A punto de terminar el 2011 parece que en España se congela todo. Primero
fue la oferta de empleo público, luego el salario mínimo y ahora le toca el
turno a la economía que parece quedar bajo cero. Al menos esto sirve para
conocer como algunos, haga el frío que haga, siguen gozando de sueldos que para
otros serian una lotería.
El caso es distinto si se milita en un partido político. La pertenencia al
mismo y el triunfo en unas elecciones, bien sean municipales, autonómicas o
generales, puede situar a personas con bajo coeficiente intelectual o nula
formación académica al cargo de ayuntamientos, instituciones públicas y organismos
oficiales, gozando de salarios mucho más que dignos, que sobrepasan los 100.000
euros anuales; mientras licenciados, doctorados y post-doctorados no pasan de
los 10.000 euros al año.
La decisión del nuevo Gobierno de congelar el salario mínimo me parece genial,
siempre y cuando se aplique la guillotina a todos esos sueldos que salen de las
mermadas arcas del Estado y que se aplican bajo la marca de presidente, como el
del Tribunal Supremo, del Constitucional, del Senado, del Congreso, y los de
las Diputaciones. Esto vendría a ser como pagar por la decoración de una casa
cifras astronómicas mientras no tienes para comer.
Recuerde señor Rajoy que en España hay cinco millones de parados y más de un
millón sin prestación social. Congele, recorte y elimine lo que sea superfluo,
pero no olvide que entre los mileuristas hay gente formada que darían mil
patadas a muchos de sus ministros y diputados, y que necesitan ver una salida y
provecho a sus años de formación, esa que exige el BOE para el empleo público y
que algunos afiliados a partidos políticos ocupan por el morro, la jeta y la
cara dura.