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El Govern, no es tan Govern, cuando ha tenido que reconocer que no puede obligar a los funcionarios a participar en esa consulta

O Estado o pataleta

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Decía Weber en su obra, `La política por vocación´ que el Estado es aquel que tiene el monopolio de la violencia.

Si les resulta muy dura esta afirmación, ¡Piénsenlo tres segundos!, un Estado sin su poder coercitivo es cualquier cosa menos un Estado.

¿Se imaginan al Ministerio de Hacienda con la única potestad de sugerirnos que seamos tan amables de acudir puntuales a pagar nuestros impuestos? Nos guste o no, sin la legitimidad para obligarnos a respetar normas o a cumplir leyes un Estado se convertiría en algo con menos relevancia que cualquier publirreportaje emitido en la tele un martes de madrugada.

Por más pataletas que tengamos soportar en los próximos meses (y no dudo de que nos quedan unas cuantas), Cataluña no tiene visos de poder convertirse en un Estado en el corto plazo.

El Govern, no es tan Govern, cuando ha tenido que reconocer que no puede obligar a los funcionarios a participar en esa consulta popular que pretende hacer el 1 de octubre.

El President, no es tan President, cuando desde el principio de los tiempos democráticos su definición no es más que la de ser “ El representante ordinario del Estado español en Cataluña)” Y el referéndum no es tan referéndum, cuando han puesto el límite de su legitimidad en una participación del 30%. Lo que al final viene siendo una pandilla de amigos bien avenidos que se pongan de acuerdo para votar.

Personalmente me parece que todo esto del proceso independentista no es más que otro ejemplo de clasismo ridículo como el que llevó a los Británicos a votar que sí al Brexit. Pero como defensora de la libertad creo que si una parte de los catalanes quieren comportarse como adolescentes clasistas están en su perfecto derecho de hacerlo.

El día 2 de octubre, cuando los nacionalistas catalanes se den cuenta de que no tienen nada ni remotamente parecido a un Estado tendrán que volver a ejercer de adolescentes malcriados echándonos la culpa al resto de los españoles por su enésimo fracaso político. ¿O es que acaso han visto alguna vez a un adolescente asumiendo serenamente sus responsabilidades?

A mí me ya me cansan demasiado las pataletas. Si hay personas que quieren un Estado propio que se pongan a trabajar para construirlo, pero esta independencia de querer irse de casa y pretender que papá y mamá sigan pagando el alquiler mientras el “independizado” no deja de proferir insultos a toda la familia, ¿Qué quieren que les diga?

¡Paciencia!

O Estado o pataleta

El Govern, no es tan Govern, cuando ha tenido que reconocer que no puede obligar a los funcionarios a participar en esa consulta
Iria Bouzas Álvarez
viernes, 8 de septiembre de 2017, 08:50 h (CET)
Decía Weber en su obra, `La política por vocación´ que el Estado es aquel que tiene el monopolio de la violencia.

Si les resulta muy dura esta afirmación, ¡Piénsenlo tres segundos!, un Estado sin su poder coercitivo es cualquier cosa menos un Estado.

¿Se imaginan al Ministerio de Hacienda con la única potestad de sugerirnos que seamos tan amables de acudir puntuales a pagar nuestros impuestos? Nos guste o no, sin la legitimidad para obligarnos a respetar normas o a cumplir leyes un Estado se convertiría en algo con menos relevancia que cualquier publirreportaje emitido en la tele un martes de madrugada.

Por más pataletas que tengamos soportar en los próximos meses (y no dudo de que nos quedan unas cuantas), Cataluña no tiene visos de poder convertirse en un Estado en el corto plazo.

El Govern, no es tan Govern, cuando ha tenido que reconocer que no puede obligar a los funcionarios a participar en esa consulta popular que pretende hacer el 1 de octubre.

El President, no es tan President, cuando desde el principio de los tiempos democráticos su definición no es más que la de ser “ El representante ordinario del Estado español en Cataluña)” Y el referéndum no es tan referéndum, cuando han puesto el límite de su legitimidad en una participación del 30%. Lo que al final viene siendo una pandilla de amigos bien avenidos que se pongan de acuerdo para votar.

Personalmente me parece que todo esto del proceso independentista no es más que otro ejemplo de clasismo ridículo como el que llevó a los Británicos a votar que sí al Brexit. Pero como defensora de la libertad creo que si una parte de los catalanes quieren comportarse como adolescentes clasistas están en su perfecto derecho de hacerlo.

El día 2 de octubre, cuando los nacionalistas catalanes se den cuenta de que no tienen nada ni remotamente parecido a un Estado tendrán que volver a ejercer de adolescentes malcriados echándonos la culpa al resto de los españoles por su enésimo fracaso político. ¿O es que acaso han visto alguna vez a un adolescente asumiendo serenamente sus responsabilidades?

A mí me ya me cansan demasiado las pataletas. Si hay personas que quieren un Estado propio que se pongan a trabajar para construirlo, pero esta independencia de querer irse de casa y pretender que papá y mamá sigan pagando el alquiler mientras el “independizado” no deja de proferir insultos a toda la familia, ¿Qué quieren que les diga?

¡Paciencia!

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