Intriga hasta el último momento. Como si de una buena novela negra se tratase Mariano Rajoy consiguió mantener en suspense tanto a los espectadores como al resto de protagonistas del libro que comenzó a escribirse el pasado 22 de diciembre, día de su investidura como presidente de gobierno. Compañeros de reparto esperaron ansiosos la llamada de teléfono que parecía no iba a llegar nunca. Nervios y más nervios entre suspiros de “qué hay de lo mío”. Algún móvil no llegaría a sonar. Hasta poco antes de hablar con el monarca, muy tocado por el escándalo Urdangarín –al final la operación no salió como se esperaba y la onda expansiva podría llegar a dejar seriamente lesionados a sus ideólogos-, chitón. Sólo Sáenz de Santamaría, vicepresidenta única y todopoderosa, estaba al tanto.
Equipo compacto de personas capaces. Gustan a casi todos los nombramientos hechos en el área de economía. Por más que algunos se empeñen en culpar a De Guindos de la crisis aludiendo a su trabajo pasado en Lehman Brothers. Empero, la política, la división de poderes, la representación, ni están ni se las espera. Arrancaba el cambio el pasado lunes con un discurso de investidura en el que se anunciaban medidas concretas en el terreno de lo económico pero no se hablaba de Justicia, regeneración, corrupción o terrorismo. De ahí que a muchos el discurso de Rajoy nos supiera a poco. La crisis económica, al fin y al cabo, es parte de la crisis del sistema. Y del sistema, justo del sistema, no se habló.
El sociólogo José Ignacio Wert ha sido el elegido por Mariano Rajoy para ocupar la importantísima cartera de Educación, Cultura y Deportes. Concejal electo en 1983 por el PDP (partido democristiano) por el ayuntamiento de Madrid es defensor con matices de la totalitaria Ley Sinde y garantiza por tanto que el mosqueo de la izquierda cultureta contra el PP no va a ser demasiado grande. Seguirán cantando a la alegría.
Escribía Wert a principios de este año un artículo publicado en El País, dónde si no, en el que metía en el mismo titular a delincuentes y libertarios (“Peristas y libertarios” se titulaba). Los libertarios, en Europa liberales, son para él “los nuevos bárbaros”. Tremendo. Pero es que además, el hoy ministro del ramo al cual la compensación por copia privada no le debe ni de sonar, demostraba desconocer que no todo el monte es extrema izquierda y que existen movimientos como Libertad 2.0 que, defendiendo la propiedad privada y, por tanto, los derechos de autor, son contrarios al liberticidio de Sinde y exigen la redacción de una nueva Ley de Propiedad Intelectual que gestione dichos derechos en forma acorde al siglo XXI. Temo por tanto que tendremos Ley Wert en defensa de los intereses de editores y artistas. Y la red en llamas nuevamente. Espero equivocarme.