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El terrorismo islámico es una lacra social que no se sabe cómo eliminarlo. ¿Tiene solución?

El origen del terrorismo

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Màrius Carol en su escrito La banalidad del mal (La Vanguardia, 20/08/2017), escribe: ”Cuando se habla de los atentados terroristas, nuestra civilización que es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico, intenta buscar la razón del otro, piensa qué hemos hecho mal, siente mala conciencia porque cree que las cosas se habrían podido haber hecho mejor. Es sano, inteligente e incluso justo indagar en qué hemos fallado. Pero seguramente resulta ingenuo y excesivamente racional auto culparnos”.

Màrius Carol menciona: “Ilustración, pensamiento racional, saber científico, en el intento de buscar la razón del otro. Pienso que el director de La Vanguardia se equivoca cuando intenta descubrir “la razón del otro” desde la racionalidad. “En más de una ocasión” dice Màrius Carol “hemos oído alabanzas diversas al modelo catalán de integración. Y no debe dudarse que sea bueno y que facilita la convivencia. Pero esto no es un salvoconducto para una sociedad sin terrorismo…Los jóvenes de origen marroquí de la célula gihadista que han atentado esta semana en Catalunya tienen el origen en Ripoll y parecían la prueba del nueve de esta capacidad integradora. Como lo demuestran las notas en el instituto Abat Oliva o su participación en el equipo de futbol sala de la peña barcelonista. Pero la influencia de un imán salafista pudo ser fatal. Se teme que él los pudo haber radicalizado y haber infundido el rencor para matar a sangre fría. De la banalidad del mal a la simiente del diablo.”

En el texto Màrius Carol se refiere al diablo. ¿Se cree en este personaje maligno que con el instrumento de un imán puede inculcar en jóvenes bien educados “el rencor para matar a sangre fría”? Afirmo que no. En una sociedad que “es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico” no hay espacio para aquello que no se pueda medir y analizar con la razón. Todo aquello que tiene que ver con el espíritu, es decir, todo aquello en que participa el Espíritu Santo de Dios se considera fanatismo y, el mejor de los casos, fabulismo. Aquí radica el gran fracaso de la sociedad que es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico. Al haber desterrado a Dios de su pensamiento se encuentra desarmada para enfrentarse eficazmente a los problemas que son de origen espiritual. El problema del terrorismo no se origina por la falta de reflexión ni por la ausencia de pensamiento crítico como dice Màrius Carol citando Hannah Arendt al referirse a la banalidad del mal. Cada vez que se repite un ataque terrorista, los politólogos, los filósofos, los sicólogos, los religiosos, los educadores, dicen la suya al respecto, pero, si no se tiene presente a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, las reflexiones se hacen sobre un fundamento de arena que no llega a buen fin debido a su inestabilidad.

El mal no es un concepto filosófico que se discuta en los platós televisivos o en los debates de sabios. Es un hecho real: la sustitución de la paternidad de Dios por la del diablo. En el momento en que Adán desobedeció a Dios se produjo esta transferencia que, debido a su calidad de padre de toda la humanidad, el hecho ha afectado a toda su descendencia. Ahora bien, si se cree que la Biblia es un libro de relatos fabulosos que sirven para distraer, entonces no tiene sentido prestarle atención. En este caso el mal en general y el terrorismo en concreto, no tienen solución. Estamos dando tumbos para ir a ninguna parte. Muchas especulaciones paro nada en concreto.

La Biblia afirma que el diablo es un ser espiritual malvado, por tanto, invisible, que se materializa apoderándose de un cuerpo. La primera materialización satánica fue en una serpiente y así pudo inducir a Adán a desobedecer a Dios. Esta desobediencia tiene una gran trascendencia porque es la transferencia de hijo de Dios a hijo del diablo. Esta transferencia inicial tiene efectos devastadores: Toda la descendencia de Adán tiene como padre al diablo. Esto explica la existencia del mal en general y el terrorismo en concreto a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Jesús descalifica el concepto banal que se tiene del diablo cuando se le representa como un bufón que hace desternillar de risa, representado como un ser rojizo con cuernos, cola y un tridente en las manos que hace bufonadas en los pastorcillos navideños y en los pasacalles festivos. No. Este no es el concepto que Jesús tiene del diablo, enemigo público número uno del ser humano. Lo describe así: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.

Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8.44). ¿No acreditan las obras de los hombres quién es nuestro padre? En tanto no se produzca un cambio de paternidad es imposible resolver definitivamente el problema del mal en general y del terrorismo en concreto. En el aspecto colectivo este cambio de paternidad no se producirá porque en el aspecto global Dios es un concepto fabuloso, pero sí puede darse en el aspecto individual. Cada persona que se reconozca pecadora y cree que Jesús es su Señor y Salvador se produce la transferencia de hijo del diablo en hijo de Dios. Las buenas obras que ahora hace sirven para pacificar el entorno en que se mueve.

El origen del terrorismo

El terrorismo islámico es una lacra social que no se sabe cómo eliminarlo. ¿Tiene solución?
Octavi Pereña
martes, 5 de septiembre de 2017, 08:31 h (CET)
Màrius Carol en su escrito La banalidad del mal (La Vanguardia, 20/08/2017), escribe: ”Cuando se habla de los atentados terroristas, nuestra civilización que es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico, intenta buscar la razón del otro, piensa qué hemos hecho mal, siente mala conciencia porque cree que las cosas se habrían podido haber hecho mejor. Es sano, inteligente e incluso justo indagar en qué hemos fallado. Pero seguramente resulta ingenuo y excesivamente racional auto culparnos”.

Màrius Carol menciona: “Ilustración, pensamiento racional, saber científico, en el intento de buscar la razón del otro. Pienso que el director de La Vanguardia se equivoca cuando intenta descubrir “la razón del otro” desde la racionalidad. “En más de una ocasión” dice Màrius Carol “hemos oído alabanzas diversas al modelo catalán de integración. Y no debe dudarse que sea bueno y que facilita la convivencia. Pero esto no es un salvoconducto para una sociedad sin terrorismo…Los jóvenes de origen marroquí de la célula gihadista que han atentado esta semana en Catalunya tienen el origen en Ripoll y parecían la prueba del nueve de esta capacidad integradora. Como lo demuestran las notas en el instituto Abat Oliva o su participación en el equipo de futbol sala de la peña barcelonista. Pero la influencia de un imán salafista pudo ser fatal. Se teme que él los pudo haber radicalizado y haber infundido el rencor para matar a sangre fría. De la banalidad del mal a la simiente del diablo.”

En el texto Màrius Carol se refiere al diablo. ¿Se cree en este personaje maligno que con el instrumento de un imán puede inculcar en jóvenes bien educados “el rencor para matar a sangre fría”? Afirmo que no. En una sociedad que “es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico” no hay espacio para aquello que no se pueda medir y analizar con la razón. Todo aquello que tiene que ver con el espíritu, es decir, todo aquello en que participa el Espíritu Santo de Dios se considera fanatismo y, el mejor de los casos, fabulismo. Aquí radica el gran fracaso de la sociedad que es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico. Al haber desterrado a Dios de su pensamiento se encuentra desarmada para enfrentarse eficazmente a los problemas que son de origen espiritual. El problema del terrorismo no se origina por la falta de reflexión ni por la ausencia de pensamiento crítico como dice Màrius Carol citando Hannah Arendt al referirse a la banalidad del mal. Cada vez que se repite un ataque terrorista, los politólogos, los filósofos, los sicólogos, los religiosos, los educadores, dicen la suya al respecto, pero, si no se tiene presente a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, las reflexiones se hacen sobre un fundamento de arena que no llega a buen fin debido a su inestabilidad.

El mal no es un concepto filosófico que se discuta en los platós televisivos o en los debates de sabios. Es un hecho real: la sustitución de la paternidad de Dios por la del diablo. En el momento en que Adán desobedeció a Dios se produjo esta transferencia que, debido a su calidad de padre de toda la humanidad, el hecho ha afectado a toda su descendencia. Ahora bien, si se cree que la Biblia es un libro de relatos fabulosos que sirven para distraer, entonces no tiene sentido prestarle atención. En este caso el mal en general y el terrorismo en concreto, no tienen solución. Estamos dando tumbos para ir a ninguna parte. Muchas especulaciones paro nada en concreto.

La Biblia afirma que el diablo es un ser espiritual malvado, por tanto, invisible, que se materializa apoderándose de un cuerpo. La primera materialización satánica fue en una serpiente y así pudo inducir a Adán a desobedecer a Dios. Esta desobediencia tiene una gran trascendencia porque es la transferencia de hijo de Dios a hijo del diablo. Esta transferencia inicial tiene efectos devastadores: Toda la descendencia de Adán tiene como padre al diablo. Esto explica la existencia del mal en general y el terrorismo en concreto a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Jesús descalifica el concepto banal que se tiene del diablo cuando se le representa como un bufón que hace desternillar de risa, representado como un ser rojizo con cuernos, cola y un tridente en las manos que hace bufonadas en los pastorcillos navideños y en los pasacalles festivos. No. Este no es el concepto que Jesús tiene del diablo, enemigo público número uno del ser humano. Lo describe así: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.

Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8.44). ¿No acreditan las obras de los hombres quién es nuestro padre? En tanto no se produzca un cambio de paternidad es imposible resolver definitivamente el problema del mal en general y del terrorismo en concreto. En el aspecto colectivo este cambio de paternidad no se producirá porque en el aspecto global Dios es un concepto fabuloso, pero sí puede darse en el aspecto individual. Cada persona que se reconozca pecadora y cree que Jesús es su Señor y Salvador se produce la transferencia de hijo del diablo en hijo de Dios. Las buenas obras que ahora hace sirven para pacificar el entorno en que se mueve.

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