Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención, es la capacidad que tienen los políticos de olvidar el pasado cuando éste no les es favorable. Pero, a pesar de que la amnesia selectiva sea común a todos los grupos políticos, los representantes del Partido Popular se llevan la palma.
Ahora, en su táctica del todo vale para derrocar a los socialistas, Rajoy y los suyos han decidido utilizar un discurso plagado, indistintamente, de acusaciones veladas e imputaciones directas, para dejar sembrada la sospecha de un cierto colaboracionismo entre el gobierno Zapatero y la banda terrorista ETA.
Dicen los populares que, en democracia, no se puede negociar con los terroristas, sino derrotarlos. Afirman que cualquier otra medida que no sea la actuación policial, es regalar un balón de oxígeno a ETA. Y, con todo, se rasgan públicamente las vestiduras al ver que, aquello que ellos prohíben, lo está llevando a cabo esa banda de malhechores que debe ser el actual gobierno socialista.
Sin embargo, algo no les está saliendo bien. Su mensaje no ha sido percibido por la ciudadanía como ellos quisieran, tal y como todas las encuestas de opinión reflejan tras el debate sobre el estado de la Nación. Las acusaciones vertidas, lejos de poner a la sociedad española en contra del Gobierno, han conseguido el efecto contrario.
Los españoles, atónitos, observamos cómo desde las filas populares se vierten constantemente denuncias carentes de todo fundamento. Pero, sobre todo, lo que más llama la atención es que aquellas insidias sean lanzadas desde quienes sí negociaron con la banda terrorista.
A pesar de que ahora se esfuercen en negarlo, el gobierno del señor Aznar sí inició un proceso de negociación con ETA, cosa que los socialistas ni siquiera han insinuado aún, tras la declaración de una tregua que Mayor Oreja no tardó en calificar de trampa. Solo hay que darse una vuelta por las hemerotecas de cualquier medio de comunicación, para ver que la negociación existió. Pero, de entre todas las fuentes, la más clarificadora es, sin duda alguna, el archivo periodístico que el propio Ministerio del Interior pone a disposición de todos en su página Web.
Con solo darnos una vuelta por http://www.mir.es/oris/cronolo/1998.htm#ene o, lo que es lo mismo, por la cronología que el Ministerio del Interior hizo del año 1998, encontraremos motivos suficientes para refutar, de base, la legitimidad de quienes ahora se niegan a cualquier tipo de diálogo con ETA, en caso de abandono definitivo de las armas.
No quiero ni imaginarme cuáles serían ahora las reacciones del PP, ante un posible traslado de presos de ETA a cárceles del Pais Vasco, tal y como ya hiciera el gobierno Aznar el 13 de octubre y el 18 de diciembre de 1998; o cuáles serían los improperios contra el presidente Zapatero, si éste anunciara el inicio de contactos directos con el entorno de ETA, tal y como anunció el propio Aznar el 3 de noviembre de ese mismo año. Pero, lo que si tengo claro es que si llega el momento de dialogar con quienes abandonen las armas, el PP habrá perdido toda legitimidad para considerarse copartícipe de la paz.