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El conjunto de Pep Guardiola jugó posiblemente la peor primera parte de la temporada. Sin posesión de balón ni a penas ocasiones, sin ritmo y con muchas pérdidas de balón. Sin embargo quizá todo pudo haber cambiado si Alves hubiese acertado a los tres minutos o si Messi, a los 12, hubiese transformado un mano a mano con Diego López.
Pero no fue así, y las llegadas del conjunto culé se contaban con los dedos de una mano. El ex del Arsenal, Cesc Fábregas, estuvo ausente y con menos agilidad de la demostrada hasta ahora. De hecho tuvo una gran ocasión tras un pase de Messi que le dejó solo delante del portero rival, pero un mal control le impidió hacer el gol.
En cambio, el Villarreal, que empezó algo desordenado, poco a poco fue intimidando al Barça, muy inseguro sin la pelota. Los de Molina demostraron descaro y ganas de remontar su situación liguera, pero también cometieron errores en los intentos de llegar a la portería de un Valdés que solo tuvo que emplearse a fondo con un tiro de Senna pasada la media hora.
Así las cosas, y con la sensación de que el Barça jugaba con fuego --después de la victoria del Real Madrid ante el Zaragoza--, el encuentro llegó sin goles al descanso. No encontraba el conjunto blaugrana la manera de sobrepasar una maraña amarilla que en ocasiones llegaba a reunir a los 10 jugadores en frente del área de su portero.
La segunda parte siguió con un Villarreal presionando mucho al Barça. De hecho, la primera ocasión fue para el Villarreal. Borja Valero se internó por la banda izquierda pero el balón terminó perdiéndose por la línea de fondo ante la presión de Sergio Busquets, que pudo hacer penalti al jugador del 'submarino' pero que no lo entendió así Teixeira.
Con el susto en el cuerpo y seguramente con la charla de Pep aun en la mente, el Barcelona intentó controlar más el ritmo del partido y la posesión de balón. Fábregas y Xavi entraron más en juego y Adriano y Messi se convirtieron en los más peligrosos arriba. Aun así las ocasiones seguían sin ser claras y el tiempo corría en contra del actual campeón de Liga, que intentaba no descolgarse en su lucha con el Madrid.Sin embargo, el control del Barça fue efímero y el Villarreal seguía siendo un rival incómodo para los catalanes. Ante la urgencia, Guardiola optó por dar entrada al chileno Alexis Sánchez, que entró en la convocatoria a última hora, retirando a Piqué. El ex del Udinese dio otro aire a su equipo, que volvió a controlar más el partido mirando además con más insistencia a la portería de Diego López.Poco después Guardiola dio entrada también al canterano Tello y a Thiago. El primero resultó un puñal por la banda izquierda, supliendo por tanto bien a un Adriano que había llevado mucho peligro por esa banda. Sin embargo el gol se resistía al conjunto culé. Fábregas remató bien una asistencia de Tello pero de nuevo López salvó a los suyos. Faltaban 10 minutos y el Barça apretaba con todo.Messi la tuvo clara en el 42, pero un Diego López milagroso salvo con su pierna izquierda. La volvió a tener el argentino, que parecía que se había guardado para un final de infarto, dos minutos después. Pero 'la prisa mata' dicen algunos, y con ella el Barça no supo encontrar el gol, quedándose solo con un punto del Madrigal, y, quizá, con sus posibilidades ligueras aniquiladas.La gabarra "Athletic" está feliz, puesto que por fin verá finalizada su inactividad de tanto tiempo. Todo ello porque los bilbaínos pusieron fin a su maldición de cuarenta años sin ser campeones de la Copa del Rey, con seis finales perdidas, cinco en los últimos 15 años. El equipo de Valverde debió esperar a la tanda de penaltis para vencer a un combativo Mallorca y alcanzar la gloria, pero esta Copa, "su" Copa más deseada, por fin podrá lucirla ante su gente por la ría de Bilbao.
Una Copa para el Madrid, la 20ª de su historia; una Copa para Rodrygo Goes, MVP y autor de los dos goles que vuelven a dar el título copero a los blancos, nueve años después de aquel recordado triunfo en Mestalla frente al Barça. Y, a la vez, un subcampeonato, el segundo de su historia, con honores de campeón para Osasuna.
El Real Betis Balompié es el campeón de la Copa del Rey. El equipo verdiblanco, en su ciudad, delante de su gente que lo sigue sin rechistar, ha salido victorioso por tercera vez después de una nueva final épica, como todas las que disputa, y en la que un rival tan sumamente digno como el Valencia y que ha merecido la Copa tanto como él solo ha claudicado en la cruel tanda de penaltis.
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