De Pepe a Mourinho
Dos cosas revolvieron el estómago madridista hace ahora una semana. La estrategia conservadora desplegada en la ida provocó el primer enfado público de la grada hacia el técnico portugués. Por primera vez en año y medio, Mourinho parece estar por debajo del escudo merengue. Pitidos que el de Setúbal ha sabido utilizar para poner la incógnita sobre su futuro. En Chamartín observan con preocupación síntomas demasiado parecidos a lo visto en otras fugas del luso. Apático, soberbio, impredecible. En su salsa.

La polémica en vestuarios no ha difuminado sin embargo la última enajenación de Pepe. Sin sanción hasta el momento, la presencia del central / medio portugués es otro de los debates de la semana. Una discusión trivial dentro de un once titular imposible de profetizar a 12 horas de disputarse el partido. Se espera un Madrid más estirado, con la genialidad de Özil dirigiendo al equipo desde el inicio y la aparición de Kaká o Callejón en forma de revulsivo ofensivo cuando se considere necesario. Los Carvalho, Altintop o Granero esperarán a la quiniela final, mientras que Khedira y Di María están casi descartados por sus respectivas lesiones.

Estocada psicológica
La Copa del Rey, sin ser el trofeo más deseado, consigue año a año inflar su caché a base de oportunismo. Guardiola ha concentrado a los suyos como si un partido de Champions se tratase, sabedor de la importancia moral de rematar una clasificación de repercusión global. El cocido madrileño que se ha formado en la capital puede hervir a poco que los azulgranas repitan ante su gente lo visto siete días atrás. Y con la Liga y Europa en la retaguardia, cualquier empujón al rival puede ser decisivo.

Los catalanes formarán con el ejército de costumbre más Pinto, que celebra renovación como dueño copero de la portería del Barça. Destaca (y cuando no) un Messi hipermotivado, que viene de dejar patas arriba La Rosaleda en su reconciliación con el gol en campo ajeno. Nadie se fía de un contrincante capaz de destrozar semana a semana los registros goleadores en el campeonato liguero, y tras lo visto en la Supercopa, ninguna ventaja parece suficiente  cuando el Real Madrid se encuentra enfrente.

Será el segundo Clásico del año cuando apenas está agonizando enero. El mejor partido del planeta fútbol sigue intentado curar heridas y dejar en el juego todo el protagonismo. La Copa, anfitriona fiel de espectáculos imposibles, es el mejor escenario para dar otro paso hacia la normalidad deportiva. Que el enorme Mirandés sirva de noble ejemplo sobre la verdadera grandeza de este deporte. Porque quizá no acabe ningún ciclo. Y hasta es posible que tengamos a Mourinho en 2013. Pero el fútbol español necesita ya detener las pataletas de sus dos mayores representantes. En esto sí, queremos ya el principio del fin.