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Comprobamos que existe improvisación, nerviosismo y falta de norte entre el Ejecutivo. Eso hace más urgente la necesidad de que Rajoy comparezca

¿Por qué se esconde el Ejecutivo?

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“¡Qué mal comunica el Partido Popular!”. Eso es lo que se escucha en la calle a diario, porque muchos de los recortes se están haciendo sin ningún tipo de explicación. De repente se lanza el globo a ver qué pasa y a los pocos días se lee el resultado en el BOE. La mala comunicación que persigue al PP también se traduce en la comunicación interna: no hay más que escuchar a Luis de Guindos –“guindales”, como le conocen los suyos— para comprobar que se está convirtiendo en un verso suelto dentro del Gobierno; tan pronto como ha hablado de recortes y del copago farmacéutico, les ha faltado tiempo a sus compañeros para salir a los medios y decir lo contrario.
 
Los recortes adicionales de 10.000 millones en Educación y en Sanidad no han gustado nada y a nadie. Son el tema del día, tanto en el Congreso como entre la ciudadanía. Vemos improvisación, nerviosismo y falta de norte entre el Ejecutivo. Eso hace más urgente la necesidad de que Rajoy comparezca. No sé para qué tienen gabinetes de prensa, si apenas los saben utilizar. Incluso los titulares de esos gabinetes dejan mucho que desear en estas ocasiones. 

Si el Ejecutivo de Mariano Rajoy hubiera demostrado responsabilidad informativa, sobrarían las peticiones de comparecencia al presidente Rajoy. Si el Partido Popular se tiene por una formación seria, está obligado a coger por la pechera a Mariano Rajoy y exigirle su comparecencia, de la misma forma que deben exigirle la comparecencia de los ministros de Educación, José Ignacio Wert, y de Sanidad, Ana Mato, en comisión parlamentaria.

Si esas comparecencias son urgentes, otras no lo son menos. La ciudadanía necesita saber por qué cientos de sindicalistas cobran dietas de decenas de organismos públicos; con qué apoyo contará la ciudadanía para la manifestación contra el Sindicalismo Vertical Unificado, el 17 de mayo; por qué el Ejecutivo se niega a la intervención de Bruselas y por qué prefiere sacrificar la economía española; por qué no sale al paso ante la permanente incoherencia del PSOE y el engaño manifestado en Andalucía; por qué, cuando era oposición el PP, permitió la desamortización que llevó a cabo el PSOE; por qué el PP no denuncia el fracaso de la política económica de Alemania y Francia; cómo piensa sacar a España de la pobreza con la reforma laboral que todo el mundo desprestigia (reconozco que yo sí estoy de acuerdo con ella); cómo va a finiquitar el afán destructor de la izquierda atormentada que tanto daño está haciendo a la política, a la economía y a la sociedad;  cuándo va a abordar  las barbaridades que se cometen en las CC.AA. y, sobre todo, cuándo se va a desmantelar el entramado administrativo que suponen las comunidades autónomas.

Solo con la adopción de la medida última estaríamos ante la recuperación económica de más de 186.000 millones de euros. Si a ello unimos que se unificaría la gestión sanitaria, educativa y de infraestructuras, entonces  podríamos hablar de una importante recuperación sostenida. Ahí está la clave. Precisamente en la reforma de la Constitución y en saber borrar esa mancha que suponen las autonomías, la multitud de gobiernos, multitud de parlamentos, centenares de órganos duplicados, miles de puestos políticos excesivamente subvencionados y miles de coches oficiales, en muchos casos para un uso sospechosos y fraudulento.

Si el PP es capaz de explicarnos el cúmulo de gastos sin sentido y de barbaridades que montó el PSOE, y que el propio PP mantiene, entonces la población alcanzará un grado de tranquilidad que ahora no tiene pero que desea tener. Pongamos un ejemplo: el presupuesto sanitario no puede seguir creciendo tanto anualmente en las CC.AA. y en la proporción que lo hace; es imprescindible una reforma del modelo universal y gratuito, de tal forma que el sistema sea sostenible en todos los países de la zona euro.

La UE ya ha manifestado que algo no cuadra en España. Mientras que las medidas son las mismas que en otros países, España presenta un cuadro disfuncional que no entienden. Está claro que esa disfunción son las comunidades autónomas. Precisamente, comunidades como Cataluña ejecuta barbaridad tras barbaridad y, mientras cierra hospitales y reduce el número de prestaciones sanitarias, abre nuevas embajadas o planifica verdaderas estupideces en nombre de la nefasta inmersión lingüística.

¿Por qué se esconde el Ejecutivo?

Comprobamos que existe improvisación, nerviosismo y falta de norte entre el Ejecutivo. Eso hace más urgente la necesidad de que Rajoy comparezca
Jesús  Salamanca
viernes, 13 de abril de 2012, 06:33 h (CET)
“¡Qué mal comunica el Partido Popular!”. Eso es lo que se escucha en la calle a diario, porque muchos de los recortes se están haciendo sin ningún tipo de explicación. De repente se lanza el globo a ver qué pasa y a los pocos días se lee el resultado en el BOE. La mala comunicación que persigue al PP también se traduce en la comunicación interna: no hay más que escuchar a Luis de Guindos –“guindales”, como le conocen los suyos— para comprobar que se está convirtiendo en un verso suelto dentro del Gobierno; tan pronto como ha hablado de recortes y del copago farmacéutico, les ha faltado tiempo a sus compañeros para salir a los medios y decir lo contrario.
 
Los recortes adicionales de 10.000 millones en Educación y en Sanidad no han gustado nada y a nadie. Son el tema del día, tanto en el Congreso como entre la ciudadanía. Vemos improvisación, nerviosismo y falta de norte entre el Ejecutivo. Eso hace más urgente la necesidad de que Rajoy comparezca. No sé para qué tienen gabinetes de prensa, si apenas los saben utilizar. Incluso los titulares de esos gabinetes dejan mucho que desear en estas ocasiones. 

Si el Ejecutivo de Mariano Rajoy hubiera demostrado responsabilidad informativa, sobrarían las peticiones de comparecencia al presidente Rajoy. Si el Partido Popular se tiene por una formación seria, está obligado a coger por la pechera a Mariano Rajoy y exigirle su comparecencia, de la misma forma que deben exigirle la comparecencia de los ministros de Educación, José Ignacio Wert, y de Sanidad, Ana Mato, en comisión parlamentaria.

Si esas comparecencias son urgentes, otras no lo son menos. La ciudadanía necesita saber por qué cientos de sindicalistas cobran dietas de decenas de organismos públicos; con qué apoyo contará la ciudadanía para la manifestación contra el Sindicalismo Vertical Unificado, el 17 de mayo; por qué el Ejecutivo se niega a la intervención de Bruselas y por qué prefiere sacrificar la economía española; por qué no sale al paso ante la permanente incoherencia del PSOE y el engaño manifestado en Andalucía; por qué, cuando era oposición el PP, permitió la desamortización que llevó a cabo el PSOE; por qué el PP no denuncia el fracaso de la política económica de Alemania y Francia; cómo piensa sacar a España de la pobreza con la reforma laboral que todo el mundo desprestigia (reconozco que yo sí estoy de acuerdo con ella); cómo va a finiquitar el afán destructor de la izquierda atormentada que tanto daño está haciendo a la política, a la economía y a la sociedad;  cuándo va a abordar  las barbaridades que se cometen en las CC.AA. y, sobre todo, cuándo se va a desmantelar el entramado administrativo que suponen las comunidades autónomas.

Solo con la adopción de la medida última estaríamos ante la recuperación económica de más de 186.000 millones de euros. Si a ello unimos que se unificaría la gestión sanitaria, educativa y de infraestructuras, entonces  podríamos hablar de una importante recuperación sostenida. Ahí está la clave. Precisamente en la reforma de la Constitución y en saber borrar esa mancha que suponen las autonomías, la multitud de gobiernos, multitud de parlamentos, centenares de órganos duplicados, miles de puestos políticos excesivamente subvencionados y miles de coches oficiales, en muchos casos para un uso sospechosos y fraudulento.

Si el PP es capaz de explicarnos el cúmulo de gastos sin sentido y de barbaridades que montó el PSOE, y que el propio PP mantiene, entonces la población alcanzará un grado de tranquilidad que ahora no tiene pero que desea tener. Pongamos un ejemplo: el presupuesto sanitario no puede seguir creciendo tanto anualmente en las CC.AA. y en la proporción que lo hace; es imprescindible una reforma del modelo universal y gratuito, de tal forma que el sistema sea sostenible en todos los países de la zona euro.

La UE ya ha manifestado que algo no cuadra en España. Mientras que las medidas son las mismas que en otros países, España presenta un cuadro disfuncional que no entienden. Está claro que esa disfunción son las comunidades autónomas. Precisamente, comunidades como Cataluña ejecuta barbaridad tras barbaridad y, mientras cierra hospitales y reduce el número de prestaciones sanitarias, abre nuevas embajadas o planifica verdaderas estupideces en nombre de la nefasta inmersión lingüística.

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