Vaya por delante que no exculpo a la religiosa de su responsabilidad por el caso de los bebés robados. Pero en estos días echo en falta que la prensa española, muy centrada en el caso, haga un poco más de periodismo de investigación y no se limite a aquello que atañe a la hermana octogenaria: su entrada o salida del juzgado, su crisis de ansiedad o su paseo matutino. Creo que se debería hablar más de los centros hospitalarios en los que se llevaron a cabo los supuestos robos de recién nacidos, de las comunidades autónomas, de los responsables que ejercían en aquellos días cargos públicos, etc.
Parece que el caso se centre en personas concretas, cuando no debemos olvidar que esta religiosa al igual que otras o demás personal sanitario ejercían un trabajo en un lugar determinado y bajo una dirección a la que se le presupone un control de la actividad de los empleados, con la respectiva inspección y supervisión por parte del Ministerio de Sanidad.
Luego queda la equívoca idea de que son hechos alejados en el tiempo. Alguno argumentaba el otro día que eran rescoldos del franquismo en el que la iglesia tenía impunidad. Nada más lejos de la realidad, ya que en 1982 Franco ya llevaba unos años reposando en el Valle de los Caídos y en España se respiraban aires de libertad. Así que en mi opinión con Sor María, se debería tirar de la manta, porque en este tema hay algo más que una idea de religión mal entendida, una bondad mal ejercida, unas instituciones religiosas que sacaron beneficio y un Gobierno cómplice que miraba para otro lado.