La pequeña de cabellos de oro blanco se refería a las terribles fuerzas del más allá que hostigaban a los habitantes de una casa en irrefutable proceso de destrucción. Pues bien, treinta años después, los monstruos ya han traspasado la pantalla. Y comienza la cosa por Grecia -cruel y caprichosa paradoja-, cuna de la democracia y de lo que hoy llamamos Occidente.
“Temednos, ya estamos aquí” han sido las primeras palabras de Nikos Michaloliakos, líder de Amanecer Dorado, formación neonazi que ha obtenido veintiún escaños en el Parlamento Griego en las elecciones celebradas este pasado domingo. Un tipo con unos bíceps mastodónticos custodiaba al veterano político mientras éste formulaba tan amistosa advertencia. Nada de disimulo. Van de frente. El que avisa no es traidor. Amanecer Dorado se autodefine como un movimiento popular de nacionalistas intransigentes, emplea con orgullo el saludo fascista y otorga a su líder un control total del partido. Habla de la “raza helénica”, abomina de los matrimonios entre blancos y gentes de otras razas, propone que Grecia se retire de la ONU, de la UE, de la OTAN...
Cierto es que otros grupos de extrema derecha se dejan ver desde hace unos años en numerosos parlamentos de la vieja Europa. Pero también lo es que ninguno de ellos se atrevía a tanta explicitud como la exhibida por la áurea alborada helena. Algo tendrán que ver en esta peligrosa deriva los partidos socialdemócratas y liberales a los que se les está cayendo el sistema a trozos.
La amenaza nazi ha vuelto a Europa. Y la posibilidad de un contagio in crescendo asusta. Está claro que Amanecer Dorado se ha aprovechado de la severa crisis económica que sacude Grecia para lanzar un mensaje radical que ha calado en buena parte de su electorado. Nada nuevo bajo el sol. ¿Acaso Hitler llegó al poder con Alemania montada en el marco? Las crisis económicas producen monstruos. He ahí la Hélade.