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Se comprende la prisa de Rajoy. Su prisa por hacer reformas a fondo, pues las medias tintas hundieron a Zapatero

Las prisas de Rajoy

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Su prisa para hacerlas al principio de su mandato, ya que ahora rentabiliza su mayoría absoluta y no ha de pensar en elecciones. Su prisa para cumplir con los mandatos de la Unión Europea, que es quien nos puede prestar dinero para salir adelante.

Pero la prisa suele ser mala consejera.  La prisa, a veces, lleva a tomar decisiones inmaduras. La prisa puede llevar a acumular en poco tiempo medidas que si son impopulares multiplican el malestar social. Sobretodo si se presentan en un tono arrogante y poco dialogante. Incluso en el caso de que sean necesarias, acertadas y urgentes. La inmadurez, la acumulación y la imposición, son tres fallos que pueden malograr el éxito de las mejores intenciones.

A los graves males de la situación, aunque sea heredada, no se le pueden añadir otros males.

Prisa, sí, pero madurando bien cada paso; no acumulando latigazos sobre espaldas ya heridas; y sin aires de superioridad por más que las urnas hayan investido al que manda para que gobierne. También hay ritmos y matices en la manera de gobernar. Los cambios apremian para no caer en intervención o quiebra. Llevamos años de retraso, cierto, pero correr demasiado también tiene sus riesgos. Deprisa, pero sin pasarse.

Y los sacrificios que se piden  a la ciudadanía, debieran ir acompañados de algún alivio. Los recortes, compensados con más claros y eficaces estímulos a la reactivación, aunque no pueda ser inmediata. Hay que atender a los emprendedores, para que emprendan, no para que echen más gente a la calle. Más gente a la calle quiere decir más agentes a vigilar las manifestaciones.

Hay que cumplir, seguramente por necesidad, las directrices de los mandamases de la Zona Euro en la que estamos, pero quizás también negociando más a fondo. También ellos dudan, cambian de opinión y no son unos ángeles de la guarda.

Gobernar, sí; pero cuidado con las prisas excesivas y el tono demasiado autoritario, señor Rajoy. Gobernar no es correr demasiado..., ni poner en marcha las tijeras cada semana. Además, hay que repartir mejor la tela que no se corta.

Las prisas de Rajoy

Se comprende la prisa de Rajoy. Su prisa por hacer reformas a fondo, pues las medias tintas hundieron a Zapatero
Wifredo Espina
miércoles, 2 de mayo de 2012, 07:03 h (CET)
Su prisa para hacerlas al principio de su mandato, ya que ahora rentabiliza su mayoría absoluta y no ha de pensar en elecciones. Su prisa para cumplir con los mandatos de la Unión Europea, que es quien nos puede prestar dinero para salir adelante.

Pero la prisa suele ser mala consejera.  La prisa, a veces, lleva a tomar decisiones inmaduras. La prisa puede llevar a acumular en poco tiempo medidas que si son impopulares multiplican el malestar social. Sobretodo si se presentan en un tono arrogante y poco dialogante. Incluso en el caso de que sean necesarias, acertadas y urgentes. La inmadurez, la acumulación y la imposición, son tres fallos que pueden malograr el éxito de las mejores intenciones.

A los graves males de la situación, aunque sea heredada, no se le pueden añadir otros males.

Prisa, sí, pero madurando bien cada paso; no acumulando latigazos sobre espaldas ya heridas; y sin aires de superioridad por más que las urnas hayan investido al que manda para que gobierne. También hay ritmos y matices en la manera de gobernar. Los cambios apremian para no caer en intervención o quiebra. Llevamos años de retraso, cierto, pero correr demasiado también tiene sus riesgos. Deprisa, pero sin pasarse.

Y los sacrificios que se piden  a la ciudadanía, debieran ir acompañados de algún alivio. Los recortes, compensados con más claros y eficaces estímulos a la reactivación, aunque no pueda ser inmediata. Hay que atender a los emprendedores, para que emprendan, no para que echen más gente a la calle. Más gente a la calle quiere decir más agentes a vigilar las manifestaciones.

Hay que cumplir, seguramente por necesidad, las directrices de los mandamases de la Zona Euro en la que estamos, pero quizás también negociando más a fondo. También ellos dudan, cambian de opinión y no son unos ángeles de la guarda.

Gobernar, sí; pero cuidado con las prisas excesivas y el tono demasiado autoritario, señor Rajoy. Gobernar no es correr demasiado..., ni poner en marcha las tijeras cada semana. Además, hay que repartir mejor la tela que no se corta.

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