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Baloncesto
Etiquetas | LIGA ENDESA / JORNADA 21
La afición celebró la fiesta de la Copa del Rey y vibró con Llull (20 puntos), Carroll (17) y Reyes (14)

El Real Madrid engulle al Gran Canaria (90-72)

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FICHA TÉCNICA
90- Real Madrid: Sergio Rodríguez (6), Suárez (6), Singler (6), Mirotic (2) y Begic (6) -quinteto titular- Reyes (14), Velickovic (2), Carroll (16), Pocius (6), Tomic (4), Jorge Sanz (0) y Llull (20).
72 – Gran Canaria: Tomás Bellas (2), Haynes (2), Bramos (22), Palacios (23) y Rey (3)-quinteto inicial- Savané (6), Alejandro López (0), Spencer Nelson (1), Alvarado (2), Ekperigin (-) y Beirán (11).
Parciales: 18-9, 30-25, 20-21, 22-17.
Árbitros: Amorós, Peruga y Martínez Díez.
Incidencias: Vigésimo primera jornada correspondiente a la Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 8.157 espectadores.

El Real Madrid organizó una fiesta redonda con el Gran Canaria como adversario invitado. Primero, la gente se fotografío con la Copa del Rey, en un estado de adoración esperado desde hace casi dos décadas; después, desde sus asientos, se deleitó con un baloncesto ofensivo y de brillantez del Real Madrid, donde Llull, Carroll y Reyes fueron los protagonistas. Enfrente, el cuadro canario, con más debilidades que aciertos, sólo subsistió mercede a los puntos de Bramos y Palacios. Insuficiente cuando está jugando con el Real Madrid. Éste les engulló.

 

El baloncesto no sólo se gana desde las defensas. Aquellos conjuntos que destacan en ataque, además de agradar al respetable, se convierten en una imparable máquina de crear puntos, con el consiguiente espectáculo. Si además se combinan ambas virtudes, una fuerte defensa y un preciso ataque, ese grupo es imparable, capaz de sumar triunfos cada encuentro. E incluso con una asombrosa comodidad, casi sin sudar. Lógicamente, atrapan trofeos. Uno de estos conjuntos es el Real Madrid. Está de dulce. Todo lo que intenta, sale a la perfección. Corriente, además, favorecida por las consecuencias beneficiosas, en lo deportivo y moral, de ser ganador de la Copa del Rey.

 

Trofeo este que acaparó el protagonismo al comienzo del compromiso contra el Gran Canaria. Fotos al comienzo con los seguidores y ofrecimiento, desde el centro de la pista, con Felipe Reyes como maestro de ceremonias a toda la familia madridista. Ovaciones, aplausos y cánticos de ¡campeones, campeones! compusieron una armoniosa fiesta de celebración después de cinco temporadas de sequía y 19 años sin alcanzar este campeonato. La fiesta estaba justificada. Que no terminada. El Real Madrid continúo, con el balón en juego, en ese ambiente festivo, ésta vez a base de canastas de todos los colores. Baloncesto ofensivo.

 

Festival de la canasta

Tiros desde el exterior con Carroll como exponente, penetraciones eléctricas de Llull, asistencias mágicas de Sergio Rodríguez, intimidación  de Begic y Tomic, pundonor de Reyes, desparpajo de Singler y Pocius o el buen hacer de Reyes y Mirotic. El Real Madrid estaba levitando, desarrollando un baloncesto de alta escuela. Gustando y gustándose. Enfrente, un Gran Canaria con el ánimo muy abajo, como dando por perdido su comparecencia en Madrid. Un cuadro canario que dista mucho de ese otro Gran Canaria capaz de hacer frente a los grandes. Las marchas de Carroll y Wallace han causado estragos.

 

De esta manera, el encuentro duró exactamente tres minutos: 9-1 de salida merced a ese baloncesto de enorme vistosidad y una seria defensa. Las rentas fueron aumentando hasta el 18-9 al término del primer cuarto. Y en el segundo, en mitad de un festival de canastas, se rompió definitivamente el encuentro: 37-17 (veinte arriba para los blancos). Y no fueron más porque Bramos sacó ese orgullo que tiene todo jugador. Pero la cita estaba cerrada.

 

O eso se pensó hasta que Bramos, Beirán y Palacios se encargaron de marcarse un trío de triples consecutivos, a lo que sumado una comprensible relajación blanca sitúo el marcador en un inusual: 56-52. Situación inesperada que simplemente fue un espejismo. Con Llull al mando y Reyes y Carroll en estado de gracia, las diferencias volvieron a la normalidad: 13 arriba (68-55) en el epílogo del tercer cuarto. Algo que se ratificó en los primeros minutos del cuarto final con los mismos protagonista, regresando así los 15 puntos de diferencia, a pesar de que el Gran Canaria se mostró más serio en defensa y con mejores selecciones de tiro. Pero ya era tarde. Habían tirado una primera parte o, mejor dicho, no habían hecho frente a un huracán de baloncesto conocido como Real Madrid. Éstos se apuntaron otro triunfo y cerraron así la fiesta de la Copa del Rey.

El Real Madrid engulle al Gran Canaria (90-72)

La afición celebró la fiesta de la Copa del Rey y vibró con Llull (20 puntos), Carroll (17) y Reyes (14)
Rafael Merino
domingo, 26 de febrero de 2012, 13:05 h (CET)
FICHA TÉCNICA
90- Real Madrid: Sergio Rodríguez (6), Suárez (6), Singler (6), Mirotic (2) y Begic (6) -quinteto titular- Reyes (14), Velickovic (2), Carroll (16), Pocius (6), Tomic (4), Jorge Sanz (0) y Llull (20).
72 – Gran Canaria: Tomás Bellas (2), Haynes (2), Bramos (22), Palacios (23) y Rey (3)-quinteto inicial- Savané (6), Alejandro López (0), Spencer Nelson (1), Alvarado (2), Ekperigin (-) y Beirán (11).
Parciales: 18-9, 30-25, 20-21, 22-17.
Árbitros: Amorós, Peruga y Martínez Díez.
Incidencias: Vigésimo primera jornada correspondiente a la Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 8.157 espectadores.

El Real Madrid organizó una fiesta redonda con el Gran Canaria como adversario invitado. Primero, la gente se fotografío con la Copa del Rey, en un estado de adoración esperado desde hace casi dos décadas; después, desde sus asientos, se deleitó con un baloncesto ofensivo y de brillantez del Real Madrid, donde Llull, Carroll y Reyes fueron los protagonistas. Enfrente, el cuadro canario, con más debilidades que aciertos, sólo subsistió mercede a los puntos de Bramos y Palacios. Insuficiente cuando está jugando con el Real Madrid. Éste les engulló.

 

El baloncesto no sólo se gana desde las defensas. Aquellos conjuntos que destacan en ataque, además de agradar al respetable, se convierten en una imparable máquina de crear puntos, con el consiguiente espectáculo. Si además se combinan ambas virtudes, una fuerte defensa y un preciso ataque, ese grupo es imparable, capaz de sumar triunfos cada encuentro. E incluso con una asombrosa comodidad, casi sin sudar. Lógicamente, atrapan trofeos. Uno de estos conjuntos es el Real Madrid. Está de dulce. Todo lo que intenta, sale a la perfección. Corriente, además, favorecida por las consecuencias beneficiosas, en lo deportivo y moral, de ser ganador de la Copa del Rey.

 

Trofeo este que acaparó el protagonismo al comienzo del compromiso contra el Gran Canaria. Fotos al comienzo con los seguidores y ofrecimiento, desde el centro de la pista, con Felipe Reyes como maestro de ceremonias a toda la familia madridista. Ovaciones, aplausos y cánticos de ¡campeones, campeones! compusieron una armoniosa fiesta de celebración después de cinco temporadas de sequía y 19 años sin alcanzar este campeonato. La fiesta estaba justificada. Que no terminada. El Real Madrid continúo, con el balón en juego, en ese ambiente festivo, ésta vez a base de canastas de todos los colores. Baloncesto ofensivo.

 

Festival de la canasta

Tiros desde el exterior con Carroll como exponente, penetraciones eléctricas de Llull, asistencias mágicas de Sergio Rodríguez, intimidación  de Begic y Tomic, pundonor de Reyes, desparpajo de Singler y Pocius o el buen hacer de Reyes y Mirotic. El Real Madrid estaba levitando, desarrollando un baloncesto de alta escuela. Gustando y gustándose. Enfrente, un Gran Canaria con el ánimo muy abajo, como dando por perdido su comparecencia en Madrid. Un cuadro canario que dista mucho de ese otro Gran Canaria capaz de hacer frente a los grandes. Las marchas de Carroll y Wallace han causado estragos.

 

De esta manera, el encuentro duró exactamente tres minutos: 9-1 de salida merced a ese baloncesto de enorme vistosidad y una seria defensa. Las rentas fueron aumentando hasta el 18-9 al término del primer cuarto. Y en el segundo, en mitad de un festival de canastas, se rompió definitivamente el encuentro: 37-17 (veinte arriba para los blancos). Y no fueron más porque Bramos sacó ese orgullo que tiene todo jugador. Pero la cita estaba cerrada.

 

O eso se pensó hasta que Bramos, Beirán y Palacios se encargaron de marcarse un trío de triples consecutivos, a lo que sumado una comprensible relajación blanca sitúo el marcador en un inusual: 56-52. Situación inesperada que simplemente fue un espejismo. Con Llull al mando y Reyes y Carroll en estado de gracia, las diferencias volvieron a la normalidad: 13 arriba (68-55) en el epílogo del tercer cuarto. Algo que se ratificó en los primeros minutos del cuarto final con los mismos protagonista, regresando así los 15 puntos de diferencia, a pesar de que el Gran Canaria se mostró más serio en defensa y con mejores selecciones de tiro. Pero ya era tarde. Habían tirado una primera parte o, mejor dicho, no habían hecho frente a un huracán de baloncesto conocido como Real Madrid. Éstos se apuntaron otro triunfo y cerraron así la fiesta de la Copa del Rey.

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