Quizá como en la Francia de enero de 1793 donde la propuesta de Vergniaud de separar la cabeza de Luis XVI del resto del cuerpo fue aprobada por un estrecho margen de 361 diputados que votaron a favor de su muerte sin condiciones contra los 360 diputados que defendían otras alternativas sea un ejemplo que podamos trasladar al Congreso del PSOE celebrado esta semana pasada con la victoria de Rubalcaba. Es cierto que en Sevilla no volaron cabezas, pero el estrecho resultado con el que salió victorioso Rubalcaba deja una brecha en el PSOE.
Tan solo 22 votos fueron los que separaron a un candidato de la otra e igual que en Francia donde se volvieron a repetir estas votaciones, las distintas impugnaciones durante el recuento y el tiempo que se necesitó para contar un puñado de papeletas hicieron que los resultados se atrasaran mas de lo previsto. Pero por una cosa o por otra, queda claro que los dos candidatos llevaban muy igualados gracias a la remontada minuciosa de Chacón.
La brecha que se abre en el PSOE ahora es importante, puesto que este Congreso al final solo ha servido para confirmar al candidato propuesto por Zapatero. Un candidato que simboliza el pasado pero la experiencia dentro del PSOE que lo tenía prácticamente ganado (no tan práctico al final) contra una candidata que representaba la demagogia por la capacidad de ser nacionalista a tiempo parcial. Esa demagogia no se la tragó nadie, ni sus militantes.
Ahora al PSOE le toca hacer balance, ver si realmente ha merecido la pena todo este ajetreo para acabar conduciendo los 110 escaños por el mismo camino de antes del Congreso y con el mismo conductor de la ida a Sevilla. Tiempo al tiempo al PSOE, y como no, tiempo al tiempo al PSC.
