. Cuántos ejemplos escuchamos a diario, con pronunciamientos engolados, desprovistos de las razones oportunas. Conviene espabilar para la detección primero y para la réplica posterior; será la manera de no ser arrastrados por el espectáculo de sus oratorias. Sin olvidar tampoco, que algunas nociones imperativas, están basada en razonamientos de calidad, y nos importa mucho su distinción.

Los modos y maneras del habla reflejan directamente una porción muy importante de los adentros de cada persona; para bien o para mal, eso ya depende del contenido del discurso y de su utilización. Si el uso cotidiano propaga las frases entrecortadas y sin entonación, con abreviaturas crípticas y exabruptos; será una señal inequívoca de que nos aproximamos al encefalograma plano, con algunas convulsiones irreflexivas de vez en cuando. La indiferencia desmonta muchos andamiajes y estos resultan imprescindibles para cualquier construcción de altura. Por todo lo dicho, precisamos de la suficiente COHERENCIA, que asimile las cualidades a nuestra disposición y las relaciones con los ambientes en que nos movemos. Es un claro imperativo

Un ejercicio verbal

“La verdad resalta la falsedad y lo falso impide creer lo verdadero”, Carlos Díaz
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 11 de mayo de 2012, 06:43 h (CET)
Las miradas desde fuera son una historia imposible (Nadie conseguirá aclarar las interioridades de un matrimonio o las intenciones de tantos gestores como nos atribulan). Y las miradas a través de los tiempos son equívocas. ¿Cómo sino alumbrarían tantas historias diferentes? ¿Cómo comparar las accciones actuales con las precedentes? Las evoluciones son complejas y de muy difícil evaluación. Ambos intentos OBSERVADORES influyen en los lenguajes empleados; aunque no pasan de ser meras aproximaciones, minúsculos contactos con pretensiones de máxima agudeza. Eso, hablando de ocupaciones habituales poco trascendentes; si proclamamos conclusiones firmes o juicios de valor en plan dogmático, cometeremos un desatino curioso, que nos dejará muy desairados.

No sé si por vocación o por masoquismo, quién sabrá por qué otros motivos; pero nos chiflan los números y las apariciones en pantalla. Sean votantes o manifestantes, encuestas o escándalos, mentiras repetidas o silenciamientos seleccionados; giran todos alrededor de las cifras o apariciones en las imágenes, como la única explicación a tener en cuenta. El mismo lenguaje lo refleja con nitidez. Aquellos modos u oficios con que nombrábamos las cosas, su entonación, la apelación como llamada del VOCATIVO; no claman ahora por una búsqueda ambiciosa de lo mejor, no lanzan una apología del debate razonado y constructivo. Tratan de encandilarnos con fuertes fogonazos esperpénticos, que ni espectáculo son, por que no pasan de ser un vocerío mal articulado. Con impresiones deslumbrantes, ocupan unos espacios públicos, alejados del análisis y del sentido comunitario auténtico. Las realidades personales no radican en ese relumbrón ocasional.

Los valores son atribuídos al pueblo como conjunto de personas e indicador a seguir. Así, escuchamos como el poder nace del pueblo, es el que tiene razón, el motor de los proyectos, el asiento de las democracias y un sin fin de alusiones semejantes. Las cosas vienen y son del pueblo. Ese sería el empleo GENITIVO de las expresiones. La procedencia de las argumentaciones es ofrecida como una eleboración del conjunto social; afirmación que no supera la prueba ratificadora, de la teoría a la realidad contemplamos un abismo frustrante. Apreciamos otro ejemplo en el que, afuerza de frases y proclamas, hemos confiado en varias falsedades sucesivas. El candor no debiera pasar por alto engaños como estos; sin embargo, confundimos los deseos con las experiencias diarias; o simplemente, no queremos quitarnos los velos encubridores.

Aunque abunden las acciones insustanciales, esas de ni fu ni fa, cuyo único contenido es haber sucedido; lo habitual es que nos aporten algún provecho o ciertos perjuicios y contrariedades. Las personas aisladas, o bien en grupos, presentan una propensión determinada a las actuaciones efectivas o intrascendentes. Los daños y los beneficios atraviesan esferas muy diferentes. ¿A quienes van dirigidos? Aquí reluce la potencia expresiva del DATIVO en las locuciones verbales. No creo que dudemos en las respuestas, sobre todo en lo referente a las conductas derivadas de la grave crisis que padecemos, pero también en otras situaciones. Los aprovechados los vamos descubriendo, apegados a la acumulación de cifras demoledoras y de prebendas. En cambio, los daños están más repartidos, afectan al grueso de la población con recortes e impuestos; siempre pierden los mismos. ¿Por qué no igualamos las perspectivas? No será por ignorancias, sabemos muy bien las divergencias y comprobamos su reiteración.

Con el NOMINATIVO tenemos serios problemas cuando tratamos de aclarar quién hace lo que el verbo expresa. Dar la cara no es la característica principal de los figurantes habituales; su aparición en la foto no significa que testifiquen de sus responsabilidades; muy al contrario, esa imagen la utilizan de disfraz. Nóos, Gürtel, CAM, ERES andaluces, esquilmadores de comunidades y ayuntamientos, BANKIA; ¿acaso sólo existen siglas o entidades? ¿En qué apartado habremos de añadir el nombre del consejero responsable, Torres, Urdangarín o quienes surjan en cada andanza? El delizamiento hacia las entidades es interesado, esconde los nombres de personas concretas y, por lo tanto, cuesta desenmascarar a los sinvergüenzas y las conexiones de alcurnia con familias y notables prebostes. El compromiso ligado a los nombres no parece propio de esta época. Presenciamos una esquizofrénica compostura de figuración y ocultamientos simultáneos.

Nadamos en la abundancia en cuanto a las aportaciones del complemento circunstancial, puede contener de todo. El ABLATIVO comprende todas las influencias y matices participantes en los eventos. A través de él, cargamos las tintas sobre la amplitud de las aportaciones (Otra vez los números), todas son válidas en principio. Las encerronas ven facilitados los caminos; la multiplicación de referencias ahoga las perspectivas más próximas a las personas. Odios y deseos, esperanzas o frustraciones, vivencias del espíritu o biológicas, están abiertas a esa diversidad fascinante; aunque riesgosa, por que nos exige mayor atención para mantener las posiciones personales. Si abdicamos de ese esfuerzo por atender a la diversidad, los usurpadores encontrarán el campo libre. Las prolíficas circunstancias orteguianas están disponibles. ¿Quién estará dispuesto a tomar parte activa en su asimilación?

Las frases autoritarias surgen en cualquier sector de las relaciones sociales. Con su entonación IMPERATIVA, pretenden investirse de una fuerza y credibilidad, que no dependen del tono empleado, sino del fondo argumental que atesoren. En el ámbito de los creyentes, el Prof. Carlos Díaz valoró estupendamente los modos verbales empleados; aplica el imperativo del amor consumado a los niveles superiores de la experiencia humana. A nivel personal o social, la entonación, por sí sola, puede quedar en una chirigota ridícula, cuando es mal empleada, fuera de lugar. Cuántos ejemplos escuchamos a diario, con pronunciamientos engolados, desprovistos de las razones oportunas. Conviene espabilar para la detección primero y para la réplica posterior; será la manera de no ser arrastrados por el espectáculo de sus oratorias. Sin olvidar tampoco, que algunas nociones imperativas, están basada en razonamientos de calidad, y nos importa mucho su distinción.

Los modos y maneras del habla reflejan directamente una porción muy importante de los adentros de cada persona; para bien o para mal, eso ya depende del contenido del discurso y de su utilización. Si el uso cotidiano propaga las frases entrecortadas y sin entonación, con abreviaturas crípticas y exabruptos; será una señal inequívoca de que nos aproximamos al encefalograma plano, con algunas convulsiones irreflexivas de vez en cuando. La indiferencia desmonta muchos andamiajes y estos resultan imprescindibles para cualquier construcción de altura. Por todo lo dicho, precisamos de la suficiente COHERENCIA, que asimile las cualidades a nuestra disposición y las relaciones con los ambientes en que nos movemos. Es un claro imperativo

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