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En algún sitio tiene que haber, ¿no?...Impresentable el señor Feito

Hay trabajo en Laponia

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Me ha llegado al alma. Laponia. La casa de Papá Noel. Todo el año fabricando juguetes para que un señor gordo vestido de rojo los reparta en una noche desde un trineo que vuela. Laponia. Un inmenso jardín, eso es Laponia. Cuando Dios hizo el Edén, pensó en Laponia. Un frío de narices en Laponia. Un poco más lejano que el barrio de al lado, pero hay curro en Laponia. En descuidarte, tu futuro está allí, un lapón o una lapona te espera para que formes tu familia y encuentres la felicidad, rodeado de pequeños hispano-lapones que alimentar. No hay paro en Laponia. Y seguro que pagan más que en Eurodisney o en Alemania…

El Ayuntamiento de Alicante envía treinta y seis jóvenes con un contrato de prácticas para trabajar en Merkel Land. Mil euros brutos al mes, con los que pagarse pensión y manutención. Y, con lo que sobre, ahorrar para irse a Laponia. A París parten también algunos jóvenes alicantinos, con carrera e idiomas, a trabajar para la fábrica de sueños de la Disney por mil doscientos euros brutos al mes. Éstos tienen suerte, pues dormirán en los barracones que sobran de la vendimia, con lo que juntarán el dinero para el pasaje a Laponia antes que los que se exilian en Alemania.  Creando empleo…

José Luis Feito. Me ha tocado usted las gónadas. Bocazas mayúsculo. Torpe, indigno y miserable. Diga en qué barrio y de qué ciudad hay trabajo, que muchos partirán raudos a él a buscarse el sustento. Aunque sea en Laponia. Nauseabundo su desprecio, nauseabundos sus comentarios, nauseabunda su presencia. Anda crecidito, señor Feito. Hay una reforma laboral que le ha dado alas. Pero se equivoca al provocar. Las voluntades están tensas y las cabezas empiezan a no regir. Igual alguien le pone sal en la cola para que deje  de revolotear carroñero sobre la desgracia ajena, y así tenerlo al alcance de la mano para la cazuela, pues es ave que vuela.

Señor CEOE. Mírese el ombligo, que están usted y los que son como usted degollando a la gallina de los huevos de oro. Formamos a nuestra juventud, invirtiendo lo que no tenemos con el objetivo de que alcancen la cualificación y la preparación necesaria para ser competitivos, como mínimo. Hemos llenado nuestro granero para que los “amigos” europeos pesquen las piezas buenas y las exploten por cuatro perras. Aunque sea en Laponia. Mano de obra barata a la que exprimir por euro-ciudadanos que nos menosprecian, que no nos quieren. Somos los bárbaros del sur, los africanos de la Unión. Quieren convertirnos en el puticlub de Europa, y lo van a conseguir. Y usted, Feito el lapón, les va a ayudar, seguro que sí…

Yo me planto, ya estoy harto. Entonces, propongo el suicidio para evitar el asesinato. Devolvamos el trato que recibimos. Los hermanos mayores abusan de nosotros. Mandémosles pues a hacer puñetas, cerremos las fronteras y protejamos lo propio. La ruina no nos la quita nadie, hagamos lo que hagamos. Pues, entonces, ¿por qué no morir matando?

Para ello faltan arrestos, ovarios o huevos. El país se desintegra a ojos vista mientras que tenemos que soportar a bobos que  hablan de Laponia. Qué bonito, Laponia. Mucho lapón en Laponia. Muy buena la ensaladilla lapona…Un poco de por favor.

Hay trabajo en Laponia

En algún sitio tiene que haber, ¿no?...Impresentable el señor Feito
Tomás Salinas
miércoles, 22 de febrero de 2012, 08:41 h (CET)
Me ha llegado al alma. Laponia. La casa de Papá Noel. Todo el año fabricando juguetes para que un señor gordo vestido de rojo los reparta en una noche desde un trineo que vuela. Laponia. Un inmenso jardín, eso es Laponia. Cuando Dios hizo el Edén, pensó en Laponia. Un frío de narices en Laponia. Un poco más lejano que el barrio de al lado, pero hay curro en Laponia. En descuidarte, tu futuro está allí, un lapón o una lapona te espera para que formes tu familia y encuentres la felicidad, rodeado de pequeños hispano-lapones que alimentar. No hay paro en Laponia. Y seguro que pagan más que en Eurodisney o en Alemania…

El Ayuntamiento de Alicante envía treinta y seis jóvenes con un contrato de prácticas para trabajar en Merkel Land. Mil euros brutos al mes, con los que pagarse pensión y manutención. Y, con lo que sobre, ahorrar para irse a Laponia. A París parten también algunos jóvenes alicantinos, con carrera e idiomas, a trabajar para la fábrica de sueños de la Disney por mil doscientos euros brutos al mes. Éstos tienen suerte, pues dormirán en los barracones que sobran de la vendimia, con lo que juntarán el dinero para el pasaje a Laponia antes que los que se exilian en Alemania.  Creando empleo…

José Luis Feito. Me ha tocado usted las gónadas. Bocazas mayúsculo. Torpe, indigno y miserable. Diga en qué barrio y de qué ciudad hay trabajo, que muchos partirán raudos a él a buscarse el sustento. Aunque sea en Laponia. Nauseabundo su desprecio, nauseabundos sus comentarios, nauseabunda su presencia. Anda crecidito, señor Feito. Hay una reforma laboral que le ha dado alas. Pero se equivoca al provocar. Las voluntades están tensas y las cabezas empiezan a no regir. Igual alguien le pone sal en la cola para que deje  de revolotear carroñero sobre la desgracia ajena, y así tenerlo al alcance de la mano para la cazuela, pues es ave que vuela.

Señor CEOE. Mírese el ombligo, que están usted y los que son como usted degollando a la gallina de los huevos de oro. Formamos a nuestra juventud, invirtiendo lo que no tenemos con el objetivo de que alcancen la cualificación y la preparación necesaria para ser competitivos, como mínimo. Hemos llenado nuestro granero para que los “amigos” europeos pesquen las piezas buenas y las exploten por cuatro perras. Aunque sea en Laponia. Mano de obra barata a la que exprimir por euro-ciudadanos que nos menosprecian, que no nos quieren. Somos los bárbaros del sur, los africanos de la Unión. Quieren convertirnos en el puticlub de Europa, y lo van a conseguir. Y usted, Feito el lapón, les va a ayudar, seguro que sí…

Yo me planto, ya estoy harto. Entonces, propongo el suicidio para evitar el asesinato. Devolvamos el trato que recibimos. Los hermanos mayores abusan de nosotros. Mandémosles pues a hacer puñetas, cerremos las fronteras y protejamos lo propio. La ruina no nos la quita nadie, hagamos lo que hagamos. Pues, entonces, ¿por qué no morir matando?

Para ello faltan arrestos, ovarios o huevos. El país se desintegra a ojos vista mientras que tenemos que soportar a bobos que  hablan de Laponia. Qué bonito, Laponia. Mucho lapón en Laponia. Muy buena la ensaladilla lapona…Un poco de por favor.

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No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.

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