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Alrededor de 2.700 millones de euros recaudados

Una lotería muy distinta

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Quiero abrir este texto con mis más sincera enhorabuena, o mejor dicho mostrando mi alegría por quienes han tenido la suerte de que les toque el gordo y los restantes premios en la imponente lotería de navidad. Este año ha caído en Huesca, como podría haber caído en cualquier otro lugar. Por eso matizaba lo de enhorabuena ya que no tiene sentido darlas a quienes no han hecho nada por conseguir un resultado, simplemente esperar al azar.

Escuchando los datos de recaudación se queda uno helado. Alrededor de 2.700 millones de euros recaudados, un gasto medio de 35 euros por persona que ha comprado lotería, todo ello en un periodo inferior a 3 meses aproximadamente. Es cierto que la campaña de este año ha sido realmente atractiva con todas esas personas soñando, y como esos sueños encapsulados llegaban a la gran fábrica que, de forma azarosa y tras varias vueltas del bombo, terminaría por conceder algunos de ellos a sus respectivos soñadores. Me pregunto cuántas liquidaciones de hipotecas había en ese bombo, o cuantos deseos de eliminar deudas chocaban entre si mientras dicho bombo giraba y giraba, y los niños de San Ildefonso cantaban lo que sucedía… Sospecho que este año más que sueños, había mucha necesidad en ese bombo…

Al meditar sobre cómo está el país, la necesidad de capital, de inyecciones millonarias, y otras formas del tan ansiado y poco comprendido “Don Dinero” hago la siguiente reflexión: Imaginemos, por un instante (como cuando soñamos), que absolutamente todo el mundo que ha comprado lotería este año, vuelve a desembolsar esos 35 euros (de media) el próximo mes de enero, y no para la lotería del niño, sino para una lotería bien distinta. La lotería de levantar un país aunque sea a trompicones. Haciendo uso de la matemática básica, y estipulando un salario mínimo de 1.000 euros al mes que, con el coste de la seguridad social correspondiente, suponen alrededor de unos 1.500 € aproximadamente, o lo que es lo mismo 18.000 € anuales, podemos comprobar como 2.700 millones de euros podrían dar trabajo a 148.500 personas durante un año. Puestos a soñar, imaginemos ahora que las mismas personas que han gastado 35 euros en probar suerte para cumplir sus sueños, desembolsaran la misma cantidad durante 3 ó 4 mese seguidos. Estaríamos hablando entonces de 148.500 personas con trabajo durante 3 ó 4 años, o bien de 594.000 personas en total consiguiendo al menos un salario de 1.000 euros mensuales durante el siguiente año… Sé que habrá quien diga que eso es pan para hoy y hambre para mañana, pero es que el horno no está para bollos y hay muchas personas que no tienen ni si quiera el pan para hoy.

No he podido evitar hacer los cálculos imaginando 12 meses en los que desembolsemos 35 euros para levantar un país durante al menos un año… Ya se lo digo yo, 1.782.000 personas a las que se les daría trabajo (pagado dignamente) durante 1 año, o bien esas mismas 148.500 personas con trabajo durante más de 10 años... Eso sería una lotería distinta, con menos azar y mucho corazón y empatía.

Aunque no lo veo necesario, me gusta aclarar que creo en el espíritu de este tipo de tradiciones… sólo en el espíritu. Es decir, en la esencia de soñar. Sin embargo, cuando estamos en época no ya de vacas flacas, sino de vacas famélicas o incluso ausencia de vacas, me da más por pensar en lo que yo llamo sueños planificados, con estrategia y lista de sacrificios dispuestos a hacer por conseguirlos incluidos. No puedo evitar soñar en mucha gente haciendo un poquito para conseguir mucho y de una forma muy humana. No puedo evitar soñar en que lo que tanto se pondera en estas fechas tan señaladas, en las que se ensalza la caridad, el recordar a los más necesitados, y todos esos eslóganes y frases hechas en tarjetas de navidad que no duran de un año para otro, todo eso que brilla más que los millones de bombillas ornamentales pero que lo hace por su ausencia, que todo eso se aplicara de forma real y pragmática con una acción desinteresada por parte de un grupo de ciudadanos decididos a hacer la gran obra del año. No puedo evitar recordar historias reales como lo ocurrido en Jun (Granada) cuando su alcalde, en unas navidades, preguntó a todos los habitantes – vía Internet (que allí es un derecho fundamental para todas las personas) – si preferían tener adornadas las calles esos 15 días, o dar trabajo durante un año a dos ciudadanos que estuviesen parados. Con un altísimo porcentaje de participación, y por unanimidad, se decidió no gastar dinero en bombillas ni alumbrados, para solucionar “la papeleta” a dos desempleados durante al menos un año.

Sueño con una navidad oscura para los mercados (que por cierto se están cebando con nosotros en estas fechas) y brillante en lo humano, en el terreno de la empatía por dar aliento a otros durante algo de tiempo, incluso aunque sepamos que no será permanente. Sueño con una lotería muy distinta.

Una lotería muy distinta

Alrededor de 2.700 millones de euros recaudados
Francisco Carreño Gálvez
miércoles, 28 de diciembre de 2011, 08:50 h (CET)

Quiero abrir este texto con mis más sincera enhorabuena, o mejor dicho mostrando mi alegría por quienes han tenido la suerte de que les toque el gordo y los restantes premios en la imponente lotería de navidad. Este año ha caído en Huesca, como podría haber caído en cualquier otro lugar. Por eso matizaba lo de enhorabuena ya que no tiene sentido darlas a quienes no han hecho nada por conseguir un resultado, simplemente esperar al azar.

Escuchando los datos de recaudación se queda uno helado. Alrededor de 2.700 millones de euros recaudados, un gasto medio de 35 euros por persona que ha comprado lotería, todo ello en un periodo inferior a 3 meses aproximadamente. Es cierto que la campaña de este año ha sido realmente atractiva con todas esas personas soñando, y como esos sueños encapsulados llegaban a la gran fábrica que, de forma azarosa y tras varias vueltas del bombo, terminaría por conceder algunos de ellos a sus respectivos soñadores. Me pregunto cuántas liquidaciones de hipotecas había en ese bombo, o cuantos deseos de eliminar deudas chocaban entre si mientras dicho bombo giraba y giraba, y los niños de San Ildefonso cantaban lo que sucedía… Sospecho que este año más que sueños, había mucha necesidad en ese bombo…

Al meditar sobre cómo está el país, la necesidad de capital, de inyecciones millonarias, y otras formas del tan ansiado y poco comprendido “Don Dinero” hago la siguiente reflexión: Imaginemos, por un instante (como cuando soñamos), que absolutamente todo el mundo que ha comprado lotería este año, vuelve a desembolsar esos 35 euros (de media) el próximo mes de enero, y no para la lotería del niño, sino para una lotería bien distinta. La lotería de levantar un país aunque sea a trompicones. Haciendo uso de la matemática básica, y estipulando un salario mínimo de 1.000 euros al mes que, con el coste de la seguridad social correspondiente, suponen alrededor de unos 1.500 € aproximadamente, o lo que es lo mismo 18.000 € anuales, podemos comprobar como 2.700 millones de euros podrían dar trabajo a 148.500 personas durante un año. Puestos a soñar, imaginemos ahora que las mismas personas que han gastado 35 euros en probar suerte para cumplir sus sueños, desembolsaran la misma cantidad durante 3 ó 4 mese seguidos. Estaríamos hablando entonces de 148.500 personas con trabajo durante 3 ó 4 años, o bien de 594.000 personas en total consiguiendo al menos un salario de 1.000 euros mensuales durante el siguiente año… Sé que habrá quien diga que eso es pan para hoy y hambre para mañana, pero es que el horno no está para bollos y hay muchas personas que no tienen ni si quiera el pan para hoy.

No he podido evitar hacer los cálculos imaginando 12 meses en los que desembolsemos 35 euros para levantar un país durante al menos un año… Ya se lo digo yo, 1.782.000 personas a las que se les daría trabajo (pagado dignamente) durante 1 año, o bien esas mismas 148.500 personas con trabajo durante más de 10 años... Eso sería una lotería distinta, con menos azar y mucho corazón y empatía.

Aunque no lo veo necesario, me gusta aclarar que creo en el espíritu de este tipo de tradiciones… sólo en el espíritu. Es decir, en la esencia de soñar. Sin embargo, cuando estamos en época no ya de vacas flacas, sino de vacas famélicas o incluso ausencia de vacas, me da más por pensar en lo que yo llamo sueños planificados, con estrategia y lista de sacrificios dispuestos a hacer por conseguirlos incluidos. No puedo evitar soñar en mucha gente haciendo un poquito para conseguir mucho y de una forma muy humana. No puedo evitar soñar en que lo que tanto se pondera en estas fechas tan señaladas, en las que se ensalza la caridad, el recordar a los más necesitados, y todos esos eslóganes y frases hechas en tarjetas de navidad que no duran de un año para otro, todo eso que brilla más que los millones de bombillas ornamentales pero que lo hace por su ausencia, que todo eso se aplicara de forma real y pragmática con una acción desinteresada por parte de un grupo de ciudadanos decididos a hacer la gran obra del año. No puedo evitar recordar historias reales como lo ocurrido en Jun (Granada) cuando su alcalde, en unas navidades, preguntó a todos los habitantes – vía Internet (que allí es un derecho fundamental para todas las personas) – si preferían tener adornadas las calles esos 15 días, o dar trabajo durante un año a dos ciudadanos que estuviesen parados. Con un altísimo porcentaje de participación, y por unanimidad, se decidió no gastar dinero en bombillas ni alumbrados, para solucionar “la papeleta” a dos desempleados durante al menos un año.

Sueño con una navidad oscura para los mercados (que por cierto se están cebando con nosotros en estas fechas) y brillante en lo humano, en el terreno de la empatía por dar aliento a otros durante algo de tiempo, incluso aunque sepamos que no será permanente. Sueño con una lotería muy distinta.

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