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Gente de todas las edades se unen a las movilizaciones espontáneas en el centro de Valencia

La "Primavera Valenciana" bautiza el inicio de las protestas

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La capital del Turia vive días convulsos. Mientras la Generalitat Valenciana paga a sus empleados con cuenta gotas, los jóvenes valencianos, los que estudian en barracones, se rebelan ante el letargo de una sociedad acostumbrada a dejar a hacer.


"¿No queríais jóvenes activos?, pues aquí los tenéis", dice uno de ellos. Algunos comparan estas carreras con la que sus padres hicieron ante los grises de la dictadura. Otros prefieren no comprarlas y argumentan que son distintas, en cada una se luchaba en un contexto y por causas diferentes.

Y lo curioso de estas protestas, como las del 15M, es que no solo hay jóvenes. Comenzaron con niños salidos de un instituto para protestas por las condiciones en las que estudian y ahora se han convertido en adultos, mayores y ancianos. Ya no son jóvenes rebeldes sin cabeza y con ganas de amar lío.

Tampoco ayuda que el Jefe Superior de la Policía de Valencia califica a estos jóvenes como "enemigos". El diario La Vanguardia publica en su edición digital estas declaraciones de Antonio Moreno, quien al ser preguntado por el número de agentes que intervino en el operativo, respondió que "la policía se ha visto obligada a repeler una agresión" y "no puedo revelar al enemigo cuales son mis fuerzas".

Por tercer día consecutivo, si no contamos sábado y domingo, el instituto Lluís Vives de Valencia, en pleno centro de la ciudad, actúa como punto localizado del inicio de unas protestas, que por la represión de la policía y el trato de la Generalitat, están consiguiendo ampliar su centro de acción y el número de sus protagonistas. Las carreras sin sentido de un cuerpo de policía con ganas de jugar al escondite, logran expandir las protestas por las calles adyacentes y conducen a quienes creían no tener nada que ver con ellas, acaben apoyando a los que corren ante las porras.

El trabajador que recibe un porrazo en la espalda mientras acudía a su empleo, ese al que ahora podrán echar en cuanto sume unos cuantos días de la baja que deberá tomar para recuperarse de las lesiones que la policía le ha provocado, reacciona uniéndose a quienes protestan. Hasta ahora pensaba dejarlo correr y no expresar su descontento por una situación provocada por los mismos que ahora gobiernan y sobre todo por un ex presidente con aires de grandeza. El mismo a quien parte de su partido piensa apoyar en un posible intento de volver a gobernar.

Se oyen disparos y la gente se asusta. Son pelotas de goma. Hasta en algunos días de la bonita fiesta valenciana por excelencia, se han visto más desperfectos que en cualquiera de estos tres días de manifestaciones. Las Fallas, con sus petardos y borrachos, son más peligrosas que estas protestas.

La periodista de Radio Nacional que mientras informaba de lo ocurrido en la ciudad, recibe un golpe de un policía, se cabrea y lo expresa por una actuación policial desmesurada. Las detenciones se suceden y con ello, cada día acude más gente. Nadie sabe cuando acabará ni si acabará. Lo único claro es que estas protestas ya se han bautizado como la Primavera Valenciana, en clara alusión a las protestas árabes que durante más de un año han revolucionado las dictaduras de Egipto, Libia, Yemen o Túnez.

Desde las universidades se habla de apoyar las protestas desde los barrios, de extenderlas no solo en el centro sino donde vive la gente más afectada por la situación de la Comunitat. La Avenida Blasco Ibáñez, una de las más importantes de la ciudad y donde están situadas gran parte de las facultades de Humanidades reciben ya la vigilancia de furgones de la policía.

El guión de las protestas parece estar ya escrito para ampliarse a otras ciudades. Las redes sociales, sobre todo Twitter se usan como método de expresión para llamar la atención de aquellos que viven la misma situación en otras ciudades y provincias.


La "Primavera Valenciana" bautiza el inicio de las protestas

Gente de todas las edades se unen a las movilizaciones espontáneas en el centro de Valencia
Miguel Cañigral
lunes, 20 de febrero de 2012, 18:49 h (CET)
La capital del Turia vive días convulsos. Mientras la Generalitat Valenciana paga a sus empleados con cuenta gotas, los jóvenes valencianos, los que estudian en barracones, se rebelan ante el letargo de una sociedad acostumbrada a dejar a hacer.

"¿No queríais jóvenes activos?, pues aquí los tenéis", dice uno de ellos. Algunos comparan estas carreras con la que sus padres hicieron ante los grises de la dictadura. Otros prefieren no comprarlas y argumentan que son distintas, en cada una se luchaba en un contexto y por causas diferentes.

Y lo curioso de estas protestas, como las del 15M, es que no solo hay jóvenes. Comenzaron con niños salidos de un instituto para protestas por las condiciones en las que estudian y ahora se han convertido en adultos, mayores y ancianos. Ya no son jóvenes rebeldes sin cabeza y con ganas de amar lío.

Tampoco ayuda que el Jefe Superior de la Policía de Valencia califica a estos jóvenes como "enemigos". El diario La Vanguardia publica en su edición digital estas declaraciones de Antonio Moreno, quien al ser preguntado por el número de agentes que intervino en el operativo, respondió que "la policía se ha visto obligada a repeler una agresión" y "no puedo revelar al enemigo cuales son mis fuerzas".

Por tercer día consecutivo, si no contamos sábado y domingo, el instituto Lluís Vives de Valencia, en pleno centro de la ciudad, actúa como punto localizado del inicio de unas protestas, que por la represión de la policía y el trato de la Generalitat, están consiguiendo ampliar su centro de acción y el número de sus protagonistas. Las carreras sin sentido de un cuerpo de policía con ganas de jugar al escondite, logran expandir las protestas por las calles adyacentes y conducen a quienes creían no tener nada que ver con ellas, acaben apoyando a los que corren ante las porras.

El trabajador que recibe un porrazo en la espalda mientras acudía a su empleo, ese al que ahora podrán echar en cuanto sume unos cuantos días de la baja que deberá tomar para recuperarse de las lesiones que la policía le ha provocado, reacciona uniéndose a quienes protestan. Hasta ahora pensaba dejarlo correr y no expresar su descontento por una situación provocada por los mismos que ahora gobiernan y sobre todo por un ex presidente con aires de grandeza. El mismo a quien parte de su partido piensa apoyar en un posible intento de volver a gobernar.

Se oyen disparos y la gente se asusta. Son pelotas de goma. Hasta en algunos días de la bonita fiesta valenciana por excelencia, se han visto más desperfectos que en cualquiera de estos tres días de manifestaciones. Las Fallas, con sus petardos y borrachos, son más peligrosas que estas protestas.

La periodista de Radio Nacional que mientras informaba de lo ocurrido en la ciudad, recibe un golpe de un policía, se cabrea y lo expresa por una actuación policial desmesurada. Las detenciones se suceden y con ello, cada día acude más gente. Nadie sabe cuando acabará ni si acabará. Lo único claro es que estas protestas ya se han bautizado como la Primavera Valenciana, en clara alusión a las protestas árabes que durante más de un año han revolucionado las dictaduras de Egipto, Libia, Yemen o Túnez.

Desde las universidades se habla de apoyar las protestas desde los barrios, de extenderlas no solo en el centro sino donde vive la gente más afectada por la situación de la Comunitat. La Avenida Blasco Ibáñez, una de las más importantes de la ciudad y donde están situadas gran parte de las facultades de Humanidades reciben ya la vigilancia de furgones de la policía.

El guión de las protestas parece estar ya escrito para ampliarse a otras ciudades. Las redes sociales, sobre todo Twitter se usan como método de expresión para llamar la atención de aquellos que viven la misma situación en otras ciudades y provincias.


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