Como si de una broma se tratase, el Gobierno valenciano se ha tomado la educación con suma seriedad y responsabilidad. Primero se aplicaron sendos recortes en las pagas extras justificados por la actual crisis económica que sufría el país, luego se acallaron las protestas de los proveedores ante los retrasos de la administración en abonar los pagos. A continuación, se suprimieron los sexenios como una medida temporal, y esta semana se decide flexibilizar la apertura de los centros con la inclusión del mes de julio como periodo laboral.
No es novedad si les digo que corre por ahí el rumor extendido de que los docentes gozan de dos meses de vacaciones, una media verdad. Aunque no hay niños en los centros, algunos profesores y maestros consagran el mes de julio para la supuesta formación que ahora introduce el progresista borrador de la Consellería de Educación, o lo dedican a programar el curso siguiente, o se destina a ordenar, gestionar y organizar los materiales y recursos de los que disponen los centros entre otras actividades. Cabe añadir, que durante el año, el horario laboral del maestro no se ciñe a las horas de docencia directa sobre el alumno, la corrección de exámenes, libretas y demás fichas generalmente se realiza fuera del centro, por la tarde, después de cenar, un sábado o domingo. Posiblemente eso lo desconoce nuestra entusiasmada consellera de Educación, María José Catalá.
Por cierto, ayer apareció en prensa que aquellos docentes que decidan dedicar el mes de julio a clases de refuerzo igual recuperan el sexenio. Probablemente ningún docente se negará, porque para muchos pesa la profesionalidad y la sensibilidad que tienen hacia las dificultades de sus alumnos. Pero lamento advertir a la señora Catalá que ha caído en una incoherencia, recuerde que el sexenio se suprimió por falta de dinero, con lo cual ahora, deduzco que lo hay y lo había antes, y que en mi opinión el Gobierno valenciano va dando palos de ciego, o tiene como objetivo dar por el.... a los docentes. No piensen mal, por el saco. En el saco de la desidia, el desmadre, la incoherencia y la insensatez de los que nos gobiernan.