Nadie ha sido capaz de prever el giro, ligero pero significativo, de la situación política de Europa en la última semana. Desde algunas atalayas comunitarias (Banco Central Europeo, presidencia del Parlamento Europeo) y desde algunos vecindarios nacionales (el primer ministro italiano Mario Monti, el candidato presidencial francés François Hollande) se ha empezado a dudar en voz alta de si la salida de la crisis se puede lograr solo a través de recortes y austeridad.
La recesión en la que ha entrado el Reino Unido no es todavía comparable a la quiebra de Grecia ni al rescate de Portugal o Irlanda, pero muestra bien a las claras que el camino de los recortes presupuestarios no garantiza el regreso a la senda del crecimiento, sino que incluso la puede alejar. Incluso Sarkozy se ha unido, ni que sea tímidamente, a estas voces favorables a la inversión y al endeudamiento puntual, contradiciendo así la política que lleva aplicando desde que estalló la crisis e intentando conseguir algún voto del centro, de esos que se le pueden escapar por la extrema derecha.
Encrucijada para Alemania
Y es que Merkel está cada vez más sola en Europa, como titula Der Spiegel. La postura radical de la canciller alemana respecto al pacto fiscal le está valiendo los ataques de la izquierda francesa en particular y de la ciudadanía europea en general (incluso la de parte de su país), que ven cómo Alemania se entromete más de lo debido en sus asuntos mientras no advierten los beneficios por ningún lado. Una mayor unión política de Europa vendría seguramente a resolver ciertos problemas de convivencia, pero tal y como están los patios nacionales nadie quiere oír hablar del tema.
Hay mucho en juego en las presidenciales francesas del próximo 6 de mayo (y también en las legislativas de junio) y habrá que ver cómo repercuten en las elecciones regionales del día 13 en Renania del Norte-Westfalia, el Land más poblado de Alemania (18 millones de habitantes). Sin perder de vista las regionales de Schleswig-Holstein, que se celebran el mismo día que las presidenciales francesas. De momento, Europa empieza a poner en cuestión aquello de que el pacto fiscal no es negociable.
