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Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos. Pero el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el estado de bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios. Y, con un poco más de lluvia fina, nos harán decir que la culpa ha sido nuestra “por vivir por encima de nuestras posibilidades”.
Ciertamente, los mercados, los políticos a su servicio y los agentes económicos en general son unos auténticos maestros. El 2012 será un año de concienciación. Y aquí no pasa nada. La masa de votantes ya ha votado y hasta dentro de cuatro años no volverá a hacerlo. Así que ese sentimiento de culpa, que nuestra educación católica nos ha inculcado a fuego en nuestra forma de ser, hará el resto de juego. Los culpables somos nosotros.
Si algún díscolo piensa que las cosas pueden ser de otra forma. Que se les pueden incautar sus fortunas a los ladrones que se hincharon con la corrupción. Si se lucha contra la economía sumergida para sacarla a flote. Si se actúa contra el fraude. Y las administraciones se gestionan eficientemente. Una gran parte de esos esfuerzos “inevitables” que se nos piden se podrán mitigar.
Otra fórmula es de decir que los discrepantes estamos locos, que no sabemos lo que decimos. Que es una fórmula que siempre le ha ido bien al poder para acallar las voces que se salen de la doctrina general.
En fin, sobre todo Salud y “muuuucha” Suerte.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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