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Opinión
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Ana Morilla Carabantes

ETA desde el tablero de ajedrez del bien y del mal

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“El bien es un punto de vista”, es una de las frases que dan a la última entrega de la Guerra de las Galaxias, un ingrediente superior a la ya adictiva mezcla de saga de aventuras multigeneracional, ciencia ficción un poco nostálgica y lucrativa mercadotecnia.

La guerra de los Sith tiene como eje la conversión luceferiana del bien, la trasmutación humana del elegido, el luminoso, en cuya naturaleza hay una esencial medida mayor de ambición y una clara conciencia sobre los límites al poder que suponen altruismo o moral; la reflexión paralela es la confusión que nace de la “apertura de perspectiva sobre el bien “ cuando, como el protagonista, se está condicionado por un interés absoluto.

“Si no estas conmigo, estas contra mí”, es otra de las frases de rabiosa actualidad de la película, puesta en boca de los cómplices del lado oscuro y que ya es un clásico acuñado por Bush frente a terrorismo y seguridad; George Lucas ha sido hábil al explicarla: dice que para narrar el proceso de destrucción de la democracia galáctica sólo se ha inspirado en Hitler o en el Watergate, pero insinúa múltiples paralelismos entre lo ocurrido en Vietnan y la actual situación Irakí.

También Julio Medem, al presentar su excelente largometraje documental “La pelota Vasca”, utilizó la misma frase para denunciar el contexto de falta de libertad y vida amenazada de muerte en Euskadi y sus lógicas secuelas de ausencia de matices, pensamiento único, y reduccionismo político que busca captar adeptos a través de consignas emocionales y extremas. En su polifonía de voces y semblanzas humanas destaca la grandeza de víctimas que consiguen sobreponerse al coro orquestado y buscan el “no odio” como camino; han sufrido en carne propia el terror, pero por ello parecen valorar aún más el significado último de paz y libertad y optan por la vía reflexiva, lúcida y serena frente a los peligrosos misioneros del odio.

En la complicada partida de ajedrez que se está jugando para poner fin a la violencia, merecen especial atención éstas voces: las de los que, como ellos, viven la situación desde dentro del miedo y la falta de libertades en Euskadi y las de las víctimas del terror que increíblemente no han sido también víctimas del odio.

En éste último grupo, hay que incluir al sindicato unificado de policía ( SUP) y la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que representan a 434 de los 817 asesinados por ETA, y que a través de un comunicado oficial titulado “El diálogo con ETA”, han mostrado su apoyo a la resolución del Congreso que autoriza un fin negociado de la violencia si ETA abandona las armas.

Otras voces vascas contrarias a la “negociación” y bien representadas por Nicolás Redondo o Sabater ( que la ha matizado recientemente), entienden que en España siempre ha habido dos posturas anti-ETA: la de quienes creen inevitable un acuerdo para que la banda deje de matar, piensan que hay un trasfondo político en el conflicto aunque no lo compartan y no confían en la capacidad del Estado de Derecho para acabar con los terroristas, y la de quienes piensan que sólo la aplicación contundente de la Ley puede conseguir el final de la pesadilla y opinan que un dialogo, aunque sea sobre su final, fortalece a los terroristas y los radicaliza.

La primera postura, según Nicolás Redondo, se habría aplicado en los primeros años de transición con González, aupada por el auge nacionalista, mientras que la segunda, coincidiría con el Gobierno Aznar y el movimiento tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco; su consigna ha sido “sólo derrota y estado de derecho pueden acabar con ETA”. De ésta época nacería, dice Redondo, La Declaración de Estella como frentismo nacionalista, y el Pacto por las libertades, como unión de los no nacionalistas frente al terrorismo.

Sin embargo, incluso en éste tablero envenenado es posible encontrar matices entre los claroscuros de la reflexión, posturas intermedias que no nos identificamos en ninguno de los frentes que distingue Redondo y que creemos que a pesar de que la lucha contra el terrorismo y la falta de libertad y democracia es absoluta por definición, hay un espacio de estrategia opinable en los límites del Estado de Derecho.

Para identificar este espacio, desde el ruido y la confusión del tablero actual, es necesario insistir en dos cuestiones:

La primera cuestión es la perspectiva histórica e internacional y algunos hitos hasta hoy en las “negociaciones con ETA”, en los que destacar los contactos de Argel de 1.989 con el Gobierno de Felipe González, en Zurich con Aznar en el 99, con Suárez anteriormente en dos ocasiones, y con Carod Rovira en Noviembre de 2003 cuando Eta ya había dejado de matar ( no ha habido muertos de ETA desde Mayo de 2003); es también importante tener en cuenta que en el contexto internacional muchas organizaciones terroristas han desaparecido sin negociación previa con el Estado: así ha sucedido con las Brigadas Rojas ( Italia), el GRAPO en España, las RAF (Alemania) o el Frente de Liberación de Québec ( Canada). Otras, en cambio, se han disuelto a través de negociaciones o negocian treguas actualmente, este es el caso deI IRA, ( Reino Unido), Guerrilla de Uganda, FARC ( Colombia), MILF ( Filipinas), NPA ( Filipinas), Hamás, Martires de Al Aqsa, Yihad Islámica ( Palestina), CNP (Nepal)...; muchas de éstas negociaciones se realizan a través de mediadores de otros países, en la mayor parte de los casos procedentes de la UE o de EEUU.

La segunda cuestión en la que insistir, para identificar y legitimar “el espacio de estrategia opinable” en la “negociación con ETA”, es la clarificación de los términos de la resolución del congreso sobre el “fin dialogado de la violencia”, que implica dos condiciones: renuncia a las armas y que no haya precio o contrapartida política; esto significaría que no habrá ninguna concesión sobre el modelo político y territorial de Euskadi, que seguirá en todo caso los cauces democráticos, y que no se producirá cesión del Estado sobre excarcelación de presos con delitos de sangre, debiendo reducirse el ámbito de las posibles conversaciones extertóricas a temas menores de política penitenciaria, reinserción de presos y legalización de su representación política.

En mi opinión, para reforzar el Estado de Derecho como vía para la derrota del terrorismo, no caben posturas como interpretar de forma menos restrictiva la ilegalización que ampara la ley de partidos ( ilegalizar al Partido Comunista de las Tierras Vascas sin pruebas incontestables de que son ETA, es también erosionar al Estado de Derecho), ni sirve postular la hipocresía del no absoluto a la negociación cuando la han realizado todos los gobiernos ( incluidos Suárez y Aznar) en éste y otros países; el Estado de Derecho es también una respuesta si impulsa la normalización democrática, social, política y legal que supondría ese “final negociado de la violencia”, limitando el apoyo a la disolución de la banda a la reinserción de presos y a la legalización política de sus representantes, una vez condenen y abandonen la violencia.

No sabemos qué está pasando entre el marasmo de detenciones de etarras, respuestas en forma de bomba, encarcelamiento de Otegui, declaraciones y condenas y otras bengalas que parecen querer escenificar la fuerza de ambas partes y manifiestan la confusión diabólica de éste “proceso” hacia el final de ETA. Queda en el aire el temor a que, como dice Cabrera Infante, “los demonios que pueden escapar sean más difíciles de volver a su encierro que cuando estaban sueltos primero”.

Tampoco sabemos cual sería la estrategia que apoyaría hoy Ernest Llunch, asesinado por ETA en el 2000, pero si sabemos que luchó tanto contra el extremismo nacionalista como contra el esencialismo centralista Español y que siempre buscó un espacio para su nacionalismo desde la libertad, el dialogo, la inclusión y la reflexión compartida, polifónica y matizada; por esto le quitaron la vida, por buscar espacios de encuentro en el tablero de ajedrez del bien y del mal.

ETA desde el tablero de ajedrez del bien y del mal

Ana Morilla Carabantes
Ana Morilla
viernes, 27 de mayo de 2005, 23:06 h (CET)
“El bien es un punto de vista”, es una de las frases que dan a la última entrega de la Guerra de las Galaxias, un ingrediente superior a la ya adictiva mezcla de saga de aventuras multigeneracional, ciencia ficción un poco nostálgica y lucrativa mercadotecnia.

La guerra de los Sith tiene como eje la conversión luceferiana del bien, la trasmutación humana del elegido, el luminoso, en cuya naturaleza hay una esencial medida mayor de ambición y una clara conciencia sobre los límites al poder que suponen altruismo o moral; la reflexión paralela es la confusión que nace de la “apertura de perspectiva sobre el bien “ cuando, como el protagonista, se está condicionado por un interés absoluto.

“Si no estas conmigo, estas contra mí”, es otra de las frases de rabiosa actualidad de la película, puesta en boca de los cómplices del lado oscuro y que ya es un clásico acuñado por Bush frente a terrorismo y seguridad; George Lucas ha sido hábil al explicarla: dice que para narrar el proceso de destrucción de la democracia galáctica sólo se ha inspirado en Hitler o en el Watergate, pero insinúa múltiples paralelismos entre lo ocurrido en Vietnan y la actual situación Irakí.

También Julio Medem, al presentar su excelente largometraje documental “La pelota Vasca”, utilizó la misma frase para denunciar el contexto de falta de libertad y vida amenazada de muerte en Euskadi y sus lógicas secuelas de ausencia de matices, pensamiento único, y reduccionismo político que busca captar adeptos a través de consignas emocionales y extremas. En su polifonía de voces y semblanzas humanas destaca la grandeza de víctimas que consiguen sobreponerse al coro orquestado y buscan el “no odio” como camino; han sufrido en carne propia el terror, pero por ello parecen valorar aún más el significado último de paz y libertad y optan por la vía reflexiva, lúcida y serena frente a los peligrosos misioneros del odio.

En la complicada partida de ajedrez que se está jugando para poner fin a la violencia, merecen especial atención éstas voces: las de los que, como ellos, viven la situación desde dentro del miedo y la falta de libertades en Euskadi y las de las víctimas del terror que increíblemente no han sido también víctimas del odio.

En éste último grupo, hay que incluir al sindicato unificado de policía ( SUP) y la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que representan a 434 de los 817 asesinados por ETA, y que a través de un comunicado oficial titulado “El diálogo con ETA”, han mostrado su apoyo a la resolución del Congreso que autoriza un fin negociado de la violencia si ETA abandona las armas.

Otras voces vascas contrarias a la “negociación” y bien representadas por Nicolás Redondo o Sabater ( que la ha matizado recientemente), entienden que en España siempre ha habido dos posturas anti-ETA: la de quienes creen inevitable un acuerdo para que la banda deje de matar, piensan que hay un trasfondo político en el conflicto aunque no lo compartan y no confían en la capacidad del Estado de Derecho para acabar con los terroristas, y la de quienes piensan que sólo la aplicación contundente de la Ley puede conseguir el final de la pesadilla y opinan que un dialogo, aunque sea sobre su final, fortalece a los terroristas y los radicaliza.

La primera postura, según Nicolás Redondo, se habría aplicado en los primeros años de transición con González, aupada por el auge nacionalista, mientras que la segunda, coincidiría con el Gobierno Aznar y el movimiento tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco; su consigna ha sido “sólo derrota y estado de derecho pueden acabar con ETA”. De ésta época nacería, dice Redondo, La Declaración de Estella como frentismo nacionalista, y el Pacto por las libertades, como unión de los no nacionalistas frente al terrorismo.

Sin embargo, incluso en éste tablero envenenado es posible encontrar matices entre los claroscuros de la reflexión, posturas intermedias que no nos identificamos en ninguno de los frentes que distingue Redondo y que creemos que a pesar de que la lucha contra el terrorismo y la falta de libertad y democracia es absoluta por definición, hay un espacio de estrategia opinable en los límites del Estado de Derecho.

Para identificar este espacio, desde el ruido y la confusión del tablero actual, es necesario insistir en dos cuestiones:

La primera cuestión es la perspectiva histórica e internacional y algunos hitos hasta hoy en las “negociaciones con ETA”, en los que destacar los contactos de Argel de 1.989 con el Gobierno de Felipe González, en Zurich con Aznar en el 99, con Suárez anteriormente en dos ocasiones, y con Carod Rovira en Noviembre de 2003 cuando Eta ya había dejado de matar ( no ha habido muertos de ETA desde Mayo de 2003); es también importante tener en cuenta que en el contexto internacional muchas organizaciones terroristas han desaparecido sin negociación previa con el Estado: así ha sucedido con las Brigadas Rojas ( Italia), el GRAPO en España, las RAF (Alemania) o el Frente de Liberación de Québec ( Canada). Otras, en cambio, se han disuelto a través de negociaciones o negocian treguas actualmente, este es el caso deI IRA, ( Reino Unido), Guerrilla de Uganda, FARC ( Colombia), MILF ( Filipinas), NPA ( Filipinas), Hamás, Martires de Al Aqsa, Yihad Islámica ( Palestina), CNP (Nepal)...; muchas de éstas negociaciones se realizan a través de mediadores de otros países, en la mayor parte de los casos procedentes de la UE o de EEUU.

La segunda cuestión en la que insistir, para identificar y legitimar “el espacio de estrategia opinable” en la “negociación con ETA”, es la clarificación de los términos de la resolución del congreso sobre el “fin dialogado de la violencia”, que implica dos condiciones: renuncia a las armas y que no haya precio o contrapartida política; esto significaría que no habrá ninguna concesión sobre el modelo político y territorial de Euskadi, que seguirá en todo caso los cauces democráticos, y que no se producirá cesión del Estado sobre excarcelación de presos con delitos de sangre, debiendo reducirse el ámbito de las posibles conversaciones extertóricas a temas menores de política penitenciaria, reinserción de presos y legalización de su representación política.

En mi opinión, para reforzar el Estado de Derecho como vía para la derrota del terrorismo, no caben posturas como interpretar de forma menos restrictiva la ilegalización que ampara la ley de partidos ( ilegalizar al Partido Comunista de las Tierras Vascas sin pruebas incontestables de que son ETA, es también erosionar al Estado de Derecho), ni sirve postular la hipocresía del no absoluto a la negociación cuando la han realizado todos los gobiernos ( incluidos Suárez y Aznar) en éste y otros países; el Estado de Derecho es también una respuesta si impulsa la normalización democrática, social, política y legal que supondría ese “final negociado de la violencia”, limitando el apoyo a la disolución de la banda a la reinserción de presos y a la legalización política de sus representantes, una vez condenen y abandonen la violencia.

No sabemos qué está pasando entre el marasmo de detenciones de etarras, respuestas en forma de bomba, encarcelamiento de Otegui, declaraciones y condenas y otras bengalas que parecen querer escenificar la fuerza de ambas partes y manifiestan la confusión diabólica de éste “proceso” hacia el final de ETA. Queda en el aire el temor a que, como dice Cabrera Infante, “los demonios que pueden escapar sean más difíciles de volver a su encierro que cuando estaban sueltos primero”.

Tampoco sabemos cual sería la estrategia que apoyaría hoy Ernest Llunch, asesinado por ETA en el 2000, pero si sabemos que luchó tanto contra el extremismo nacionalista como contra el esencialismo centralista Español y que siempre buscó un espacio para su nacionalismo desde la libertad, el dialogo, la inclusión y la reflexión compartida, polifónica y matizada; por esto le quitaron la vida, por buscar espacios de encuentro en el tablero de ajedrez del bien y del mal.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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