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Las primarias republicanas tienen hoy una cita con las urnas en New Hampshire

El camaleón de campaña

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KEENE, N.H. -- Con toda probabilidad, no va a ser el momento triunfal del candidato conservador Jon Huntsman. Incluso si el antiguo gobernador de Utah logra superar las expectativas -- cosa que equivale a acabar segundo frente a Mitt Romney en las primarias del martes -- su camino a seguir no está claro. Huntsman ha invertido meses de esfuerzo desde fiestas privadas a cenas pasando por asambleas en este estado, pero tiene poco como infraestructura que le impulse en Carolina del Sur y más allá.
 
Aun así, no hay que perder de vista a Huntsman por dos razones. La primera es la susceptibilidad novedosamente asertiva hacia el favorito. Huntsman y Romney no se soportan -- y es cada vez más clara y deliciosamente evidente.
 
Romney, abandonando su enfoque costumbrista de permanecer airadamente por encima de las hostilidades, no pudo resistirse a apuñalar a Huntsman -- innecesariamente, porque Huntsman plantea una amenaza ridícula -- en el debate de la noche del sábado acerca de su deserción a la administración Obama para ser embajador en China.
 
Huntsman, en una asamblea celebrada aquí la noche del domingo, devolvía el favor. "La diferencia más importante entre Mitt Romney y yo es que yo soy alguien convencido de anteponer al país. Mitt Romney cree en anteponer la política". ¡Ay!
 
El lunes, Huntsman volvía a ello: “El gobernador Romney disfruta despidiendo a la gente. Yo disfruto creando empleo”. Doble ¡ay!
 
La segunda razón para prestar atención es que Huntsman no parece inclinado a abandonar; en su caso, 2012 parece el ensayo de una futura campaña más creíble. Dependiendo de lo que suceda en noviembre, Huntsman podría ser más un factor dentro de cuatro años que ahora.
 
Este es el extremo en el que la gente como yo -- los tontos de centro-izquierda partidarios del bipartidismo y la razonabilidad y de los ex gobernadores capaces -- hemos de decir se supone cosas agradables de Huntsman. Es la cuña que da paso a los elogios a su tirón del patriotismo y la unidad nacional y su devoción a cerrar "el déficit de confianza" entre los estadounidenses y sus líderes.
 
No estoy dispuesta a entrar en ese jardín. Huntsman juega una mano bastante inteligente con los votantes de New Hampshire. Hay desde luego un cierto matiz camaleónico que se mezcla con el paisaje político. Se podría decir que es Romney-esco. U Obama-esco. Escuche a Huntsman y saldrá habiendo escuchado lo que quería escuchar.
 
Ejemplo: en New Hampshire, Huntsman dice cosas que le hacen sonar moderado -- y por tanto atractivo para los independientes con permiso para participar en las primarias Republicanas aquí. Por eso suscribe las medidas de reducción de la deuda de la comisión Simpson-Bowles como "la hoja de ruta idónea para América".
 
De no ser porque Huntsman en realidad no quiere decir eso. Porque las recomendaciones de la Simpson-Bowles contemplan subir los impuestos, alrededor de 1 billón, y eso no entra en los planes de Huntsman. Él reforma el régimen fiscal, claro, saneando los matorrales de privilegios e incentivos fiscales y los tipos impositivos planos. Pero no eleva la recaudación. Cuando Huntsman dio a conocer el mes pasado sus planes económicos, The Wall Street Journal los tildaba de "tan impresionantes como cualquiera en el abanico presidencial Republicano hasta la fecha". En otras palabras, de moderados nada.
 
Ejemplo: en New Hampshire, Huntsman se abstiene de decir abiertamente cosas que no le harían sonar moderado. Por eso, cuando un afable votante de las asambleas del sábado se describe como contrario al aborto e invita a Huntsman al explicar cómo promoverá la causa siendo presidente, Huntsman elige no entrar en ese terreno.
 
"Bueno, hay mucho que puede hacerse a nivel estatal en términos de educación y sensibilización, cosas que hice siendo gobernador", dice. "Casualmente yo soy contrario al aborto. Hay quien discrepa. Es una cuestión emotiva, y respeto a los que discrepan". Cuando el de la pregunta quiso saber más -- ¿Qué hará exactamente el Presidente Huntsman, a lo mejor en términos de reforma del sistema social, para proporcionar ayuda extra a las madres? -- él deja de estar interesado. "Bueno, puede usted fijarse en lo que hice siendo gobernador", dice Huntsman, y pasa a otra cuestión.
 
Te quedas dudando si la respuesta no habría sonado muy distinta en, digamos Carolina del Sur.
 
Los votantes conservadores que escuchan a Huntsman pueden fijarse en su apoyo a los presupuestos de Paul Ryan; su oposición a la reforma sanitaria "Obamacare" y la legislación de reforma del sector financiero Dodd-Frank; en sus denuncias de los rescates con dinero público; en su exigencia de que haya límites al número de legislaturas.
 
Moderados o independientes pueden aprovechar su exigencia de retirarse de Afganistán; su insistencia en fragmentar las grandes entidades bancarias; su lenguaje más comedido en materia de inmigración -- "Puede usted subir a todo el mundo a un autobús y mandarlos a casa… o abordar la realidad de que están aquí".
 
Esta es la clase de ambigüedad ideológica calculada que me pone nerviosa -- pero también me intrigan las esperanzas de Huntsman 2016, o más allá.

El camaleón de campaña

Las primarias republicanas tienen hoy una cita con las urnas en New Hampshire
Ruth Marcus
martes, 10 de enero de 2012, 13:03 h (CET)
KEENE, N.H. -- Con toda probabilidad, no va a ser el momento triunfal del candidato conservador Jon Huntsman. Incluso si el antiguo gobernador de Utah logra superar las expectativas -- cosa que equivale a acabar segundo frente a Mitt Romney en las primarias del martes -- su camino a seguir no está claro. Huntsman ha invertido meses de esfuerzo desde fiestas privadas a cenas pasando por asambleas en este estado, pero tiene poco como infraestructura que le impulse en Carolina del Sur y más allá.
 
Aun así, no hay que perder de vista a Huntsman por dos razones. La primera es la susceptibilidad novedosamente asertiva hacia el favorito. Huntsman y Romney no se soportan -- y es cada vez más clara y deliciosamente evidente.
 
Romney, abandonando su enfoque costumbrista de permanecer airadamente por encima de las hostilidades, no pudo resistirse a apuñalar a Huntsman -- innecesariamente, porque Huntsman plantea una amenaza ridícula -- en el debate de la noche del sábado acerca de su deserción a la administración Obama para ser embajador en China.
 
Huntsman, en una asamblea celebrada aquí la noche del domingo, devolvía el favor. "La diferencia más importante entre Mitt Romney y yo es que yo soy alguien convencido de anteponer al país. Mitt Romney cree en anteponer la política". ¡Ay!
 
El lunes, Huntsman volvía a ello: “El gobernador Romney disfruta despidiendo a la gente. Yo disfruto creando empleo”. Doble ¡ay!
 
La segunda razón para prestar atención es que Huntsman no parece inclinado a abandonar; en su caso, 2012 parece el ensayo de una futura campaña más creíble. Dependiendo de lo que suceda en noviembre, Huntsman podría ser más un factor dentro de cuatro años que ahora.
 
Este es el extremo en el que la gente como yo -- los tontos de centro-izquierda partidarios del bipartidismo y la razonabilidad y de los ex gobernadores capaces -- hemos de decir se supone cosas agradables de Huntsman. Es la cuña que da paso a los elogios a su tirón del patriotismo y la unidad nacional y su devoción a cerrar "el déficit de confianza" entre los estadounidenses y sus líderes.
 
No estoy dispuesta a entrar en ese jardín. Huntsman juega una mano bastante inteligente con los votantes de New Hampshire. Hay desde luego un cierto matiz camaleónico que se mezcla con el paisaje político. Se podría decir que es Romney-esco. U Obama-esco. Escuche a Huntsman y saldrá habiendo escuchado lo que quería escuchar.
 
Ejemplo: en New Hampshire, Huntsman dice cosas que le hacen sonar moderado -- y por tanto atractivo para los independientes con permiso para participar en las primarias Republicanas aquí. Por eso suscribe las medidas de reducción de la deuda de la comisión Simpson-Bowles como "la hoja de ruta idónea para América".
 
De no ser porque Huntsman en realidad no quiere decir eso. Porque las recomendaciones de la Simpson-Bowles contemplan subir los impuestos, alrededor de 1 billón, y eso no entra en los planes de Huntsman. Él reforma el régimen fiscal, claro, saneando los matorrales de privilegios e incentivos fiscales y los tipos impositivos planos. Pero no eleva la recaudación. Cuando Huntsman dio a conocer el mes pasado sus planes económicos, The Wall Street Journal los tildaba de "tan impresionantes como cualquiera en el abanico presidencial Republicano hasta la fecha". En otras palabras, de moderados nada.
 
Ejemplo: en New Hampshire, Huntsman se abstiene de decir abiertamente cosas que no le harían sonar moderado. Por eso, cuando un afable votante de las asambleas del sábado se describe como contrario al aborto e invita a Huntsman al explicar cómo promoverá la causa siendo presidente, Huntsman elige no entrar en ese terreno.
 
"Bueno, hay mucho que puede hacerse a nivel estatal en términos de educación y sensibilización, cosas que hice siendo gobernador", dice. "Casualmente yo soy contrario al aborto. Hay quien discrepa. Es una cuestión emotiva, y respeto a los que discrepan". Cuando el de la pregunta quiso saber más -- ¿Qué hará exactamente el Presidente Huntsman, a lo mejor en términos de reforma del sistema social, para proporcionar ayuda extra a las madres? -- él deja de estar interesado. "Bueno, puede usted fijarse en lo que hice siendo gobernador", dice Huntsman, y pasa a otra cuestión.
 
Te quedas dudando si la respuesta no habría sonado muy distinta en, digamos Carolina del Sur.
 
Los votantes conservadores que escuchan a Huntsman pueden fijarse en su apoyo a los presupuestos de Paul Ryan; su oposición a la reforma sanitaria "Obamacare" y la legislación de reforma del sector financiero Dodd-Frank; en sus denuncias de los rescates con dinero público; en su exigencia de que haya límites al número de legislaturas.
 
Moderados o independientes pueden aprovechar su exigencia de retirarse de Afganistán; su insistencia en fragmentar las grandes entidades bancarias; su lenguaje más comedido en materia de inmigración -- "Puede usted subir a todo el mundo a un autobús y mandarlos a casa… o abordar la realidad de que están aquí".
 
Esta es la clase de ambigüedad ideológica calculada que me pone nerviosa -- pero también me intrigan las esperanzas de Huntsman 2016, o más allá.

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