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Una “cualidad” bastante común en los banqueros: la avaricia.

Un tema sangrante: los bancos

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El gran Marco Tulio Cicerón, en sus Diputaciones Tusculaneas, declaraba: “No me avergüenza confesar la ignorancia de lo que no sé”. Y si aquel gran patricio romano no tenía empacho alguno en reconocer que había cosas que no sabía, con mucha más razón, un ciudadanos de a pie, como yo, ha de tener ningún temor en decir que hay muchas cosas que están ocurriendo en este país que no consigo entender; que me resultan totalmente incomprensibles y que necesitaría que hubiera algún gran sabio que fuera capaz de sacarme de tanta ignorancia. Porque, si hay algo que esta nación precisa como el mismo maná del cielo es que se reactiven los créditos bancarios; que el dinero fluya de nuevo por todas las arterias de nuestro sistema financiero y que trasmita el oxígeno indispensable para que nuestras empresas, poco más que moribundas, consigan recuperar el aliento, reanuden con fuerza sus respectivas actividades y sean capaces de levantar a este país que parece dejado de la mano de Dios, después de que el maremoto socialista lo haya dejado arrasado.

Uno se pregunta ¿si, de verdad, el sector bancario está en tan malas condiciones?, si resulta que existe un sobrante de bancos y cajas que, por su mala cabeza, no resultan rentables y por la mala gestión de sus directivos se encuentren a las puertas de la quiebra, ¿cómo es posible que el Estado se haya gastado miles de millones de euros en intentar reflotarlos, en tapar sus agujeros y en promover su fusión con otras entidades; con el peligro de que, del resultante, surja una entidad que, por metástasis financiera, adquiera los mismos vicios y defectos de aquella a la que se ha pretendido salvar?. ¿No hubiera resultado más sano, más económico y menos complicado dejar que cerraran, dejar que sus directivos afrontasen sus responsabilidades ante terceros y promulgar una ley que extendiese a sus patrimonios familiares las garantías, para favorecer a aquellos a los que hubieran perjudicado? Siempre hubiera resultado más efectivo, más rápido y más justo, que el mismo Estado respondiese, como ya ocurre en la actualidad, del rescate de las cuentas de los imponentes particulares.

No podemos entender, salvo que haya una concomitancia oculta entre el poder político y el lobby bancario que, como viene ocurriendo, entidades que han recibido ayudas del FROP mantengas a sus directivos, o les permitan que se jubilen con compensaciones millonarias o que, incluso, hagan de mangas capirotes con sus elevadas retribuciones. Porque, vamos a ver, si se les dieron a los bancos apoyos millonarios para que, a su vez, ellos concedieran créditos a las empresas sin que estuvieran obligados a que dieran cuenta del destino de hasta el último de los euros recibidos; lo primero que deberían haber pensado los gobernantes de entonces era que, como ya no existen los santos y menos en este tipo de negocios, la primera tentación que tendrían los banqueros sería tapar sus propios agujeros contables, que ha sido lo que, realmente, han venido haciendo. Por si ello no bastara, hasta hace poco, se permitió que las entidades financieras engañaran a sus accionistas, falsearan sus balances y encubrieran pérdidas, debidas a la real devaluación de los activos inmobiliarios, motivadas por la gran catástrofe de la burbuja inmobiliaria, que ha llegado a reducir el valor de los bienes inmuebles hasta cotas del mismo 50%.

Sin que la reestructuración financiera haya terminado, sin que los créditos se hayan reactivado ni parezca, según declaraciones de algunos banqueros importantes, que se vayan a otorgar en lo que queda del año o quizás, en el propio 2013; nos enteramos de que hay entidades bancarias, apoyadas o no por el dinero público, que, ante la estupefacción de los ciudadanos, que ven como cada día se les aprietan más los tornillos y se los despide de sus puestos de trabajo, cuando no estén formando parte de estos 5’5 millones que ya no tiene trabajo alguno; han decidido que sus directivos pertenecen a otra galaxia, que no son humanos sino divinos y que, por ello, deben ser retribuidos con cantidades astronómicas, como es el caso de conocidos banqueros, como el señor Alfredo Saenz, del Banco de Santander que percibe la hiperbólica cantidad de 11’6 millones de euros anuales o el propio señor Botín que, aparte de lo que percibirá por la rentabilidad de las acciones del banco y por su pertenencia al Consejo de Administración, se ha fijado el bonito sueldo de 4’5 millones de euros anuales. Por si fuera poco, hemos sabido que, las aportaciones a los planes de pensiones del comité ejecutivo – no sea que se queden en la indigencia ¡pobres!– suman 266 millones (11 más que en el 2.010)

¿Concuerdan estos sueldos con las medidas de austeridad que propone el Gobierno?, ¿podemos entender que, quienes se permiten percibir semejantes fortunas luego regateen la concesión de créditos a las pequeñas empresas que los necesitan? Estos días hemos sabido que, el BCE, ha inyectado, en su última subasta, la friolera de 529.531 millones de euros a 800 bancos europeos, de los cuales parece que, los banco españoles, se han llevado un 20%, o sea, 106.000 millones de euros. Y ustedes pudieran pensar que deberán pagar un alto interés por ello, pues no, no señores, sólo pagarán el préstamo a ¡un 1% de interés! Con la particularidad de que, en diciembre pasado, se celebró otra subasta del BCE de 489.190 millones de euros entre 523 entidades. Según el economista jefe de INTERMONEY, José Carlos Diez, las entidades españolas habían acaparado más del 20% del total de financiación a largo plazo del eurosistema.

Y conociendo estos datos, cualquier español de a pie podrá preguntarse: ¿Pero, cómo puede ser que obteniendo dinero tan barato y en tan gran cantidad, en España seguimos con el lazo al cuello, nuestras empresas siguen cerrando por falta de circulante y los obreros despedidos por falta de trabajo? Una pregunta que sería difícil de contestar si no tuviéramos en cuenta una “cualidad” bastante común a los banqueros: la avaricia. En efecto, estos listillos de los bancos han descubierto que les sale más rentable y con menos peligro de impagos, el invertir estos millones que les concede el BCE, en lugar de, en créditos a pequeñas empresas o particulares, para incentivar nuestra recuperación económica, en otro tipo de inversiones, por ejemplo, deuda pública a intereses mucho más atractivos. ¡Señores, un negocio redondo!, reciben dinero al 1% y lo invierten en un activo seguro al doble o más de interés. Curioso ¿no?

Si se sabe que, si no se reactivan nuestras industrias, si no consiguen ser rentables, productivas y competitivas, no vamos a conseguir salir del hoyo en el que estamos metidos ¿por qué, el gobierno, no pone a estos señores firmes y “pide” con toda “cortesía” que, si no cambian de política, los va a crujir de impuestos? Por ejemplo, podría ponerles un 75%, como parece que el señor Hollande, en Francia, quiere imponerles a las grandes fortunas. Sabemos que la banca en necesaria para la buena marcha del país, pero también sabemos que, el país, está en una situación de emergencia económica y social y hay determinadas cosas que claman al cielo y que, por pura ética y estética política, no pueden ser permitidas en una nación que presume de civilizada. El Gobierno debe de solucionar con rapidez este tema de los créditos porque, en caso contrario, mucho nos tememos que la esperada reactivación se va a prolongar mucho más de lo  que, la prudencia y la inteligencia, puedan esperar de un pueblo sometido tan duramente a la presión de 5’5 millones de parados. O esto es, señores, lo que yo pienso.

Un tema sangrante: los bancos

Una “cualidad” bastante común en los banqueros: la avaricia.
Miguel Massanet
jueves, 1 de marzo de 2012, 08:11 h (CET)
El gran Marco Tulio Cicerón, en sus Diputaciones Tusculaneas, declaraba: “No me avergüenza confesar la ignorancia de lo que no sé”. Y si aquel gran patricio romano no tenía empacho alguno en reconocer que había cosas que no sabía, con mucha más razón, un ciudadanos de a pie, como yo, ha de tener ningún temor en decir que hay muchas cosas que están ocurriendo en este país que no consigo entender; que me resultan totalmente incomprensibles y que necesitaría que hubiera algún gran sabio que fuera capaz de sacarme de tanta ignorancia. Porque, si hay algo que esta nación precisa como el mismo maná del cielo es que se reactiven los créditos bancarios; que el dinero fluya de nuevo por todas las arterias de nuestro sistema financiero y que trasmita el oxígeno indispensable para que nuestras empresas, poco más que moribundas, consigan recuperar el aliento, reanuden con fuerza sus respectivas actividades y sean capaces de levantar a este país que parece dejado de la mano de Dios, después de que el maremoto socialista lo haya dejado arrasado.

Uno se pregunta ¿si, de verdad, el sector bancario está en tan malas condiciones?, si resulta que existe un sobrante de bancos y cajas que, por su mala cabeza, no resultan rentables y por la mala gestión de sus directivos se encuentren a las puertas de la quiebra, ¿cómo es posible que el Estado se haya gastado miles de millones de euros en intentar reflotarlos, en tapar sus agujeros y en promover su fusión con otras entidades; con el peligro de que, del resultante, surja una entidad que, por metástasis financiera, adquiera los mismos vicios y defectos de aquella a la que se ha pretendido salvar?. ¿No hubiera resultado más sano, más económico y menos complicado dejar que cerraran, dejar que sus directivos afrontasen sus responsabilidades ante terceros y promulgar una ley que extendiese a sus patrimonios familiares las garantías, para favorecer a aquellos a los que hubieran perjudicado? Siempre hubiera resultado más efectivo, más rápido y más justo, que el mismo Estado respondiese, como ya ocurre en la actualidad, del rescate de las cuentas de los imponentes particulares.

No podemos entender, salvo que haya una concomitancia oculta entre el poder político y el lobby bancario que, como viene ocurriendo, entidades que han recibido ayudas del FROP mantengas a sus directivos, o les permitan que se jubilen con compensaciones millonarias o que, incluso, hagan de mangas capirotes con sus elevadas retribuciones. Porque, vamos a ver, si se les dieron a los bancos apoyos millonarios para que, a su vez, ellos concedieran créditos a las empresas sin que estuvieran obligados a que dieran cuenta del destino de hasta el último de los euros recibidos; lo primero que deberían haber pensado los gobernantes de entonces era que, como ya no existen los santos y menos en este tipo de negocios, la primera tentación que tendrían los banqueros sería tapar sus propios agujeros contables, que ha sido lo que, realmente, han venido haciendo. Por si ello no bastara, hasta hace poco, se permitió que las entidades financieras engañaran a sus accionistas, falsearan sus balances y encubrieran pérdidas, debidas a la real devaluación de los activos inmobiliarios, motivadas por la gran catástrofe de la burbuja inmobiliaria, que ha llegado a reducir el valor de los bienes inmuebles hasta cotas del mismo 50%.

Sin que la reestructuración financiera haya terminado, sin que los créditos se hayan reactivado ni parezca, según declaraciones de algunos banqueros importantes, que se vayan a otorgar en lo que queda del año o quizás, en el propio 2013; nos enteramos de que hay entidades bancarias, apoyadas o no por el dinero público, que, ante la estupefacción de los ciudadanos, que ven como cada día se les aprietan más los tornillos y se los despide de sus puestos de trabajo, cuando no estén formando parte de estos 5’5 millones que ya no tiene trabajo alguno; han decidido que sus directivos pertenecen a otra galaxia, que no son humanos sino divinos y que, por ello, deben ser retribuidos con cantidades astronómicas, como es el caso de conocidos banqueros, como el señor Alfredo Saenz, del Banco de Santander que percibe la hiperbólica cantidad de 11’6 millones de euros anuales o el propio señor Botín que, aparte de lo que percibirá por la rentabilidad de las acciones del banco y por su pertenencia al Consejo de Administración, se ha fijado el bonito sueldo de 4’5 millones de euros anuales. Por si fuera poco, hemos sabido que, las aportaciones a los planes de pensiones del comité ejecutivo – no sea que se queden en la indigencia ¡pobres!– suman 266 millones (11 más que en el 2.010)

¿Concuerdan estos sueldos con las medidas de austeridad que propone el Gobierno?, ¿podemos entender que, quienes se permiten percibir semejantes fortunas luego regateen la concesión de créditos a las pequeñas empresas que los necesitan? Estos días hemos sabido que, el BCE, ha inyectado, en su última subasta, la friolera de 529.531 millones de euros a 800 bancos europeos, de los cuales parece que, los banco españoles, se han llevado un 20%, o sea, 106.000 millones de euros. Y ustedes pudieran pensar que deberán pagar un alto interés por ello, pues no, no señores, sólo pagarán el préstamo a ¡un 1% de interés! Con la particularidad de que, en diciembre pasado, se celebró otra subasta del BCE de 489.190 millones de euros entre 523 entidades. Según el economista jefe de INTERMONEY, José Carlos Diez, las entidades españolas habían acaparado más del 20% del total de financiación a largo plazo del eurosistema.

Y conociendo estos datos, cualquier español de a pie podrá preguntarse: ¿Pero, cómo puede ser que obteniendo dinero tan barato y en tan gran cantidad, en España seguimos con el lazo al cuello, nuestras empresas siguen cerrando por falta de circulante y los obreros despedidos por falta de trabajo? Una pregunta que sería difícil de contestar si no tuviéramos en cuenta una “cualidad” bastante común a los banqueros: la avaricia. En efecto, estos listillos de los bancos han descubierto que les sale más rentable y con menos peligro de impagos, el invertir estos millones que les concede el BCE, en lugar de, en créditos a pequeñas empresas o particulares, para incentivar nuestra recuperación económica, en otro tipo de inversiones, por ejemplo, deuda pública a intereses mucho más atractivos. ¡Señores, un negocio redondo!, reciben dinero al 1% y lo invierten en un activo seguro al doble o más de interés. Curioso ¿no?

Si se sabe que, si no se reactivan nuestras industrias, si no consiguen ser rentables, productivas y competitivas, no vamos a conseguir salir del hoyo en el que estamos metidos ¿por qué, el gobierno, no pone a estos señores firmes y “pide” con toda “cortesía” que, si no cambian de política, los va a crujir de impuestos? Por ejemplo, podría ponerles un 75%, como parece que el señor Hollande, en Francia, quiere imponerles a las grandes fortunas. Sabemos que la banca en necesaria para la buena marcha del país, pero también sabemos que, el país, está en una situación de emergencia económica y social y hay determinadas cosas que claman al cielo y que, por pura ética y estética política, no pueden ser permitidas en una nación que presume de civilizada. El Gobierno debe de solucionar con rapidez este tema de los créditos porque, en caso contrario, mucho nos tememos que la esperada reactivación se va a prolongar mucho más de lo  que, la prudencia y la inteligencia, puedan esperar de un pueblo sometido tan duramente a la presión de 5’5 millones de parados. O esto es, señores, lo que yo pienso.

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