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Centenares de mujeres se implantaron en su día prótesis mamarias defectuosas y ahora reclaman su reemplazo gratuito

Los caprichos pueden salir caros

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El mundo de la cirugía estética está en pie de guerra contra la empresa francesa de prótesis mamarias PIP  sobre la que han saltado todas las  alertas  en las últimas semanas por la peligrosidad para la salud humana de sus productos, según se advierte desde algunos organismos institucionales.

Como dato curioso, cabe destacar que las prótesis de esta marca  se retiraron de Estados Unidos en el año 2000  y se mantuvieron comercializando en otros países, como por ejemplo en  España, hasta el año 2010 y, aunque la empresa francesa cerró meses antes, se seguían vendiendo sus productos en stock, almacenados en calidades sanitarias pésimas.

El producto, que resultaba   mucho más barato  para los cirujanos debido a sus compuestos, - mezcla de silicona médica e industrial -, conllevaba un gran riesgo para la salud por su alto porcentaje de rotura  y supuración de  sustancias nocivas para el cuerpo humano  produciendo incluso malformaciones en las mujeres operadas.

Pero la culpa no la tienen realmente estos cirujanos que implantaban estas prótesis ya que ellos compraban un  producto completamente legal , aunque mucho más barato, sino de los responsables directos del  Ministerio de Sanidad que permitió la entrada del producto  a nuestro país.

Por el momento,  los organismos oficiales españoles aún no se han pronunciado públicamente  sobre las prótesis y su peligrosidad.  Son en este caso los propios cirujanos,  que en su día utilizaron este tipo de prótesis defectuosas,  quienes se apuntan al carro para que se reemplacen  con el consecuente desembolso económico y ganancia para sus clínicas a costa del sufrimiento de sus pacientes. Pero ya se sabe, la pela, es la pela.

En este sentido son muchas las afectadas que  reclamen que Sanidad sea quien se haga cargo  de las operaciones de reemplazamiento de prótesis. Aquí es cuando se abre el debate, ¿es oportuno que el sistema público de salud costee con el dinero de todos los españoles los caprichos que en su día tuvieron este grupo de mujeres? Si se costearon su operación una vez, ¿por qué no dos?

Es indudable que Sanidad debe retirar este tipo de prótesis defectuosas sin ningún coste para las pacientes si conllevan un peligro para la salud de las mismas pero   una cosa es la retirada y otra la reimplantación de las prótesis  que fueron en su día tan sólo un capricho, y es que ya se sabe, a veces,  los caprichos pueden salir caros. 

Los caprichos pueden salir caros

Centenares de mujeres se implantaron en su día prótesis mamarias defectuosas y ahora reclaman su reemplazo gratuito
Rubén Abad
lunes, 20 de febrero de 2012, 09:19 h (CET)
El mundo de la cirugía estética está en pie de guerra contra la empresa francesa de prótesis mamarias PIP  sobre la que han saltado todas las  alertas  en las últimas semanas por la peligrosidad para la salud humana de sus productos, según se advierte desde algunos organismos institucionales.

Como dato curioso, cabe destacar que las prótesis de esta marca  se retiraron de Estados Unidos en el año 2000  y se mantuvieron comercializando en otros países, como por ejemplo en  España, hasta el año 2010 y, aunque la empresa francesa cerró meses antes, se seguían vendiendo sus productos en stock, almacenados en calidades sanitarias pésimas.

El producto, que resultaba   mucho más barato  para los cirujanos debido a sus compuestos, - mezcla de silicona médica e industrial -, conllevaba un gran riesgo para la salud por su alto porcentaje de rotura  y supuración de  sustancias nocivas para el cuerpo humano  produciendo incluso malformaciones en las mujeres operadas.

Pero la culpa no la tienen realmente estos cirujanos que implantaban estas prótesis ya que ellos compraban un  producto completamente legal , aunque mucho más barato, sino de los responsables directos del  Ministerio de Sanidad que permitió la entrada del producto  a nuestro país.

Por el momento,  los organismos oficiales españoles aún no se han pronunciado públicamente  sobre las prótesis y su peligrosidad.  Son en este caso los propios cirujanos,  que en su día utilizaron este tipo de prótesis defectuosas,  quienes se apuntan al carro para que se reemplacen  con el consecuente desembolso económico y ganancia para sus clínicas a costa del sufrimiento de sus pacientes. Pero ya se sabe, la pela, es la pela.

En este sentido son muchas las afectadas que  reclamen que Sanidad sea quien se haga cargo  de las operaciones de reemplazamiento de prótesis. Aquí es cuando se abre el debate, ¿es oportuno que el sistema público de salud costee con el dinero de todos los españoles los caprichos que en su día tuvieron este grupo de mujeres? Si se costearon su operación una vez, ¿por qué no dos?

Es indudable que Sanidad debe retirar este tipo de prótesis defectuosas sin ningún coste para las pacientes si conllevan un peligro para la salud de las mismas pero   una cosa es la retirada y otra la reimplantación de las prótesis  que fueron en su día tan sólo un capricho, y es que ya se sabe, a veces,  los caprichos pueden salir caros. 

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