Ha vuelto a pasar, el medallón conmemorativo de Francisco Franco en la Plaza Mayor de Salamanca, ha vuelto a aparecer tintado por enésima vez con pintura, -en esta ocasión de color rosa-, que unos desconocidos lanzaron sobre la efigia del dictador situada en uno de los arcos de la famosa plaza.
Este nuevo acto vandálico vuelve a abrir el debate permanente en España sobre la figura de Francisco Franco y su recuerdo. En este sentido, son muchos los que expresan su malestar a que una persona que manejó los hilos de todo un país durante cuatro largas décadas a su antojo siga presente en diversos monumentos y emplazamientos.
Es precisamente esta opción la que entiende que la figura de Franco sólo debería permanecer en los libros de historia con el único fin, quizás, de aprender de nuestros errores del pasado.
Frente a esta corriente se hallan aquellos que defienden, incomprensiblemente, la figura de un dictador que llegó al poder derramando ríos de sangre tras la Guerra Civil, una guerra entre hermanos y cuya barbarie continuó durante toda la dictadura.
Es aquí cuando se abre otro frente. ¿Es ético y moral que cada 20 de noviembre se siga recordando y alabando su figura?, ¿es comprensible que en pleno siglo XXI aún exista un lugar, el Valle de los Caídos, entendido como símbolo de la victoria nacional sobre los republicanos?, ¿con qué fin, un país democrático sigue manteniendo la figura de un dictador como prácticamente intocable?
Son preguntas, todas ellas con respuesta, que nadie desde el Gobierno de turno, sea del partido que sea, se atreven a contestar por miedo a la pérdida de votos y a que los reductos franquistas aún existentes se les echen encima.
Quizás es hora ya de modificar lugares como el Valle de los Caídos y convertirlos en verdaderos museos de los que aconteció en nuestro país entre los años 1936 y 1939. Aprender de dónde venimos, quiénes fuimos y, sobre todo, dónde no queremos volver a llegar nunca más.
Un país anegado por la miseria, familias resquebrajadas tras la contienda y ciudades devastadas por completo es el saldo que dejó a España la Guerra Civil y la dictadura. Está claro que con estos datos, defender la figura de Franco es defender lo indefendible.