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Las “alerta” que recién ha lanzado el FMI, apesta a eugenesia

Alemania perdió la guerra; los nazis, no

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Los hay que creen que viven en una democracia porque votan cada cierto número de años para elegir –de entre los posibles- a un gobierno, pero esos gobiernos elegidos no parecen conducirse muy democráticamente no sólo por cuanto incumplen alegremente todas las promesas electorales y no pasa nada, sino porque parecen obedecer ciegamente los dictados de organizaciones supranacionales o presuntamente internacionales nada democráticas, las cuales maniobran y se expresan como verdaderos gobiernos no electos con poder sobre los gobiernos que sí son electos –aunque no todos, como sucede en el caso de Italia o Grecia, verbigracia-.

Con democracia o lo que sea, lo cierto es que las restricciones a la libertad individual y la eliminación de derechos civiles es de tal magnitud, que en muchas dictaduras –incluida la franquista- hay o había bastante más maniobra de acción para los ciudadanos y, desde luego, muchos más derechos, incluidos, por supuesto, los labolares. Debe ser así porque a esas dictaduras lo que les interesa es su país y no el país o los intereses de otros, y con lo que está sucediendo, con esta falsa crisis y todo eso, sólo nos queda ya la opción de creer que se está derribando controladamente un orden para instaurar otro bien distinto en el que ni las naciones tienen nada que pintar, ni los ciudadanos nada que decir. Es la implantación, en fin, de un nuevo tipo de dictadura, sólo que global, dirigida por una elite.

Primero, con la excusa de la seguridad, fueron impuestas las cámaras que nos controlan día y noche; luego, con la excusa de las crisis que se inventó por entonces el sistema, la desindustrialización de los países, la precariedad laboral con la implantación de los contrato-basura (coadyuvados por la inmigración programada) y lanzamiento de las economías especulativas (bolsa); más tarde, con la excusa del terrorismo, la coerción de casi todos los derechos civiles, desde el control internet por la Seguridad del Estado al blindaje de la autoridad policial (ya no son servidores, sino represores, al menos en la misma medida que en tiempos pasados); a continuación, con la excusa de la salud, la coerción de las libertades individuales y aún el ninguneo de la organización familiar, a la par que el adoctrinamiento moral de la infancia; y, por último, con la excusa de esta crisis inventada para dar el último paso, la eliminación total del derecho al trabajo (hoy convertido en un privilegio), y, en consecuencia, a la jubilación, a la vivienda y, según se ve ya, a la educación y la sanidad. El círculo, se está cerrando y la nueva dictadura al caer.

Todos sabemos que en Nüremberg no estuvieron sentados como acusados todos los criminales de la II GM, más allá de que los mismos aliados cometieran genocidio contra los ciudadanos civiles alemanes y japoneses al usar las bombas de fósforo blanco (armas cruelmente genocidas donde las haya) o nucleares. Es más, sabemos con certeza que los bloques se apropiaron de la práctica totalidad de los científicos alemanes, los cuales, como todos sabemos, son quienes hicieron posible la tecnología que hoy está disponible en la práctica totalidad de los ámbitos, desde las matemáticas a la física pasando por todo tipo de nuevas aplicaciones tecnológicas. Alemania perdió la II GM, sí; pero da la impresión de que la ganaron los nazis. Al menos, en buena medida la sociedad que propugnaban es la que hoy se está aplicando en todo lugar, ya sea desde el punto de vista económico, ya desde el eugenésico. Tan es así, que no sólo el aborto ha sustituido a las cámaras de gas o a las inyecciones letales que los nazis aplicaron con quienes no cumplían sus estándares raciales, de salud o económicos, sino que el mismo FMI “alerta” del riesgo financiero que conlleva el envejecimiento indeseado de la población, que es una forma de decir que “no conviene que la población –la trabajadora, se entiende, y no la elite- envejezca”. Los remedios para paliar este “mal”, como es obvio, es rebajando los estándares de salud –que ya se hace-, alargando la vida laboral –el sufrimiento agota y envejece- y, quién sabe, si, en el caso de que todo lo demás fallara, aplicando “otras medidas”. Respecto del filtro de los estándares de "normalidad", ya se ejecuta mediante el aborto. Pero en fin, que así es con todo, y ya se sabe que desde la "alerta" a lo otro, como en la Alemania nazi, sólo hay un acto de “piedad”.

Cámaras, control de los correos, espionaje de internet, eugenesia, coerción de los derechos, eventualidad laboral, subidas de impuestos, asfixia económica de las clases medias y bajas, etcétera, no parece que sean las señales de identidad de ninguna democracia y mucho menos de ningún régimen de libertades, a lo que hay que sumar ahora las medidas que propone el Ministerio del Interior –la cabra siempre tira al monte-, las cuales convierten ciertas libertades en delitos de terrorismo o de organización delictiva, incluida la resistencia pasiva como lo puede ser una inocua sentada. La policía, en fin, será un dios delegado de los dioses de la elite, y el libre y democrático ciudadano no podrá hacer ante ellos más que recibir balas de goma –con riesgo de muerte cierta, como hemos visto en los recientes días-, encajar los palos que correspondan, si es que se le ocurre creer que tiene derecho a manifestarse y lo lleva a cabo, o a caminar más derecho que una vela. Si esto es un régimen de libertades, que venga Dios y lo vea.

Como se desprende de todo ello, unido a la desestructuración familiar –permiso para abortar a las menores, eliminación de la autoridad paterno-materna, etc.- y al adoctrinamiento escolar obligatorio, no es difícil colegir que de aquí en más los ciudadanos no serán sino esclavos contribuyentes sin derechos algunos, y serán considerados útiles en tanto provean de recursos a las elites con su fuerza de trabajo, siendo no sólo prescindibles, sino “inconvenientes”, como ha manifestado el FMI, cuando alcancen una edad en la que ya no puedan ser usados como fuerza laboral. La rebeldía, entre tanto, será un delito de terrorismo, como en breve lo va a ser manifestarse, pensar o criticar al sistema.

No hay enemigo más manejable que aquél que es creado a la medida, y quienes pretenden instaurar este nuevo orden se lo han creado tal cual para poder ir dando los pasos necesarios para alcanzar el fin que se proponen. El próximo paso, seguro, será que en virtud del sostenimiento de la economía y alimentación –hoy las elites están comprando todo el suelo agrícola del Tercer y el Segundo Mundo- será necesario racionar la comida para la población, organizar la sociedad en brigadas de trabajadores que serán sostenidas por el propio sistema –esclavitud- e impedir la movilidad para preservar el medioambiente, eliminando la democracia de un plumazo porque en condiciones tan extremas como las que se van a inventar sólo quienes ellos designen podrán enfrentar esos retos. Al tiempo. Por lo pronto, moverse ya cuesta un dineral porque todas las autopistas son privadas y hay que pagar peaje, y ya propone el FMI que las hipotecas sean de por vida, de modo que la propiedad se haga efectiva… cuando muera el comprador.

Parece todo esto el guión de una obra de ciencia-ficción, pero ya se ve que la realidad supera a la ficción. De lo que no cabe duda es de que esta “libertad” que respiramos es ciertamente asfixiante, que el sistema ya controla casi todos los medios –el 70% está en manos de media docena de personas de la elite-, que está elaborando leyes de seguridad para controlar también lo que no controla –Internet-, que estamos permanentemente controlados por miles de cámaras y por robot espías que leen con mucho detalle incluso nuestros correos electrónicos y graban nuestras conversaciones telefónicas, que para los venideros ciudadanos del Tercer Mundo ya vamos a tener policías antidisturbios de represión a juego, y que el alineamiento cultural y social, por nuestro bien, está dirigido y controlado por esa elite. Si los nazis no ganaron la guerra, lo parece, y lo parece mucho. O eso, o es que los dioses se han vuelto locos.

Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos)

Alemania perdió la guerra; los nazis, no

Las “alerta” que recién ha lanzado el FMI, apesta a eugenesia
Ángel Ruiz Cediel
jueves, 12 de abril de 2012, 11:28 h (CET)
Los hay que creen que viven en una democracia porque votan cada cierto número de años para elegir –de entre los posibles- a un gobierno, pero esos gobiernos elegidos no parecen conducirse muy democráticamente no sólo por cuanto incumplen alegremente todas las promesas electorales y no pasa nada, sino porque parecen obedecer ciegamente los dictados de organizaciones supranacionales o presuntamente internacionales nada democráticas, las cuales maniobran y se expresan como verdaderos gobiernos no electos con poder sobre los gobiernos que sí son electos –aunque no todos, como sucede en el caso de Italia o Grecia, verbigracia-.

Con democracia o lo que sea, lo cierto es que las restricciones a la libertad individual y la eliminación de derechos civiles es de tal magnitud, que en muchas dictaduras –incluida la franquista- hay o había bastante más maniobra de acción para los ciudadanos y, desde luego, muchos más derechos, incluidos, por supuesto, los labolares. Debe ser así porque a esas dictaduras lo que les interesa es su país y no el país o los intereses de otros, y con lo que está sucediendo, con esta falsa crisis y todo eso, sólo nos queda ya la opción de creer que se está derribando controladamente un orden para instaurar otro bien distinto en el que ni las naciones tienen nada que pintar, ni los ciudadanos nada que decir. Es la implantación, en fin, de un nuevo tipo de dictadura, sólo que global, dirigida por una elite.

Primero, con la excusa de la seguridad, fueron impuestas las cámaras que nos controlan día y noche; luego, con la excusa de las crisis que se inventó por entonces el sistema, la desindustrialización de los países, la precariedad laboral con la implantación de los contrato-basura (coadyuvados por la inmigración programada) y lanzamiento de las economías especulativas (bolsa); más tarde, con la excusa del terrorismo, la coerción de casi todos los derechos civiles, desde el control internet por la Seguridad del Estado al blindaje de la autoridad policial (ya no son servidores, sino represores, al menos en la misma medida que en tiempos pasados); a continuación, con la excusa de la salud, la coerción de las libertades individuales y aún el ninguneo de la organización familiar, a la par que el adoctrinamiento moral de la infancia; y, por último, con la excusa de esta crisis inventada para dar el último paso, la eliminación total del derecho al trabajo (hoy convertido en un privilegio), y, en consecuencia, a la jubilación, a la vivienda y, según se ve ya, a la educación y la sanidad. El círculo, se está cerrando y la nueva dictadura al caer.

Todos sabemos que en Nüremberg no estuvieron sentados como acusados todos los criminales de la II GM, más allá de que los mismos aliados cometieran genocidio contra los ciudadanos civiles alemanes y japoneses al usar las bombas de fósforo blanco (armas cruelmente genocidas donde las haya) o nucleares. Es más, sabemos con certeza que los bloques se apropiaron de la práctica totalidad de los científicos alemanes, los cuales, como todos sabemos, son quienes hicieron posible la tecnología que hoy está disponible en la práctica totalidad de los ámbitos, desde las matemáticas a la física pasando por todo tipo de nuevas aplicaciones tecnológicas. Alemania perdió la II GM, sí; pero da la impresión de que la ganaron los nazis. Al menos, en buena medida la sociedad que propugnaban es la que hoy se está aplicando en todo lugar, ya sea desde el punto de vista económico, ya desde el eugenésico. Tan es así, que no sólo el aborto ha sustituido a las cámaras de gas o a las inyecciones letales que los nazis aplicaron con quienes no cumplían sus estándares raciales, de salud o económicos, sino que el mismo FMI “alerta” del riesgo financiero que conlleva el envejecimiento indeseado de la población, que es una forma de decir que “no conviene que la población –la trabajadora, se entiende, y no la elite- envejezca”. Los remedios para paliar este “mal”, como es obvio, es rebajando los estándares de salud –que ya se hace-, alargando la vida laboral –el sufrimiento agota y envejece- y, quién sabe, si, en el caso de que todo lo demás fallara, aplicando “otras medidas”. Respecto del filtro de los estándares de "normalidad", ya se ejecuta mediante el aborto. Pero en fin, que así es con todo, y ya se sabe que desde la "alerta" a lo otro, como en la Alemania nazi, sólo hay un acto de “piedad”.

Cámaras, control de los correos, espionaje de internet, eugenesia, coerción de los derechos, eventualidad laboral, subidas de impuestos, asfixia económica de las clases medias y bajas, etcétera, no parece que sean las señales de identidad de ninguna democracia y mucho menos de ningún régimen de libertades, a lo que hay que sumar ahora las medidas que propone el Ministerio del Interior –la cabra siempre tira al monte-, las cuales convierten ciertas libertades en delitos de terrorismo o de organización delictiva, incluida la resistencia pasiva como lo puede ser una inocua sentada. La policía, en fin, será un dios delegado de los dioses de la elite, y el libre y democrático ciudadano no podrá hacer ante ellos más que recibir balas de goma –con riesgo de muerte cierta, como hemos visto en los recientes días-, encajar los palos que correspondan, si es que se le ocurre creer que tiene derecho a manifestarse y lo lleva a cabo, o a caminar más derecho que una vela. Si esto es un régimen de libertades, que venga Dios y lo vea.

Como se desprende de todo ello, unido a la desestructuración familiar –permiso para abortar a las menores, eliminación de la autoridad paterno-materna, etc.- y al adoctrinamiento escolar obligatorio, no es difícil colegir que de aquí en más los ciudadanos no serán sino esclavos contribuyentes sin derechos algunos, y serán considerados útiles en tanto provean de recursos a las elites con su fuerza de trabajo, siendo no sólo prescindibles, sino “inconvenientes”, como ha manifestado el FMI, cuando alcancen una edad en la que ya no puedan ser usados como fuerza laboral. La rebeldía, entre tanto, será un delito de terrorismo, como en breve lo va a ser manifestarse, pensar o criticar al sistema.

No hay enemigo más manejable que aquél que es creado a la medida, y quienes pretenden instaurar este nuevo orden se lo han creado tal cual para poder ir dando los pasos necesarios para alcanzar el fin que se proponen. El próximo paso, seguro, será que en virtud del sostenimiento de la economía y alimentación –hoy las elites están comprando todo el suelo agrícola del Tercer y el Segundo Mundo- será necesario racionar la comida para la población, organizar la sociedad en brigadas de trabajadores que serán sostenidas por el propio sistema –esclavitud- e impedir la movilidad para preservar el medioambiente, eliminando la democracia de un plumazo porque en condiciones tan extremas como las que se van a inventar sólo quienes ellos designen podrán enfrentar esos retos. Al tiempo. Por lo pronto, moverse ya cuesta un dineral porque todas las autopistas son privadas y hay que pagar peaje, y ya propone el FMI que las hipotecas sean de por vida, de modo que la propiedad se haga efectiva… cuando muera el comprador.

Parece todo esto el guión de una obra de ciencia-ficción, pero ya se ve que la realidad supera a la ficción. De lo que no cabe duda es de que esta “libertad” que respiramos es ciertamente asfixiante, que el sistema ya controla casi todos los medios –el 70% está en manos de media docena de personas de la elite-, que está elaborando leyes de seguridad para controlar también lo que no controla –Internet-, que estamos permanentemente controlados por miles de cámaras y por robot espías que leen con mucho detalle incluso nuestros correos electrónicos y graban nuestras conversaciones telefónicas, que para los venideros ciudadanos del Tercer Mundo ya vamos a tener policías antidisturbios de represión a juego, y que el alineamiento cultural y social, por nuestro bien, está dirigido y controlado por esa elite. Si los nazis no ganaron la guerra, lo parece, y lo parece mucho. O eso, o es que los dioses se han vuelto locos.

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