Lo paradójico es que Romney es discípulo de Joseph Smith, un contemporáneo de Lincoln a quien él y los demás fundadores del republicanismo tanto aborrecieron. 21 años de que Lincoln fuera el primer presidente norteamericano en ser asesinado, Smith se convirtió en el primer candidato a la Casa Blanca en ser linchado.
Lincoln y Smith eran polos opuestos. Lincoln era más secular que religioso y forjó al republicanismo llamando a acabar con las “dos bestias que azotaban EEUU: la esclavitud y la poligamia”.
Smith, por su parte, murió siendo gobernador, general y candidato presidencial y autoproclamado como el primer profeta que restauraría el Cristianismo frente a todas las demás iglesias, las cuales, según él, traicionaron a Cristo apenas él murió. Él fue quien creó el mormonismo, la única religión que formó un Estado (el de Utah) donde se promovía la poligamia como vía para llegar a ser dioses y que hasta hace un tercio de siglo segregaba a los negros considerándolos inferiores y maldecidos por Dios.
Lincoln consideraba a la poligamia como la esclavitud de las esposas para servir a un marido blanco, algo tan o más atroz que la que encadenaba a los afro-americanos. Él fue el único presidente de un país importante que libró una guerra (además, la mayor que se haya dado en EEUU) armando a los negros y aboliendo su trata.
Tal era la animosidad de los republicanos hacia los mormones que ellos frenaron reconocer a Utah como Estado durante casi medio siglo. Los mormones, que inicialmente preferían a los demócratas, se fueron volcando en masa hacia el republicanismo cuando éste pasó a convertirse en el ‘Partido de Dios’, refugio de toda clase de fundamentalistas cristianos.
Gradualmente los mormones fueron transformando al republicanismo, de ser el partido más hostil a ellos, al que ellos más influencian. Utah es el principal bastión electoral del republicanismo y el Estado donde Bush tuvo mayor porcentaje de votos.
Ezra Taft Benson, quien murió como profeta del mormonismo en 1994, fue uno de los pocos ministros que sirvió los 8 años del presidente republicano Eisenhower (1953-61), cuando aún su religión vetaba el derecho de los negros a poder liderar algún culto mormón. Desde entonces, todos los que le sucedieron en la jefatura del mormonismo han servido a los gobiernos republicanos. El actual Profeta vivo de los mormones Thomas Monson fue nombrado por Reagan para crear la fuerza presidencial de trabajo para el sector privado.
El mormonismo sacó provecho de abandonar la poligamia y el segregacionismo racial logrando así avanzar dentro del partido de Lincoln hasta ir acabándole de imponer un candidato suyo.