Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Artículo opinión
Las redes sociales deben luchar porque el anonimato no permita a usuarios saltarse la ley

Perfil falso - cobarde

|

Hace unos días los medios se hacían eco de un perfil falso de Twitter, en el que se suplantaba al Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana y que la presidenta del TSJCV denunció por usurpación, injurias y calumnias. Alejandro Sanz también vio cómo en su nombre escribían contra el Gobierno venezolano. Tommasso Debenedetti, el famoso periodista italiano que se dedica a suplantar identidades en Twitter o a inventar entrevistas, la semana pasada repitió su especialidad, esta vez lo tildó de “experimento” con cinco ministros del Gobierno español: Cristóbal Montoro, Luis de Guindos, José Manuel García-Margallo, Alberto Ruiz-Gallardón y Jorge Fernández Díaz. Suplantó sus identidades y se dedicó a lanzar tweets anunciando medidas falsas, cifras de déficit, viajes de los titulares de Interior y Exteriores... Llegando el propio Ministerio de Hacienda a desmentir los mensajes enviados por dicho personaje y advirtiendo de que se trataba de una cuenta falsa.

Pero éstos son sólo algunos de los últimos casos más mediáticos, lo cierto es que el mal uso que se hace de las redes sociales va en aumento debido a la posibilidad de anonimato que ofrecen, a las dificultades a la hora de detectar quién vulnera la ley, a la falta de consecuencias, de jurisprudencia de los Tribunales y sobre todo de conciencia de los usuarios sobre los delitos en los que pueden estar incurriendo.

Es cierto que en las redes sociales e Internet en general es fácil engañar. Todos estamos expuestos y podemos ser víctimas de actuaciones ilícitas. Ocurre diariamente. Cada vez son más los usuarios que con cobardía se esconden bajo seudónimos y difaman, injurian, calumnian, provocan, vulneran el derecho al honor o a la propia imagen e, incluso, difunden noticias sobre personas a sabiendas de que son falsas. Víctimas de rumores falsos son continuamente políticos de primera fila, que sufren la aparición de un perfil en Twitter o Facebook, cuyo usuario lleva su nombre (con alguna leve e inapreciable modificación), se hacen pasar por ellos sobrepasando la línea de lo cómico y diciendo verdaderas salvajadas que son intolerables. Quizá esta sea una de las mayores batallas que queda por librar, las compañías de redes sociales deben aumentar la seguridad y aún pueden hacer mucho por evitar la creación de perfiles de este tipo. La Brigada de Delitos Tecnológicos o autoridades policiales tienen el deber de perseguir estas conductas y detectar quién vulnera la ley. Los jueces tendrán que afrontar cada vez un mayor número de denuncias y comenzar a crear jurisprudencia en un campo con un enorme impacto en la sociedad. Además, los propios ciudadanos debemos comenzar a denunciar estos comportamientos y a actuar con responsabilidad. En Internet nadie está por encima de la ley, es la única forma de otorgarle credibilidad y fiabilidad a un espacio donde rige la libertad de expresión y también debe hacerlo el respeto al resto y fundamentalmente a sus derechos.

Perfil falso - cobarde

Las redes sociales deben luchar porque el anonimato no permita a usuarios saltarse la ley
Mercedes Zaragüeta Casanova
lunes, 9 de enero de 2012, 08:44 h (CET)
Hace unos días los medios se hacían eco de un perfil falso de Twitter, en el que se suplantaba al Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana y que la presidenta del TSJCV denunció por usurpación, injurias y calumnias. Alejandro Sanz también vio cómo en su nombre escribían contra el Gobierno venezolano. Tommasso Debenedetti, el famoso periodista italiano que se dedica a suplantar identidades en Twitter o a inventar entrevistas, la semana pasada repitió su especialidad, esta vez lo tildó de “experimento” con cinco ministros del Gobierno español: Cristóbal Montoro, Luis de Guindos, José Manuel García-Margallo, Alberto Ruiz-Gallardón y Jorge Fernández Díaz. Suplantó sus identidades y se dedicó a lanzar tweets anunciando medidas falsas, cifras de déficit, viajes de los titulares de Interior y Exteriores... Llegando el propio Ministerio de Hacienda a desmentir los mensajes enviados por dicho personaje y advirtiendo de que se trataba de una cuenta falsa.

Pero éstos son sólo algunos de los últimos casos más mediáticos, lo cierto es que el mal uso que se hace de las redes sociales va en aumento debido a la posibilidad de anonimato que ofrecen, a las dificultades a la hora de detectar quién vulnera la ley, a la falta de consecuencias, de jurisprudencia de los Tribunales y sobre todo de conciencia de los usuarios sobre los delitos en los que pueden estar incurriendo.

Es cierto que en las redes sociales e Internet en general es fácil engañar. Todos estamos expuestos y podemos ser víctimas de actuaciones ilícitas. Ocurre diariamente. Cada vez son más los usuarios que con cobardía se esconden bajo seudónimos y difaman, injurian, calumnian, provocan, vulneran el derecho al honor o a la propia imagen e, incluso, difunden noticias sobre personas a sabiendas de que son falsas. Víctimas de rumores falsos son continuamente políticos de primera fila, que sufren la aparición de un perfil en Twitter o Facebook, cuyo usuario lleva su nombre (con alguna leve e inapreciable modificación), se hacen pasar por ellos sobrepasando la línea de lo cómico y diciendo verdaderas salvajadas que son intolerables. Quizá esta sea una de las mayores batallas que queda por librar, las compañías de redes sociales deben aumentar la seguridad y aún pueden hacer mucho por evitar la creación de perfiles de este tipo. La Brigada de Delitos Tecnológicos o autoridades policiales tienen el deber de perseguir estas conductas y detectar quién vulnera la ley. Los jueces tendrán que afrontar cada vez un mayor número de denuncias y comenzar a crear jurisprudencia en un campo con un enorme impacto en la sociedad. Además, los propios ciudadanos debemos comenzar a denunciar estos comportamientos y a actuar con responsabilidad. En Internet nadie está por encima de la ley, es la única forma de otorgarle credibilidad y fiabilidad a un espacio donde rige la libertad de expresión y también debe hacerlo el respeto al resto y fundamentalmente a sus derechos.

Noticias relacionadas

Un 23 de abril de 1934, según el diario El Mundo de Buenos Aires, la Sociedad de las Naciones había desmentido actos de canibalismo en las tropas bolivianas que combatían en el Chaco. El New York Times había publicado trascendidos que circulaban en La Paz, dando cuenta de que nativos del Chaco, sin ningún respeto,  habían matado y devorado a oficiales bolivianos, en protesta por el reclutamiento forzozo de los pueblos originarios.

Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.

Las  conductas de riesgo son aquellos comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores. Es preciso comprender que son los mecanismos cognitivos los que guían al adolescente y joven a la asunción de conductas de riesgo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto