Estaba encantado con la aparición en los últimos meses de las primeras protestas estudiantiles para luchar por sus derechos y por lo que se cree justo y cerrar de ese modo la boca a todos aquellos que nunca se cansaban de decir que la juventud de nuestro país estaba actualmente llena de vagos que se conformaban con lo que les había tocado sin realizar el mínimo esfuerzo.
Desgraciadamente, cada vez veo un mayor sinsentido en estos levantamientos estudiantiles. La violencia callejera, la destrucción total allí por donde se pasa con quema de contendedores, destrucción de mobiliario público y rotura de cristaleras de comercios y oficinas, echan por tierra cualquier reivindicación, por muy justificada que esta sea. Y en este caso, créanme, las razones que llevaron a salir a la calle a los primeros manifestantes, estaban totalmente argumentadas.
Sin embargo, lo que hacen actualmente, más que manifestarse por sus derechos es caminar como ovejas descarriadas que, a falta de su pastor y perro guía, siguen a la que más ruido hace y, como buenas rumiantes, van dejando mierda allí por donde pasan.
A fin de cuentas, son una nueva tribu urbana, inseparables de su teléfono de última tecnología para difundir al mundo sus vivencias a través de las redes sociales. Pero no se confundan, ellos son antisistema, estos caprichos tecnológicos es papá quien los paga.
Si es que en el fondo son como niños chicos. Esto lo quiero, y lo quiero ahora y si no me enfado y la lío, deben pensar.
Y es entonces cuando se enfurruñan y la toman con los pobres periodistas que allí están ejerciendo su derecho a informar libremente o, dan un paso más, y encaminan su protesta descontrolada hacia alguno de los lugares de trabajo de los profesionales del sector.
Es aquí cuando la protesta vuelve a perder el norte. Irrumpir en una emisora de radio, - en este caso la catalana Ona FM, de la familia de Cadena SER -, levantar el caos durante unos minutos en ese lugar y tomar un programa en directo para leer un comunicado de seis minutos de duración no tienen lugar de ser.
Puestos a reivindicar, aunque esté igual de mal, elijan una emisora pública y no una empresa privada que ni pincha ni corta en el asunto. Por momentos, he tenido que mirar dos veces al calendario , y cerciorarme de que este miércoles ha sido día 29 y no 23 de febrero.
Pero bueno, miremos el lado bueno de las cosas. Desde el Ministerio de Trabajo estarán contentos ya en uno días habrá un desempleado menos en las listas del paro: un pastor que encarrile a descomunal rebaño, que buena falta hace.