El ciudadano es el único que pone su ideología, esperanza, ilusiones y sueldo al servicio de España. Los trabajadores que han decidido secundar el paro y aquellos a los que la huelga les ha causado problemas, dificultades y pérdidas económicas han sido los únicos que han puesto parte de su salario a disposición del país.
Mientras los sindicatos ven la huelga como un día festivo, de alegría, de lucha desde la tribuna y en primera fila, los trabajadores son los que sufren y batallan por un futuro mejor, como si de una guerra medieval se tratase, los soldados en pleno campo de batalla, mientras los líderes sindicales, los líderes de los partidos de la oposición y del Gobierno observan el espectáculo desde sendas colinas cercanas, para luego, limitarse a hacer una valoración o llegar a acuerdos. Pero la sangre derramada, la de usted y la mía. Por suerte, en este caso no hay sangre que llegue al río, pero si un bolsillo que rascar, el suyo que ha sido el pagarín de este circo.
Como habrán leído todos ganan, para todos ha sido un éxito, cifras por aquí, cifras por allá, y palabrería por doquier. Y hoy viernes 30, quien ayer estaba en la lista del paro, hoy sigue ahí, y el que tiene suerte de tener trabajo respira por ver si llegará a final de abril. Entre tanto, los líderes sindicales siguen teniendo la desvergüenza de no decir a viva voz su sueldo, las subvenciones recibidas, y de crear malestar para invitar con piquetes informativos a secundar la huelga, olvidando que vulneraban el derecho al trabajo, o lo quebrantaban a sabiendas.
Ánimo obrero que usted está sólo en España, el refrán valenciano es sabio “en Espanya cadascú s’apanya”, y el 29 de marzo el trabajador es quien perdió dinero.