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Un estudio encuentra una correlación entre la construcción de rascacielos y las crisis financieras

Jaime Moreno Tejada corresponsal en Chiang Mai, Tailandia

¿Más alta será la caída?

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Un informe preparado por la entidad Barclays Capital Research afirma que existe una relación de causa y efecto entre la construcción de rascacielos y las crisis financieras. Un buen ejemplo, indica el informe, es la finalización del Empire State Building de Nueva York en 1931, mientras EE.UU. se hundía en el regazo de la Gran Depresión.

La teoría, por supuesto, sería más convincente si el Empire State Bulding hubiera sido terminado antes y no después del crash de la bolsa de 1929.   

De cualquier manera, para quienes predicen la implosión de las economías emergentes, especialmente las asiáticas, la noticia es bienvenida: China e India, los grandes polos del crecimiento económico global, son los países del  mundo donde más rascacielos se construyen en la actualidad.

En la India se están levantando 14 rascacielos de más de 240 metros de altura, entre ellos la llamada India Tower, de 720 metros. Cuando se termine, en 2014, se convertirá en el segundo edificio más alto del mundo, después de la torre Burj Khalifa (828 metros) en el emirato árabe de Dubái.

China es el mejor exponente de esta afición a gastar dinero en el culto a la verticalidad y el vértigo. Con bastante regularidad, el gigante económico asiático deja al mundo atónito con prodigios arquitectónicos como este: un edificio de 30 plantas hecho, cual castillo de Lego, en sólo 15 días.



Como siempre las cifras marean. Cinco de los diez edificios más altos del mundo están en China. Hay 58 rascacielos en Hong Kong, 48 en Shanghai y 46 en la casi desconocida Shenzhen. Y lo que está por venir: en China se construyen el 53 por ciento de los rascacielos del mundo, y se prevé uno nuevo cada cinco días durante los próximos cinco años. En el año 2016, en fin, habrá 800 rascacielos en China, cuatro veces más que en EE.UU.

Según el criterio prevalente, o aquel prevalente en Wikipedia, un rascacielos se define como “un edificio particularmente alto y continuamente habitable”, en general superior a 150 metros de altura. Los primeros de la era moderna se construyeron en Chicago y Nueva York, entre finales del siglo XIX y principios del XX, gracias a los avances técnicos de la Revolución Industrial.

No hay acaso mejor metáfora del capitalismo moderno que estas moles de proporciones quasi-divinas: lo mismo exactamente que hace mil años fueron las catedrales en Europa. Karl Marx, primer agorero de la decadencia industrial, suscribiría el estudio de Barclays Capital Research. Aunque quizás, también, lo encontraría obvio y gratuito.

Sería más interesante –y sin duda menos glamouroso– insistir en la relación que existe entre la especulación inmobiliaria (ya sea en los rascacielos de Hong Kong o en los pisos vacíos en la periferia de Madrid) y la inminencia de las recesiones.

¿Más alta será la caída?

Un estudio encuentra una correlación entre la construcción de rascacielos y las crisis financieras

Jaime Moreno Tejada corresponsal en Chiang Mai, Tailandia
Jaime Moreno Tejada
miércoles, 11 de enero de 2012, 08:32 h (CET)





Un informe preparado por la entidad Barclays Capital Research afirma que existe una relación de causa y efecto entre la construcción de rascacielos y las crisis financieras. Un buen ejemplo, indica el informe, es la finalización del Empire State Building de Nueva York en 1931, mientras EE.UU. se hundía en el regazo de la Gran Depresión.

La teoría, por supuesto, sería más convincente si el Empire State Bulding hubiera sido terminado antes y no después del crash de la bolsa de 1929.   

De cualquier manera, para quienes predicen la implosión de las economías emergentes, especialmente las asiáticas, la noticia es bienvenida: China e India, los grandes polos del crecimiento económico global, son los países del  mundo donde más rascacielos se construyen en la actualidad.

En la India se están levantando 14 rascacielos de más de 240 metros de altura, entre ellos la llamada India Tower, de 720 metros. Cuando se termine, en 2014, se convertirá en el segundo edificio más alto del mundo, después de la torre Burj Khalifa (828 metros) en el emirato árabe de Dubái.

China es el mejor exponente de esta afición a gastar dinero en el culto a la verticalidad y el vértigo. Con bastante regularidad, el gigante económico asiático deja al mundo atónito con prodigios arquitectónicos como este: un edificio de 30 plantas hecho, cual castillo de Lego, en sólo 15 días.



Como siempre las cifras marean. Cinco de los diez edificios más altos del mundo están en China. Hay 58 rascacielos en Hong Kong, 48 en Shanghai y 46 en la casi desconocida Shenzhen. Y lo que está por venir: en China se construyen el 53 por ciento de los rascacielos del mundo, y se prevé uno nuevo cada cinco días durante los próximos cinco años. En el año 2016, en fin, habrá 800 rascacielos en China, cuatro veces más que en EE.UU.

Según el criterio prevalente, o aquel prevalente en Wikipedia, un rascacielos se define como “un edificio particularmente alto y continuamente habitable”, en general superior a 150 metros de altura. Los primeros de la era moderna se construyeron en Chicago y Nueva York, entre finales del siglo XIX y principios del XX, gracias a los avances técnicos de la Revolución Industrial.

No hay acaso mejor metáfora del capitalismo moderno que estas moles de proporciones quasi-divinas: lo mismo exactamente que hace mil años fueron las catedrales en Europa. Karl Marx, primer agorero de la decadencia industrial, suscribiría el estudio de Barclays Capital Research. Aunque quizás, también, lo encontraría obvio y gratuito.

Sería más interesante –y sin duda menos glamouroso– insistir en la relación que existe entre la especulación inmobiliaria (ya sea en los rascacielos de Hong Kong o en los pisos vacíos en la periferia de Madrid) y la inminencia de las recesiones.

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